¿Escapamos o censuramos?: Un dragón en el garaje…

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De vez en cuando leo alguna noticia que me devuelve la fe en la humanidad y pienso: Tal vez no estemos condenados a ser la especie mas evolucionada y a la vez la más estúpida. Y otras veces simplemente quiero meterme en una nave espacial y marcharme para siempre de este planeta lleno de belleza, pero también de seres ridículamente… poco pensantes.

El mes pasado hacíamos una pausa en nuestras reflexiones para ver el caso de Burger King con la Semana santa, pero para finalizar esta temporada de artículos, ¿qué mejor que traeros el último gran hito en el pensamiento paranoico?

Auxilio, me oxido

Hace unos meses os animaba a crear vuestra propia teoría de la conspiración, ojalá lo que os voy a enseñar sea una muestra de alguien que ha leído mis palabras y ha querido poner a prueba esta fórmula, aunque me temo que no sea así. En este último caso, cuando os llevéis la palma de la mano a la cara y penséis que está todo perdido, os estaré esperando en mi nave espacial. Vamos a ver de qué se trata:

Hace unos días me encontraba esta publicación en la vasta caverna del desconocimiento infame que es Twitter. Lo cierto es que, al verla, no pude sino echarme a reír porque pensé que era una broma. Spoiler: no lo es. Hay gente, poca por suerte, que se lo ha creído. Respirad un poco, tranquilos, he de deciros que el MAO no existe, o, al menos, no se encuentra fácilmente, lo cual es un alivio.

Sigo esperando a que alguien publique que se lo ha inventado para demostrar la de tonterías que la gente con más tweets que neuronas se puede llegar a creer.

Francamente, queridos, creo que no hace falta añadir más. Podría dejar de escribir ahora mismo porque no hay nada más que decir. En fin, escribamos lo obvio una vez más, aunque cualquiera que lo vaya a leer ya sepa lo que estoy narrando. Evidentemente, el proceso de oxidación es una reacción química muy común, le pasa al hierro con relativa rapidez si está expuesto al aire, a otros metales o a las manzanas cuando las cortamos y la mitad que no nos comemos se va tornando marrón. Eso es el proceso de oxidación. ¿De verdad tengo que decir esto? Sin embargo, nuestros pulmones no están hechos de metal y… no, el oxígeno no produce un proceso de oxidación en nuestros pulmones como hace con el hierro o las manzanas. Sí nos oxidamos y nos vamos arrugando hasta que nuestro cuerpo deja de funcionar y nos morimos, pero el oxígeno no nos corroe los pulmones, el tabaco por otra parte…

Una vez dicho esto vamos a hablar de algo más interesante.

¿Censuramos las chorradas?

Me parece interesante sacar a colación un hecho que tal vez no muchos conozcáis. Platón, ese gran sabio de la Antigüedad que nos ha dejado tantas reflexiones útiles, también propuso en su momento la censura literaria. Me explico. Platón habla en su libro VII de las Leyes de las funciones de la literatura, que para el filósofo son dos fundamentalmente: la falsedad de la imitación poética y el poder subversivo de la misma, es decir, que la literatura no puede reflejar fielmente la naturaleza y la influencia que tiene sobre quien la consume. Me ha parecido algo sumamente interesante y que encaja con lo que os quiero proponer para reflexionar.

Vamos a cambiar el término literatura por… escritos, digamos (no voy a tolerar incluir Twitter como parte del concepto de literatura). Si estos escritos no describen la realidad del mundo como nos decía Platón, no sirven para enseñar la verdad; y si tienen una influencia tan grande sobre la humanidad, tal vez no sea siempre algo positivo que se multiplique exponencialmente la cantidad de escritos que existen si estos son falsos e influyen -con información falsa, es decir, desinformando- sobre la sociedad.

Ahora bien, la palabra censura es demasiado grande, nos trae demasiados malos recuerdos y no queremos escucharla porque va en contra de la libertad de expresión, con la que se nos llena la boca para decir chorradas a diestro y siniestro. Así que no hablaremos de censura sino de responsabilidad informativa.

Este concepto de responsabilidad informativa me parece así de sencillo: cuando vayas a escribir una chorrada, cuenta hasta diez, busca esa chorrada en portales de información científica y cuando la veas desmentida sé responsable y no la escribas, no la difundas. No es tan difícil, ¿no?

Solo un poco de responsabilidad

En un momento histórico en el que tenemos más información que nunca, estamos tremendamente mal informados. Por eso, es necesario desarrollar este concepto de responsabilidad informática y llevarlo a la práctica a diario.

No necesitamos que venga Platón a censurarnos los tweets, simplemente podemos decidir que si no es verdad lo que estamos publicando y va a influir -negativamente, porque es información falsa- en la sociedad, nos lo podemos ahorrar, censurar o como queráis llamarlo. Imaginaos qué mundo tan maravilloso sería si cada estupidez que nos encontramos en internet desapareciera por este efecto mágico de la responsabilidad informativa. Imaginaos qué bello lugar sería el mundo si la verdad no fuese algo subjetivo para los chalados, si se molestasen en buscar la información en fuentes fidedignas. Imaginaos cómo sería un mundo en que no diese ganas de salir huyendo en nuestra nave espacial… o montados en nuestro dragón imaginario. Disfruten de un buen verano y no difundan chorradas.

Twitter: @Mariaesp19
Instagram: mariaespinosa.19
Blog: Espantapájaros

Razón: La ex alumna de la UEMC María Espinosa escribe una columna sobre ciencia y divulgación llamada Un dragón en el garaje, haciendo alusión a la metáfora más famosa de Carl Sagan. En la columna se tratan temas científicos y divulgativos de una forma sencilla y amena.
Temática: Vemos la última gran estupidez que nos ha dejado internet en relación a las teorías conspiranoicas y reflexionamos sobre la responsabilidad informativa en relación con la censura que proponía Platón
Antiguo alumno: María Espinosa Lorenzo.
Especialización: Grado en Periodismo en la UEMC. Trabajo Fin de Grado: Periodismo científico y homeopatía en la prensa digital generalista española. Especializada en Ciencia y divulgación.
Profesor responsable: Rosa María Arráez Betancort (Dpto. de Ciencias Sociales).

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