36 horas de simulación. Crónica

La Academia de Caballería de Valladolid prepara a sus alumnos para situaciones reales de conflicto armado en puestos de oficial y suboficial

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Lo único que veía eran calculados movimientos de pies a través de una rejilla blanca de metal, y al fondo se distinguía una espalda protegida con un chaleco antibalas. En total íbamos cinco personas en el vehículo: el conductor, el comandante, el cargador, el tirador y yo. Los primeros quince minutos solo se escuchaban órdenes, chasquidos de radio entrecortados y la fuerte vibración de los vehículos que pasaban a nuestro lado y que rápidamente se alejaban. Se abrió la puerta que blindaba la pequeña y oscura cámara donde me encontraba, destinada al transporte de personas en la parte trasera. Tras el fogonazo de luz, una cara sonriente equipada con mimeta, fusil, chaleco y casco, me traía una bolsa con comida. Cerró la puerta y, tras varios minutos, rugió el motor del Centauro, uno de los vehículos blindados de la Academia de Caballería (ACAB). Casi 25 toneladas acorazadas que alcanzan una velocidad máxima de 100Km/h. Un fuerte giro a la izquierda y comenzó la simulación.

Cinco días

El objetivo de las simulaciones es introducir a los alumnos, jóvenes militares que se preparan para ser oficiales o suboficiales, en un ambiente similar a un conflicto real para comprobar sus conocimientos y habilidades adquiridas durante su estancia en la academia. Los alumnos de último curso están cerca de graduarse y son conscientes de la importancia que tienen este tipo de ejercicios para su formación. Cada uno asumía un papel durante la simulación, que se extendió durante cinco días en un campo de maniobras entre Renedo y Cabezón de Pisuerga. Un paisaje deshabitado donde las únicas señales de vida son las marcas de los vehículos acorazados en el barro y las vainas rojas y azules de las balas de fogeo. A las afueras del mismo se encuentra una pequeña base militar, con una cantina. Lo demás, un campamento temporal habilitado especialmente para la ocasión. Una zona destinada a las tiendas de campaña de los alumnos y, a unos cincuenta metros, las tiendas de mando donde se realizaban las reuniones. Al fondo se podían ver todos los distintos vehículos en línea recta. TOAs (Transporte Oruga Acorazado), destinados al transporte de personas; VECs (Vehículo de Exploración de Caballería), Pizarros, también para el transporte de personas y armas; Centauros y Leopardos. Estos últimos, de tres metros de alto, alcanzan 70Km/h a pesar de sus 50 toneladas de peso.

Las primeras horas

Mientras los periodistas nos situábamos al final de la tienda de mando, los distintos jefes de unidad se colocaron a los lados de la pantalla para explicar su estrategia a los altos mandos. Todo estaba cubierto: la logística, los equipos sanitarios, la ubicación del enemigo, la disposición de los vehículos durante el ataque, los planes de evacuación o incluso la colocación de los periodistas en los distintos vehículos. Todo ello demuestra la preparación al detalle que se necesita, y se exige, para este tipo de situaciones, sean reales o ficticias. El reloj marcaba cerca de las 13:00.

La fuerza del motor se percibía en cada centímetro del acorazado. Con cada cambio de marcha se sentía su rugido. El sentido de la orientación estaba completamente perdido, me guiaba mediante las gotas de agua en el suelo que se movían frenéticamente con cada giro. A medida que avanzábamos, el terreno se modificaba. El conductor cambió de marcha una vez más y el Centauro escaló por una cuesta que, al alcanzar la cima, dejaba al vehículo en un ángulo de 45 grados.

Avanzaba unos kilómetros y parábamos. La tripulación se comunicaba mediante la radio con la base u otros vehículos para alertar de la situación. A través de la rejilla veía cómo comenzaban a caer gotas de lluvia dentro del Centauro.

Cambios

Tras ocho horas en el vehículo, cuyo objetivo era vigilar al enemigo desde los puntos comunicados a través de la radio, solicité un cambio de posición al PAO (Public Affairs Officer, en sus siglas en inglés), responsable de mi seguridad. Comuniqué mis coordenadas al PAO De Meer y en pocos minutos llegó a nuestra localización. Me despedí de la tripulación que tan pendiente estuvo de mí durante el corto periodo de tiempo que les pude acompañar. Pasé a la parte trasera de un todoterreno con otras dos compañeras. En las siguientes 19 horas se llevaron a cabo diversas operaciones, la más extensa un reabstecimiento de los vehículos, organizada en un sistema ‘’escalonado por turnos’’ para recargar combustible y víveres sin dejar desprotegida la línea de contención del enemigo. Desde la una de la madrugada hasta cerca de las cuatro pasaban los acorazados a escasos metros del todoterreno. Una vez realizada con éxito la operación, pudimos dormir unas horas.

A las siete de la mañana volvimos a activarnos para ver el final de la simulación: el ataque del enemigo. Desde lo alto del valle observábamos cómo los vehículos se desplazaban a la localización. Los tripulantes del los TOAs se dispusieron a lo largo del terreno, en las franjas, protegidos de los disparos. Esperaron. Esperaron. De repente se escucharon pitidos; era el aviso de ataque desde una cota, a la derecha de la línea de defensa organizada. Actuaron de inmediato y supieron reaccionar. El enemigo fue ‘abatido’, pero no supuso la victoria. ‘‘Aquí no hay perdedores ni ganadores. Solamente se puede hacer mejor o peor. En este caso se ha resuelto bien”, aclaró De Meer. Terminamos de acompañar a los vehículos acorazados mientras rodeaban al bando enemigo. Finalizó el ejercicio y volvimos a la base. Concluyen 36 horas de simulación para mí y 120 horas para los alumnos de la Academia de Caballería.

Razón: Los alumnos de 4º de los Grados de Periodismo y Comunicación audiovisual se empotran como periodistas y comunicadores audiovisuales en las prácticas de conflicto bélico simulado de los alumnos de la Academia de Caballería de Valladolid en abril de 2018.
En este caso, se pidió a los futuros periodistas que elaboraran una crónica.
Temática: Cobertura periodística de las maniobras militares simuladas de la Academia de Caballería de Valladolid con los futuros periodistas de la UEMC.
Alumnos: Laura Van Hoeylandt González. Fotos: Laura Van Hoeylandt González.
Curso: 2017-2018.
Asignatura: Periodismo especializado.

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