Magia y azúcar. Chamanes y homeópatas Un dragón en el garaje…

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Magia y azúcar. Chamanes y homeópatas.

El domingo 4 de noviembre asistíamos al programa de Salvados, de la Sexta, llamado El Médico. El caso que nos contaban como espectadores es el del estafador Ángel Lara, un médico y homeópata que creó poco a poco una secta. Todo comienza con una consulta en la que un médico te recomienda no ir al médico, darle 150 euros por la media hora que te atiende, tomar homeopatía y practicar el chamanismo. A cualquiera que se lo contemos de esta manera daría la vuelta y no miraría atrás. Sin embargo, las sectas emplean estrategias para captar a sus integrantes. Poco a poco fue creando adeptos y obligándoles a realizar extrañas actividades como dormir en el suelo, en la calle, ducharse con agua fría en invierno o beber su propia orina; además de las quedadas chamánicas en las que se daban bofetones los unos a los otros o contaban sus más íntimos secretos. Si alguno quería salir de la secta, perdón, del grupo de brujos tenía que pagar 6.000 euros con la consecuente persecución de los demás integrantes para convencerle de que no se fuera. Este estafador está denunciado ante el Colegio de Médicos de Sevilla y no puede ejercer hasta que no se resuelva.

Una vez resumido el caso, puede que haya gente que se sorprenda de que en 2018, siglo XXI, exista un charlatán que predique curar a la gente con chamanismo y tenga clientes, o más bien víctimas. Pero, si lo pensamos bien, tras 200 años de ineficacia de la homeopatía, ahí sigue, en las farmacias, en consultas, vendiéndose y consumiéndose por aquellos convencidos de que les va a curar una pastilla de azúcar. Es muy curioso cómo el chamanismo y la homeopatía podrían ser hermanas, y, sin embargo, hay quienes se echan las manos a la cabeza escuchando esto, pero intentemos analizar sus puntos en común.

Magia y azúcar a partes iguales.

El chamanismo surge en un momento en el que no existe una medicina avanzada que atienda las necesidades de la sociedad. Esta creencia nace con la idea de aliviar el sufrimiento humano, para ello, los chamanes contactaban con el mundo de los espíritus y establecían una relación. Además, se creía que las fuerzas de los espíritus impregnaban todo en la vida de los humanos. De esta manera consideraban que las causas de una enfermedad se encontraban en el mundo espiritual. La curación dentro del chamanismo pasa por sanar el alma del enfermo y llevarlo por un viaje en el que incluso puede mejorar. Toda esta práctica está teñida de magia, de misticismo y de espiritualidad, cosas que no son tangibles, científicas o demostrables en ningún caso.

Por su parte, la homeopatía juega con un elemento muy importante que es la energía vital que se le confiere al producto homeopático. Esta energía curativa se crea agitando el preparado homeopático y dándole golpes contra una biblia de tapas de cuero o una silla de montar a caballo bendecida por un sacerdote. Sobran las palabras para decir que esto tampoco hay forma de comprobarlo y que no se ha demostrado nunca la existencia de dicha energía. En el momento en el que surge la homeopatía, la medicina convencional no estaba tan avanzada como ahora y no remediaba muchas dolencias.

Como se puede ver, ambos se basan en la magia, en algo que no se puede comprobar, y, además, surgen en un momento en el que la medicina no había avanzado lo suficiente. Aunque, actualmente, no se resuelvan todas las enfermedades, la medicina convencional es la única que ha demostrado eficacia y que cura. ¿Por qué entonces sigue existiendo gente que elige el chamanismo o la homeopatía frente a la medicina?

Falta de confianza en la ciencia… ¡la magia es mejor!

Es posible que una de las razones por las que la gente elige estas opciones en lugar de la medicina sea porque no conocen el método científico, única forma conocida de demostrar la eficacia de una terapia o medicamento. En resumen, puesto que dedicaré un artículo a hablar del método científico, hay que decir que son una serie de pruebas por las que pasa un medicamento (por ejemplo) en las que tiene que demostrar su eficacia por encima del placebo.

Años de evolución, de avance médico y científico, siglos de aprendizaje y desarrollo de sociedades han hecho que podamos confiar en la ciencia y en la medicina porque demuestra que nos puede curar. Y, sin embargo, aquí estamos los humanos, tropezando con una piedra que buscamos porque no nos satisface el camino asfaltado. ¿Por qué confiáis en la magia, en brujos, en chamanes, en azúcar curativo, en homeopatía? ¿Es que cuesta tanto intentar entender cómo funciona la ciencia y confiar en quienes se dedican a ella y no en estafadores que cuentan cuentos para sacar los cuartos a la gente?

En fin, no podemos culpar a la sociedad, o tal vez sí, eso lo dejo para ti, lector. Pero te pido que la próxima vez que oigas hablar de un médico estupendo que te cura todo lo que no te curan los otros médicos o que te encuentres a alguien que dice a mí me funciona muy bien la homeopatía, intentes, aunque sea difícil, razonar con ellos. O al menos, explicarles la realidad: que la medicina convencional no lo cura todo, pero es la única que cura algo, pues las demás no curan nada más que el bolsillo de quienes las practican.

Razón: La ex alumna de la UEMC María Espinosa escribe una columna sobre ciencia y divulgación llamada Un dragón en el garaje, haciendo alusión a la metáfora más famosa de Carl Sagan. En la columna se tratan temas científicos y divulgativos de una forma sencilla y amena.
Temática: A raíz del programa de Salvados sobre el estafador Ángel Lara, y la secta alrededor de la homeopatía chamánica, se realiza un análisis de las similitudes entre ambas y una reflexión acerca de la desconfianza en la ciencia y en la medicina convencional.
Antiguo alumno: María Espinosa Lorenzo.
Especialización: Grado en Periodismo en la UEMC. Trabajo Fin de Grado: Periodismo científico y homeopatía en la prensa digital generalista española. Especializada en Ciencia y divulgación.
Profesor responsable: Rosa María Arráez Betancort (Dpto. de Ciencias Sociales).

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