El periodismo medioambiental necesita una reforma interna

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Entre las múltiples y variadas crisis que está sufriendo nuestro mundo actual, ya sea a nivel político, económico o social, hay una, muy relacionada con todas las mencionadas, que lleva años haciendo ruido: la medioambiental. Como futuros periodistas conocemos nuestro papel cuando se dan estas situaciones; debemos informar porque afectan a la ciudadanía y ésta se merece conocer por qué y hasta qué punto lo hacen. Además, como con cualquier crisis global, también surgen obstáculos que impiden la difusión de información, la obstaculizan e, incluso, llegan a alterarla. En estas situaciones, la instrumentalización política y financiera se hace más fuerte aprovechando el desconocimiento y la incertidumbre de la gente, y es, entonces, cuando el periodismo especializado y de calidad se convierte en la última barrera para impedirlo.

Como dice Rosa María Arráez, experta en periodismo medioambiental, el buen periodismo, el periodismo exitoso, es aquel que ofrece contenidos útiles y asimilables por la mayoría, y en esto estamos todos de acuerdo. Sin embargo, es importante reconocer que el periodismo también se equivoca. De los muchos enemigos a los que tiene que hacer frente la profesión, podría decirse que el más importante es ella misma. En el ámbito de lo medioambiental es muy común percibir sensación de hartazgo y desmotivación por parte de una sociedad cansada del enfoque catastrofista de sus noticias, de la constante difusión de consecuencias negativas faltas de soluciones efectivas o de la utilización de un lenguaje de difícil comprensión. Todo ello genera desconfianza y polarización en la población y la aleja de la base científica sobre la que no debería perder el interés. No obstante, la solución en estos casos, tal y como afirman Richard J. Ladle, Paul Jepson y Robert J. Whittaker, no es simplificar el tratamiento de los hallazgos científicos o alejarlos de la objetividad racional ya que este comportamiento sólo beneficia a los anti medioambientalistas y ecologistas radicales en su batalla por acaparar credibilidad y legitimidad. La solución recae, pues, en el equilibrio.

Una estabilidad que deben conseguir tanto periodistas como científicos, ya sea trabajando de puertas para dentro como entre ellos. La confianza entre las dos profesiones es clave y sobre todo lo es la comunicación. El periodista debe contar con fuentes científicas accesibles y fiables, pero el científico debe estar dispuesto a dar a conocer sus hallazgos y ser consciente de la importancia de difundirlos de forma sencilla, simple y concisa. Todo ello con la intención de ofrecer a la ciudadanía las herramientas necesarias para tener una visión global de lo que sucede a su alrededor y de ser capaz de escapar de la influencia del marketing y de la publicidad que pretenden hacer negocio de lo verde, dejando de lado lo puramente medioambiental, tal y como reitera Arráez.

Además, para que esta relación científico-periodista goce de salud, también es muy necesario ser conscientes de que existe la posibilidad de fallo y que la rectificación es un medio más al que se puede recurrir. Como ejemplo directo, encontramos el cambio de posicionamiento respecto a la energía nuclear ya que cada vez surgen más estudios e investigaciones que la reconocen como fuente de energía limpia y segura. Un cambio de opinión que ambientalistas y activistas reflejan en el documental de 2013 “Pandora’s Promise”, donde Michael Shellenberger, activista y defensor de esta forma de energía, afirma que la oposición se basa en mitos y miedos infundados y no en hechos científicos. Y, como comenta el periodista y divulgador científico Calvo Hernando, el periodismo, respaldado por la ciencia, también es capaz de destruir antiguos universos de referencia en favor del surgimiento de otros nuevos.

Pero pese a que muchas de las acciones orientadas a evitar el cambio climático o a cuidar del medioambiente vayan dirigidas a mayorías; científicos, periodistas o a la población en general, parece que siempre se responsabiliza y culpabiliza al ciudadano individual: recicla, reduce en consumo de carne, contrasta la información, no uses plástico, reutiliza, verifica la fuente… Es como si el poder de impedir el gran impacto del cambio climático sólo estuviera en cada uno de nosotros y no se plantean reformas o leyes firmes que exijan cambios reales e inmediatos a las grandes multinacionales que más dañan el ecosistema.

Con esta crítica a la gestión de responsabilidades del deterioro del medioambiente cabe destacar que, a pesar de los muchos enemigos externos que pueda encontrar el periodismo para educar o difundir información medioambiental (intereses económicos, políticos y publicitarios), también debe reparar en lo que hacen mal sus profesionales, trabajar en solucionarlo y, desde luego, no tener miedo a rectificar cuando esto ocurra.

Razón: Los alumnos de Periodismo especializado -sección medio ambiente- realizaron artículos de opinión sobre el papel del periodismo en la preservación ambiental, tras la lectura y visionado de diversos documentos.
Temática: Mejorar el periodismo medioambiental.
Alumnos: Amanda Chulilla Pelayo.
Curso: 2022-2023.
Asignatura: Periodismo especializado.

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