José Álvarez Díaz: Vivencias y experiencias en el periodismo internacional

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José Álvarez Díaz, panorámica de los rascacielos de Shanghai, con el río Huangpu y el barrio financiero de Ljiazui a sus espaldas.

José Álvarez Díaz (Madrid, 1979) es escritor y periodista, antiguo corresponsal en China para la Agencia EFE y especialista universitario en Información Internacional y Países del Sur.

Como periodista fue el primer corresponsal español de agencia en abrir y encabezar una oficina informativa permanente en Shanghai (China). Desde allí fue responsable, durante 12 años, de la cobertura de toda la actualidad del delta del río Yangtsé (Shanghai, Jiangsu y Zhejiang, las principales regiones orientales del gigante asiático, que conforman su principal motor económico, comercial y de desarrollo humano), para la veintena de países hispanohablantes a los que da servicio la Agencia EFE. Actualmente se encuentra en España, donde combina su labor literaria con sus trabajos en prensa internacional.

”Ser periodista es una enorme responsabilidad: ocupar el espacio público de atención de la sociedad no se puede hacer en vano ni de manera inconsciente”

¿Cuántas veces hemos escuchado que el Cuarto poder es la expresión que hace referencia a los medios de comunicación y la prensa?  Indudablemente, el periodismo y los medios de comunicación son un sector dotado de gran poder o influencia en los asuntos y/o temas sociales y políticos de un país. La importancia del periodismo estriba en considerar éste como registro histórico, como expresión de la sociedad y como desarrollo del conocimiento porque la historia contemporánea no se podrá escribir sin tener en cuenta el registro diario de los hechos que realiza la prensa día a día.

Analizar, sumergirse, investigar, empaparse de diversos temas de interés e informar son las acciones que mejor describirían el quehacer del periodista especializado en información internacional. No se trata sólo de una persona que abarque conocimientos específicos en una área sino que debe ser capaz de crear relatos periodísticos bien fundamentados, estructurados y presentados. Y entre las cualidades que requiere sobresale la pericia, la astucia y la honestidad.

Por ello, resulta interesante y de innegable referencia la figura de José Álvarez Díaz.

“Y sobre todo, velad por vuestra dignidad, la de vuestro oficio y la de vuestros lectores: que la responsabilidad y la moral sean vuestros valores irrenunciables, porque esas serán siempre vuestras guías en caso de dificultad, y en periodismo enfrentarse a la dificultad es cuestión de tiempo”

¿Qué implica para ti ser periodista?
Una vocación muy fuerte de intentar comprender la realidad y ser capaz de explicarla a los demás; es sobre todo una voluntad de ganarme la vida haciendo un servicio público, una manera de devolverle a la sociedad todo lo que me ha dado, y de intentar poner mi granito de arena para que el mundo sea un poquito mejor. Ser periodista es un oficio precioso pero muy exigente e ingrato, creo que hace falta vocación para hacerlo bien, sobre todo en estos tiempos de precariedad general laboral, económica y lo más grave: deontológica y moral.

Una gran responsabilidad…
Sí, ocupar el espacio público de atención de la sociedad no se puede hacer en vano ni de manera inconsciente. Si uno es periodista es su responsabilidad personal dar una información veraz, con el máximo de honestidad posible, y con una consciencia constante de que cada noticia tiene importancia para alguien, y un error, una falsedad, o un detalle no mencionado o mal explicado, pueden suponer consecuencias terriblemente graves, ya sea para tus fuentes, para tu público o para la sociedad en general.

Aunque Superman era el periodista, yo creo que el lema de Spiderman debería estar en el escudo de armas de cualquier informador, o en letras de oro en la pared de cualquier redacción: el gran cuarto poder implica una gran, gran responsabilidad.

¿Qué experiencias han moldeado tu intuición?
La experiencia acumulada va conformando nuestra intuición. Me parece una pregunta muy interesante, porque ser consciente de eso ayuda, de alguna manera, a estar entrenado, a cultivar la intuición para el futuro, por decirlo así. A base de ver cómo ocurren las cosas, de comprender el funcionamiento de los hechos en el pasado, uno va adquiriendo la capacidad casi inconsciente de intuir por dónde pueden ir evolucionando las situaciones ante la aparición de circunstancias o de noticias similares a las que hemos conocido antes.

¿Podrías ser más concreto?
Ante temas complejos, ayuda muchísimo siempre haberme tomado el tiempo de investigar y tratar de comprender hasta el último resorte de lo que ha pasado, hasta donde esté a mi alcance. Es un esfuerzo extra, pero siempre compensa: no sólo sirve para explicar lo ocurrido en tus informaciones de la manera más completa, justa y socialmente útil posible, sino que esa experiencia se siembra para el futuro.

Escándalos empresariales, caídas históricas en bolsa, movimientos de la política china que parecen ir en una dirección pero en realidad resultaban ir en otra al mismo tiempo… pueden combinarse con presiones o halagos interesados, o el acceso a una entrevista o unos datos inusualmente difíciles o imposibles, o cuando un cordón de seguridad inesperado se monta o se desmonta a mitad de una cobertura, cuando un tema desaparece de la agenda informativa o reemerge en diferentes contextos políticos… Siempre es interesante estar atento y fijarse en cuáles son las causas y las consecuencias de esos pequeños detalles, porque suelen tener un significado interesante detrás, que nos puede dar pistas para manejarnos con un poco más de habilidad la próxima vez que nos encontremos en situaciones similares.

¿Cómo comienza tu interés por el periodismo?
Sé desde los siete años que me gusta escribir, a los nueve jugaba a hacer programas de radio, y antes de ser adolescente ya tenía claro que quería ser periodista, preferentemente por escrito, de periódico o de agencia. Luego fui probando la radio, la fotografía y la televisión, y la verdad es que me encanta todo, pero sigo prefiriendo la información fija, el texto y la fotografía. El periodismo de agencia es tal vez la mejor escuela: trabajas mucho, te olvidas del ego -uno de los mayores enemigos del buen periodismo- y aprendes a escribir y a pensar en la información de la manera más útil, concisa y completa posible, porque sabes que tu trabajo será el punto de partida, o de información directa, para miles de compañeros y de lectores de todas partes.

¿Cómo te sientes contando una noticia?
Depende del grado de urgencia. Por lo general, estresa un poco la cobertura, recabar la información, llegar a las fuentes, pero una vez que uno cuenta con los datos se entra en un estado de fluidez mental muy interesante y se puede disfrutar del proceso según la noticia va tomando forma entre tus manos. No quiero perderme nada importante, ni que falte un dato pertinente, que esté claro y bien ordenado, que llegue rápido y bien, y que la noticia finalmente sea informativa, pertinente y útil, que esté contrastada. Porque, de no ser así, por error o por omisión, una información mal elaborada puede hacer mucho daño, y evitar eso en la medida de lo posible es una obligación fundamental de todo profesional. Hay que mantenerse lo más fiel posible a estos principios, por el bien de los lectores, de la profesión y de la propia sociedad democrática de la que nuestro trabajo bien hecho debería ser un elemento fundamental.

¿Cuál es tu libro favorito?
Los miserables, de Víctor Hugo. Me encanta lo que cuenta y cómo lo cuenta, las reflexiones y digresiones de la historia que se permite una y otra vez, como regalo para todos, de este autor genial que nos dio Europa, son de lo más enriquecedor y delicioso de leer que he tenido entre mis manos. Moral, reflexión y muy buena literatura para explicar el mundo del ser humano de su tiempo, y en realidad, del nuestro también. Ese libro es un monumento en la historia humana, para mí es prácticamente Patrimonio Intangible de la Humanidad.

¿El conocimiento de idiomas es bueno para tu profesión? ¿Qué idiomas crees tú son más necesarios?
Es bueno siempre, independientemente de la sección o del tipo de periodismo en que uno se especialice. En el mundo actual, tan globalizado, tan interrelacionado e interconectado es cuestión de tiempo encontrarse en situaciones como periodista en que el dominio de otros idiomas resultará tremendamente útil, si no fundamental, para poder hacer nuestro trabajo.

El inglés es la lengua franca de nuestro tiempo y el último recurso al que agarrarse cuando no hay otro idioma en común. Al menos las palabras más básicas en inglés están al alcance de miles de millones de personas en todo el mundo, y eso en nuestra profesión es vital.

Como periodista occidental, creo que hay tres idiomas básicos que se deben dominar: el castellano, el inglés y el francés. Una vez controlados estos idiomas, lo demás dependerá de nuestro interés personal, de nuestra necesidad como corresponsales o enviados a algún país en concreto, o de nuestra curiosidad.

¿Y el chino?
Por supuesto, el mandarín es el idioma más hablado en todo el planeta, y nos abre las puertas del mundo chino, incluidas la isla de Taiwán, las regiones de Hong Kong y Macao, Singapur, y también ciertas fuentes y zonas de la diáspora China en el sudeste asiático, en EEUU y en todo el mundo.

¿Cómo ha cambiado tu vida por tu profesión?
Completamente. Sin mi profesión yo sería otra persona, tendría otra visión del mundo y una trayectoria vital totalmente diferente. Mi profesión me enriqueció, me enfermó -por sobrecarga- y después me devolvió a la vida, y me sigue enriqueciendo a diario. Incluso en mi vida personal veo todo lo que ocurre con mente y con ojos de periodista.

¿Un periodista nace o se forja?
Mi impresión es que las dos cosas ayudan y suman, pero sobre todo se forja, por supuesto. Claro que nacer con curiosidad por el mundo y haber desarrollado una ética personal muy fuerte son seguramente vitales para hacer bien este oficio, pero, como todas las profesiones, el periodismo se aprende, sobre todo con la práctica, escuchando mucho, practicando mucho, y sin perder nunca la humildad, el sentido de la responsabilidad y la curiosidad por seguir aprendiendo con cada nueva noticia que se cubre.

¿Cuáles son las características básicas que mejor definen la personalidad de un periodista?
Honestidad, empatía, capacidad de escucha, humildad con egos fuera, vocación de servicio público y un fuerte sentido de la responsabilidad. Hay que saber escribir, investigar, escuchar, resumir y contar de manera periodística, profesional y eficaz, y a partir de ahí, todas las virtudes suman y ayudan: curiosidad, facilidad para improvisar, capacidad de observación, generosidad, rapidez de reflejos, capacidad de análisis y de planificación, diplomacia, buena memoria, resistencia física y mental, sensibilidad estética, haber leído mucho, haber visto mucho buen periodismo… Sobre todo: honestidad en el trabajo, con empatía y responsabilidad. Eso es lo que más valoro en un periodista por encima de todo.

¿De qué manera las nuevas tecnologías han contribuido al desarrollo del periodismo sin fronteras?
De una manera casi tan transformadora como la imprenta cambió el mundo en el siglo XV. Yo estudié la carrera durante el cambio de siglo, y pasé en pocos años de una situación en la que, con suerte, en algunos lugares de Madrid se podía acceder a la prensa extranjera en papel, a otra en la que, a través del ordenador, me ponía a leer la prensa india o la de Hong Kong para empezar a entrever cómo se percibía la actualidad local e internacional en otras partes del mundo.

De manera similar, durante los años en que fui corresponsal vi también muchos cambios. Cuando llegué a la Agencia EFE sólo se hacían teletipos. Las crónicas, y no digamos los reportajes, eran mucho más largos que ahora, había más espacio para profundizar, contextualizar y enriquecer las noticias. Los lectores también estaban acostumbrados a eso.

– Son los efectos de las nuevas tecnologías…
Con el paso de los años, se nos fueron exigiendo noticias cada vez más cortas, para publicación y consumo directo a través de los medios digitales en internet, lo que, en mi opinión, empobreció muchas veces la calidad de nuestras informaciones.

Internet, en general, y ahora aún más, con la fuerte influencia de las redes sociales, nos ha acostumbrado a un consumo lector y audiovisual vertiginosamente rápido, fugaz, lo que lo convierte, a menudo, en demasiado ligero, superficial, sin espacio siquiera para profundizar lo más mínimo para responder a las famosas 5 W del periodismo, sobre todo la que me parece la más olvidada y, sin embargo, tantas veces crucial: “WHY”? ¿Por qué?

¿Tecnología y crisis en periodismo?
La tecnología ha distorsionado nuestro trabajo de una manera que marca un antes y un después: por un lado, aumenta de una manera increíble la riqueza de datos que podemos recopilar y comunicar, en diferentes formatos; por otro, dado que eso no suele traducirse en más empleos, a menudo aumenta también, en la práctica, la precariedad y la carga de trabajo de los periodistas. En mi caso viví la transformación en periodista multimedia de manera clarísima: pasé de escribir teletipos y cortes de audio con declaraciones a enviar fotografías con mis noticias y, poco después, también a enviar piezas de televisión pre editadas, con declaraciones sobre el terreno. A eso se le sumaban casi a diario pequeñas crónicas de radio, y como solía bromear con mis compañeros chinos, tal vez es cuestión de tiempo que el mismo periodista-orquesta lleve varios arneses para sostener distintas cámaras y micrófonos a la vez que permitan una cobertura envolvente, en 3D y en 360º.

¿Y la calidad periodística?
Todos estos cambios, al menos por mi experiencia, se fueron incorporando en pocos años, por el mismo sueldo, sin posibilidad de negociación, dada la precariedad de las relaciones laborales que impone la mayoría de los medios en España, y sin vuelta atrás. El resultado es que las coberturas informativas son muy interesantes de hacer, pero también insostenibles de mantener así, a largo plazo, por agotadoras, y peor aún en un país como China, donde internet está censurada por el Estado, y a las horas de trabajo para recopilar, editar y tener listo todo ese material, se suman horas y horas hasta poder hacerlos llegar a España.

Pero no en todos los países se trabaja con esa precariedad, los propios reporteros chinos no dejaron nunca de sorprenderse de que yo solo hiciera el trabajo que en sus medios se reparte entre cuatro o cinco personas. Aunque mi caso fue, tal vez, un poco extremo, creo que hay un peligro enorme de que la tecnología, que podría aportar tantas cosas buenas para un periodismo de calidad, suponga una transformación que en realidad dificulte a los profesionales llevar a cabo una labor periodística, por pura precariedad e irresponsabilidad de los propios medios de comunicación. Sólo se puede hacer buen periodismo si se puede ejercer la profesión con dignidad y con una carga de trabajo humana y razonable.

¿Por qué a muchos periodistas todavía les cuesta dar el salto y abrazar la tecnología?
En mi experiencia, en todos los casos que conozco, cuando eso ocurre suele ser porque tienen ya cierta edad y les cuesta adaptarse a los cambios. Y es un poco crudo decirlo, y también injusto, cuando hay tantos grandes profesionales veteranos que son inmejorables compañeros y maestros de periodistas más jóvenes, pero en muchos casos es también porque es más fácil que el salto tecnológico lo haga el chaval recién llegado y que uno pueda permanecer cómodamente sin nuevos esfuerzos, funcionando como hizo siempre. Intuyo que en muchas redacciones el salto no se ha compartido entre generaciones, y son los jóvenes los que se adaptan, mientras muchos de los más mayores han tendido a quedarse atrás.

¿Qué opinas del periodismo tradicional?
Entiendo que estamos hablando del que se hacía antes de poder contar con internet, una tecnología que ha dado lugar a distintas formas de publicación de información que han sido descritas como “periodismo digital”. Desde mi punto de vista, el soporte, aunque tiene mucha influencia sobre la forma en que se concibe, se selecciona y se presenta la información, no determina el tipo de información que se hace. Si se trata de información periodística, sigue siendo periodismo, ya esté impresa en un periódico de papel, sea leída por la radio, mostrada en televisión o en cualquiera de los formatos equivalentes que existen en internet. Y al contrario: si se trata de información no pertinente, que no es de interés general, que no está contrastada, que no está ordenada, trabajada y presentada de manera periodística profesional, si sus datos no son fiables, si se mezcla información con opinión sin diferenciación clara, si no cumple con los mínimos éticos, deontológicos y de integridad moral y profesional que con los debería aparecer toda noticia periodística, en realidad esa información no es periodismo, se llame como se llame o aparezca donde aparezca, incluso si sale en un periódico de tirada nacional, en una cadena de radio o en una televisión, como desgraciadamente ha ocurrido en demasiadas ocasiones.

¿Y la sobrecarga informativa?
La abundancia de información es tan inabarcable que se ha vuelto muy fácil y peligroso contaminar el debate público con información falsa, por maldad o por ignorancia, y que se confunda la información veraz con información parcial e interesada, información confusa, que difunde rumores, bulos, datos infundados, conclusiones equívocas…

Tal vez la llegada de internet ha agrandado y ha complicado el mundo de la información, pero el periodismo debería guiarse por los mismos principios: si una información es tratada cumpliendo con los criterios profesionales y éticos del buen periodismo, es periodismo, aunque esté publicada en un medio diminuto en el último rincón de internet. Y si no lo está, no se le puede llamar de verdad periodismo.

¿Y el riesgo de perder la vida de algunos periodistas como es el caso de Lara Logan y Roxana Saberi por informar en situaciones peligrosas?
Prefiero no hablar de esos casos concretos, sobre todo de Lara Logan, que no tiene mi respeto como profesional y que, hasta donde sé, tiene fama de temeraria y de ponerse a sí misma, y a sus compañeros, en situaciones de riesgo innecesario, con imprudencias totalmente evitables como la que provocó el terrible suceso que le ocurrió hace una década en Egipto, y que lamento y condeno absolutamente. Ponerse en riesgo para conseguir una imagen más espectacular o para colgarse galones de periodista estrella es, después de mentir, de lo más dañino que se le puede hacer a la profesión.

¿Y en el caso español?
Si queremos poner ejemplos, preferiría pensar en el español Miguel Gil (1967-2000), corresponsal de guerra y camarógrafo para APTN, que cubrió las guerras de desintegración de la antigua Yugoslavia, y que en situaciones de emergencia, cuando había heridos en apuros y él estaba allí, se olvidaba de la cámara y se ponía a ayudar en su evacuación o en los primeros auxilios, y sólo cuando estaba seguro de que no había otra cosa más importante y urgente para la que su presencia pudiera ser necesaria, volvía a grabar y daba testimonio para el mundo de lo que estaba ocurriendo a su alrededor. Tras su muerte, en una emboscada en Sierra Leona, en 2000, junto al corresponsal estadounidense de Reuters Kurt Schork, en España se publicó hace unos veinte años un libro coral precioso, sobre ellos y sobre su oficio: Los ojos de la guerra, editado por Manuel Leguineche y Gervasio Sánchez, en el que unos 70 corresponsales escribieron sobre su profesión, y que recomiendo muchísimo.

La seguridad en periodismo…
La respuesta a esta cuestión en realidad es obvia. Informar en situaciones peligrosas es peligroso, y tiene que valer la pena lo que se quiere dar a conocer al mundo como para jugarse la salud o la vida en el intento. Como he visto escrito decenas de veces, en grandes caracteres, en las paredes de muchas fábricas chinas: “安全第一” (“la seguridad es lo primero”). En el periodismo aplicar eso es, como poco, igual de importante.

Dicho esto, si lo que se va a conseguir con la cobertura es relevante, si importa mucho y se puede lograr algo de utilidad social y significativo al darlo a conocer, entonces adelante, con sentido común, sangre fría y toda la consciencia y el cuidado posible. Creo que se puede hacer buen periodismo de guerra sin ponerse en primera línea de peligro si no es imprescindible.

¿Es posible brindar noticias positivas en un país como China con el poder de control gubernamental sobre la ciudadanía?
Por mi experiencia directa e indirecta con dictaduras ya que viví 12 años en China como periodista, creo que lo difícil, en un país donde el Estado controla o censura todos los medios, es brindar noticias negativas. En los medios de este tipo de países también es posible hacer buen periodismo, pero no sobre temas que resulten demasiado sensibles para el poder; la información local, los sucesos, el deporte, las noticias sobre lo que ocurre en otros lugares del mundo… son espacios donde, si la censura no es muy estricta, es más fácil que los periodistas locales trabajen con relativa libertad para hacer bien su trabajo, hasta donde les esté permitido.

Otra cosa es la prensa internacional que informa de ese país para el público del extranjero. Ahí, dependiendo de la situación, supongo que tenemos países donde casi es imposible informar para el exterior como Corea del Norte, hasta que AP pudo entrar, y países donde la prensa internacional puede trabajar con relativa libertad como la China de Hu Jintao, aunque la presión y las posibles represalias para la prensa extranjera, como la expulsión del país, han ido aumentando con el paso de los años desde la presidencia de Xi Jinping.

¿Crees en el periodismo ciudadano?
No. El mal llamado “periodismo ciudadano”, en mi opinión, es un peligro. ¿Creemos en la medicina ciudadana? ¿Y en la ingeniería ciudadana? ¿En el pilotaje de aviones ciudadano? No digo que no sea posible que, en caso de emergencia, un ciudadano aficionado a los simuladores de vuelo, pero sin formación, como yo, no sea capaz de aterrizar un avión, por ejemplo, si cuenta con un poco de ayuda por radio, pero nadie debería dejar un avión de verdad en mis manos si no tengo la formación adecuada para pilotar una aeronave. Con el periodismo pasa lo mismo: puede parecer que es fácil, que cualquiera puede escribir, hacer una foto o contar lo que está pasando, pero para ser periodista hacen falta una formación y una serie de competencias que el público normalmente ni se imagina, aunque se nota enseguida cuando no están en funcionamiento. Hay que saber trabajar con la información, no sólo saber presentarla, sino saber recogerla, saber contrastarla, saber comunicarla de manera responsable y útil, sin poner en peligro innecesariamente a las fuentes ni a nadie, y hacerlo de manera profesional, clara y que dé un servicio fiable a la sociedad.

La idea del “periodismo ciudadano” en sí me parece una temeridad. Otra cosa es que, gracias a los móviles que están por todas partes, un ciudadano pueda aportar documentos gráficos, sonoros o datos de gran importancia informativa, que no se podrían tener de otra manera, pero el responsable de tratar esa información y comunicarla con profesionalidad y responsabilidad y utilidad social debería ser un periodista siempre.

¿Cómo ha contribuido tu labor y estancia en China a tu profesión?
Mi experiencia en China ha sido profundamente positiva y espero que mi trabajo haya sido positivo también para la comprensión de China en España y América Latina, y para las relaciones bilaterales y entre todos estos pueblos.

Tuve la suerte de haber cubierto los años de acercamiento histórico entre el mundo hispanohablante y el gigante asiático, que no se habían conocido ni tratado de verdad, más que de lejos, hasta el siglo XXI. Fueron los años en que España era declarada desde oriente, una y otra vez, “el mejor amigo de China en la Unión Europea”, y fueron también los años en que Latinoamérica parecía enamorada de una potencia asiática que suponía un alivio para la región, después de un siglo de influencia estadounidense, pero con la diferencia de que Pekín les trata, al menos formalmente, de igual a igual, y llega con una oferta de intercambios e inversiones que lleva debajo del brazo la financiación, en condiciones inmejorables, que sólo pueden ofrecer los grandes bancos estatales chinos.

¿Qué consejo le darías a los alumnos de periodismo y a las personas que les gustaría ejercer esta profesión?
Sed humildes y no perdáis nunca de vista ni vuestro cometido ni lo que sois: sois mediadores, los “traductores” entre las personas que tienen la información, o el poder, o el conocimiento, y la sociedad que tiene derecho a ser informada -y a estar en capacidad de comprender fácilmente- lo que estos hacen o tienen que decir.

Tened siempre en cuenta que estaréis trabajando permanentemente con los intereses de otras personas. Para bien o para mal, y a menudo para las dos cosas a la vez, vuestras informaciones afectarán a alguien, así que debéis estar mentalizados de que vais a recibir todo tipo de intentonas de influiros, ya sea de manera coercitiva, mediante presiones, amenazas o vetos frente a los que tendréis que estar en guardia, o ya sea, seguramente mucho más a menudo, mediante acciones mucho más sutiles para ganar vuestra confianza, vuestro favor o vuestra benevolencia: seréis invitados, se os ofrecerán tal vez halagos, o favores (o en países como China es frecuente que se ofrezcan regalos o cantidades modestas de dinero en negro, que un periodista internacional debería rechazar), se os hará sentir que sois amigos de las fuentes (lo que no impide que esto pueda ocurrir de verdad, por supuesto, pero tened siempre los ojos bien abiertos), se os hará sentir importantes, veréis que, hasta cierto punto, de pronto os codeáis con los políticos, con los poderosos, con los artistas, con la gente importante o influyente, empezaréis a sentir que “sois alguien”… Permaneced en guardia y con los pies en la tierra. No perdáis nunca de vista que, casi siempre, al menos de entrada, no vais a ser vistos como quienes sois, sino como el medio para el que trabajáis. Hay que ser muy consciente de esto para que no se nos suba el trabajo a la cabeza, ni creamos tener un protagonismo que ni tenemos ni debemos tener (la noticia casi nunca debe ser el periodista, salvo que le pase algo o se le haga algo noticioso; nosotros sólo somos el mensajero, y tenemos la importantísima responsabilidad social de hacerlo bien, honesta y completamente, de la mejor manera que esté a nuestro alcance, siempre).

Y leed mucha, mucha prensa, no sólo de distintas tendencias editoriales, sino, si puede ser, de distintos países y regiones del mundo, porque en cada uno hay una burbuja informativa que deja fuera de su agenda temas relevantes que tal vez encontréis fuera. Cuantos más puntos de vista abarquéis mejor preparados estaréis para entender la complejidad del mundo y para explicarla de manera equilibrada, justa y útil.

Y sobre todo, velad por vuestra dignidad, la de vuestro oficio y la de vuestros lectores: que la responsabilidad y la moral sean vuestros valores irrenunciables, porque esas serán siempre vuestras guías en caso de dificultad, y en periodismo enfrentarse a la dificultad es cuestión de tiempo.

Me gusta imaginarme nuestro oficio como salir a navegar a mar abierto: tarde o temprano se acaba viendo uno azotado por el mal tiempo, y cuando todo se tambalea y uno se ve sometido al empuje de los elementos (que intentan influir en ti y en tu trabajo), al final lo único que te guía en la oscuridad de la tempestad, lo único a lo que puedes agarrarte de verdad para saber que no te equivocas, son tus principios y tus valores. Y el palo mayor al que uno puede atarse, como Ulises para soportar el influjo irresistible de las sirenas, es el de tu propia ética, profesional y personal. Tener eso presente es de lo más valioso con lo que puede contar un periodista para estar seguro de que no se equivoca y está haciendo bien su trabajo.

José Álvarez Díaz, 2014.
Foto de la llegada oficial de la nao Victoria a Hong Kong, proveniente de Shanghai, dentro de su vuelta al mundo tras participar en la Expo de Aichi 2005 (Japón). Foto realizada por José Álvarez Díaz el día 25 octubre de 2005.

Razón: La presente entrevista elaborada por la profesora del Grado en periodismo Ruth Amarilis Cotto Benítez nos acerca a las vivencias y experiencias del periodista José Álvarez Díaz en China.
Temática: La entrevista recopila gran parte de la vida y trayectoria profesional del joven periodista José Álvarez Díaz. Las temáticas que sobresalen en esta entrevista son:

  1. El oficio de ser periodista en la actualidad.
  2. Vivencias como corresponsal de prensa.
  3. Consejos básicos para periodistas noveles.
  4. La literatura y el dominio lingüístico como fuentes de expresión oral y escrita.
  5. Vivencias personales relacionadas con el ámbito periodístico en China.

Profesor: Ruth Amarilis Cotto Benítez.
Especialización: Filología inglesa. Dpto. Ciencias Sociales (UEMC).

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