Embrujo

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Tras lo ocurrido, los días siguientes no pude parar de pensar en aquel extraño momento donde todo se paró y aquella extraordinaria mujer apareció. Durante las noches, en lo más profundo de mis sueños aparecía ella, con sus hipnotizantes ojos verdes y sus sutiles pero encantadoras pecas que adornaban su rostro. Cada día que mi jornada laboral concluía, iba al Verderben esperando a que se repitiese aquel momento para poder hablar con ella y averiguar de quién se trataba, pero nunca apareció. Ya no discernía si lo acontecido fue una mera alucinación, un pensamiento o un mero deseo de encontrar el amor de mi vida.

Un mes después, me encontraba con tres de mis amigos jugando la habitual partida de mus de después de comer. Estábamos en el bar de nuestro barrio, un bar normal y corriente; una barra, un futbolín, un par de dianas y, por supuesto, los habituales que rondábamos por el bar con bastante asiduidad. Se podía decir que era un sábado como cualquier otro, mus, una copa de whisky escocés y una agradable conversación.

Durante la partida, Sergio mi compañero de equipo (un chaval bastante afable, con un gran corazón, extrovertido, pero algo sombrío), y yo íbamos ganando la partida cuando David (introvertido, gracioso, pero como Sergio de gran corazón), nos comentó que había conocido a una chica y que nos la iba a presentar aquella misma tarde. Al decir eso, inevitablemente se me vino a la cabeza Medusa, la chica del bar Verderben (así es cómo la llamaba por aquel entonces), tan sólo esperaba que no fuese ella ya que eso hubiese sido un problema, todos imagináis por qué.

Toni, el amigo restante (bajito, chulesco, extrovertido, algo narcisista, mujeriego… pero una de las mejores personas que me he podido topar nunca ya que era leal, amigo de sus amigos y sabía escuchar), se tiró un órdago desesperado como intento de ganar la partida, pero tuvo la mala suerte de que yo tenía una mano mejor, así que perdió y junto a David se dispuso a pagar la ronda, ya que siempre los perdedores pagaban lo consumido en la partida. Cuando se levantaron de la mesa para ir a la barra a pagar, vi una silueta familiar entrar por la puerta, saludó a David y a Toni con una amplia sonrisa. Esos ojos, esa tez morena… no podía ser otra, sólo que esta vez nada se paró, el tiempo fluía como siempre.

Tras pagar al camarero, se acercaron a la mesa y nos presentaron. Yo estaba boquiabierto, en aquel momento no sabía ni qué pensar.

-Chicos esta es Isabel, la chica de la que os he hablado. La introdujo David. –Este es Santi. Me señaló.

– Hola Santi ¿Qué tal?

Me saludó mientras me daba dos besos y yo cual estúpido embobado no respondí con ninguna palabra. Entendedme… la había visto antes de conocerla y además no podía dejar de mirar sus ojos.

– Y este es Sergio – dijo David.

Durante las horas siguientes todo fue muy normal, una tarde como otra cualquiera, hablamos entre nosotros, como si nada pasase. El incidente del bar Verderben no se lo había contado a nadie ya que hubiesen pensado que me había vuelto loco o que simplemente les estaba tomando el pelo.

La chica nos contó que era estudiante de enfermería y que ese mismo año finalizaba la carrera. También nos habló de cómo conoció a David; estaban en una fiesta y ella se enrolló con un amigo suyo y, después de eso, ella y David pasaron toda la noche hablando, una conexión instantánea, nos dijeron. Perfecto, pensé, mi pesadilla se había hecho realidad, ¿por qué motivo tuvo que ocurrir así? Y no hablo del hecho de que se conocieran de aquella manera, si no de que Medusa (Isabel) tenía que aparecer como novia de uno de mis mejores amigos. Y no sólo eso, apareció como el primer amor de mi amigo. Sí, el primer amor. David me contó aquella tarde, cuando Isabel se fue al baño, que estaba enamorado de ella, que nunca había conocido a una chica así. Y yo le entendía, pero tampoco quise contarle cómo la «conocí» y aún menos qué pensaba de ella, ya que decirle que me parecía una diosa quedaba algo feo.

Cuando nos disponíamos a irnos a casa, Toni nos sugirió que le acompañásemos a comprar tabaco al estanco y que luego fuésemos a fumar el último pitillo antes de irnos. Accedimos todos, a fin de cuentas, todos éramos fumadores menos Isabel, o sea que por qué no…

Después de comprar tabaco fuimos a un aparcamiento a charlar y a fumar en el coche, todo iba perfecto, yo había conseguido dejar de obsesionarme con Isabel y logré empezar a hablar con naturalidad, ya que la verdad… me pasé toda la tarde como si a mi cerebro le faltase alguna neurona que otra. No me juzguéis…. es normal… Si a vosotros os ocurriese lo que me ocurrió a mí aquella noche en el Verderben y luego aquella mujer apareciese como novia de uno de tus mejores amigos, no estaríais a lo que tendríais que estar y eso, en una conversación fluida, se nota.

En fin… una vez en el coche, Toni y Sergio estaban en los asientos delanteros, yo detrás de Toni, Isabel a mi lado y en el asiento restante se hallaba David. Estábamos hablando sobre un tema que ni me acuerdo de cuál era, cuando de repente el tiempo se volvió a detener. Todos permanecían como estatuas, el humo de los cigarros se detuvo en el aire, la gente que pasaba por ahí también se detuvo, la radio del coche dejó de sonar. Todo se detuvo menos Medusa y yo. No me lo podía creer, no sabía si el whisky que me había bebido surgió efecto o qué, pero la situación del Verderben se repitió. Mi corazón empezó a latir más fuerte, mi respiración se aceleró y mis músculos se tensaron. No quería mírarla a los ojos porque sabía que sería mi perdición.

– Santi… ¿por qué no quieres mirarme? – No contesté. Apoyé mi cabeza en el cristal mirando al parking para evitar establecer contacto. Isabel posó su mano suavemente en mi pierna y con la otra me giró la cabeza gentilmente, no me resistí. Se acercó poco a poco hacia mí, sus ojos me cautivaron, ella acercó sus labios a los míos, mi deseo de besarla se hizo insoportable, sus labios rozaron los míos, mi respiración se aceleró con un leve jadeo, ella por otro lado parecía segura, fueron los cinco segundos más intensos de mi vida… Pero en un abrir y cerrar de ojos el tiempo volvió a fluir con naturalidad, el humo del tabaco continuó su ritmo ascendente, la radio volvió a sonar y mis amigos continuaron con la conversación justo por donde se había detenido. Isabel ya no tenía la mano en mi pierna, ni sus labios rozando los míos… Fue como si nada hubiese pasado, tal y como ocurrió en el Verderben.

wattpad@DiegoPerezRH
Instagram: diego_perezrh

Razón: El alumno Diego Pérez Recio publica en Wattpad sus relatos y ha querido compartirlos con la comunidad UEMC mediante la sección denominada Implosión con la que pretende emocionar y conectar con el lector.
Temática: Santi, un hombre corriente, se ve envuelto en un océano de lujuria y desesperación por una misteriosa mujer que hace que todos sus sentidos se desequilibren.
Alumnos: Diego Pérez Recio.
Curso: 2019-2020.
Profesor responsable: Carolina Pascual Pérez (Dpto. Ciencias Sociales).

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