Ondas malignas y cactus mágicos

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Ondas malignas y cactus mágicos

Vivimos rodeados de ondas, desde que nacemos hasta que morimos, están entre nosotros, pero, ¿nos afectan? ¿cuáles son dañinas? ¿si ponemos un cactus al lado del ordenador elimina esa radiación?

Los temores a las ondas electromagnéticas son, por desgracia, bastante comunes. Hay quienes afirman padecer una supuesta enfermedad llamada hipersensibilidad electromagnética e imploran que se eliminen antenas y torres de comunicación cercanas a ellos porque no soportan la radiación que estas emiten. Esta enfermedad y, sobre todo, estos síntomas no han sido corroborados nunca en ningún estudio científico. Sin embargo, estas personas padecen ciertos males que ellos asocian a las ondas electromagnéticas, ¿cómo es posible?

Ondas buenas y ondas malas

Para empezar hay que aclarar que existen ondas dañinas para los seres vivos. Las ondas nocivas son los rayos x y los gamma. Las radiaciones que producen estas ondas son ionizantes y provocan roturas en los enlaces moleculares de los seres humanos, es decir, pueden crear alteraciones en el ADN que provoquen tumores. Sin embargo, el espectro electromagnético es muy amplio y contiene diferentes tipos de ondas, muchas de ellas no son perjudiciales.

Las ondas más peligrosas son las más energéticas, que, después de los rayos x y gamma, serían las ultravioleta -radiación del sol-, seguidas de la luz visible, la infrarroja, las microondas y las ondas de radio y televisión. En el dibujo, a continuación, se expone una aproximación del espectro electromagnético.

Tal y como se observa, las microondas y las ondas de radio y televisión están muy alejadas de los rayos gamma o los x, que son los verdaderamente dañinos para los humanos. De hecho, Félix Goñi, director de la Unidad de Biofísica de la Universidad del País Vasco y catedrático de Bioquímica y Biología Molecular, afirma en la serie Escépticos (ETB) que la radiación electromagnética -las ondas- que emite una bombilla, la cual es inocua, es diez millones de veces más potente que la emitida por una radio, televisión o la radiación de las ondas de telefonía. Otra forma de verlo es que las ondas de radio, televisión o telefonía son millones de veces más inofensivas que la luz que emite una bombilla y a nadie le preocupa encender la luz de casa, salvo por la factura.

No hay un sólo estudio científico que haya demostrado la relación entre la exposición a estas ondas y el desarrollo de cáncer o de cualquier enfermedad. En este caso, ¿por qué hay gente que afirma tener una hipersensibilidad electromagnética?

El voto femenino no ha aumentado el cáncer y las ondas no provocan náuseas

Muchas personas dicen sufrir a causa de las ondas electromagnéticas. Científicamente es imposible que estas ondas les afecten, sin embargo, eso no quiere decir que esta gente no padezca síntomas reales, el problema que tienen no es con las ondas, es algo psicosomático, es decir que hay que tratarlo por medio de la psiquiatría o de la psicología.

Decir que las ondas de telefonía, por ejemplo, causan enfermedades o provocan síntomas como el dolor de cabeza, náuseas, mareos o insomnio -todos ellos descritos por personas que afirman tener hipersensibilidad electromagnética- no tiene aval científico. Se ha demostrado que las personas que dicen padecer hipersensibilidad electromagnética no son capaces de detectar en mayor medida que una persona normal los campos electromagnéticos que los rodean. Los estudios que se han realizado a doble ciego prueban que no hay correlación entre la exposición a los campos y los síntomas.

Este problema se basa en afirmar que las ondas -en este caso- son las causantes de los síntomas. Pero no se trata de causalidad, sino de casualidad. Si se dice que desde que las mujeres pueden votar ha habido más casos de cáncer, será cierto, sin embargo, la causa no es que las mujeres voten. Las causas serán muy diferentes, empezando por el aumento de la esperanza de vida -cuanto más mayores somos, más riesgo de tener cáncer-, la genética o el azar; pero desde luego el voto femenino no tiene nada que ver. Esta es la misma asociación que han hecho los afectados de hipersensibilidad electromagnética respecto a las ondas. En la mayoría de casos se amparan en que hay más contaminación electromagnética que años atrás, que ha aumentado su número y por eso les afecta.

Creer para enfermar

Estamos rodeados de ondas. Es un hecho, pero eso no quiere decir que provoquen enfermedades, al menos no todas ellas. Alguien que crea que las ondas le perjudican, se comprará un cactus para absorber la radiación y lo pondrá entre él y el ordenador. Así se le quita el miedo y las ondas no le afectan. Alguien que sabe que las ondas no le perjudican no se gastará el dinero en el cactus y las ondas seguirán sin afectarle. Sin embargo, si hacemos lo mismo con las ondas ultravioleta del sol, veremos que si no nos echamos crema nos quemaremos, creamos en ellas o no. Esta es la diferencia entre lo que es real y lo que decidimos creer. A nadie no creyente en los perjuicios de las ondas del móvil le ha afectado nunca la hipersensibilidad electromagnética. Igual que ningún ateo ha sido nunca poseído por un demonio, porque es cuestión de fe, no de ciencia.

Twitter: @MariaEsp19

Razón: La ex alumna de la UEMC María Espinosa escribe una columna sobre ciencia y divulgación llamada Un dragón en el garaje, haciendo alusión a la metáfora más famosa de Carl Sagan. En la columna se tratan temas científicos y divulgativos de una forma sen-cilla y amena.
Temática: El miedo a las ondas electromagnéticas emitidas por la telefonía o y la falsa creencia de que pueden afectarnos y causar enfermedades, desde cáncer a la supuesta hipersensibilidad electromagnética.
Antiguo alumno: María Espinosa Lorenzo.
Especialización: Grado en Periodismo en la UEMC. Trabajo Fin de Grado: Periodismo científico y homeopatía en la prensa digital generalista española. Especializada en Ciencia y divulgación.
Profesor responsable: Rosa María Arráez Betancort (Dpto. de Ciencias Sociales).

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