Ocram. TERCER CAPÍTULO: 11:37

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La televisión del coliseo dejó de emitir imágenes, yo seguía maniatado sin saber qué era lo siguiente que iba a pasar, o qué recuerdos iba a mostrar aquella dichosa televisión. Estaba algo pensativo al ver lo que fue el percutor de lo que me hizo estar, el cuatro del seis de dos mil veinte, en el cementerio sufriendo por una gran pérdida. Sentí un gran enfado al «vivirlo» nuevamente. Ese puto sentimiento de culpa hacía que la sangre me hirviese.

Transcurrieron varios segundos sin que nada pasase cuando una nueva voz se hizo sonar, no sabía de dónde procedía, se escuchaba por todas partes y, al igual que la anterior, me resultaba familiar.

– Levántate- ordenó la voz. Intuía que no me decía a mí, ya que yo no podía hacerlo. Acto seguido, una de las personas que estaban enfrente de mí sentadas en las gradas se levantó, y una luz le empezó a enfocar desde arriba, al igual que un foco ilumina a un actor en el escenario de un teatro. Al principio no lograba distinguir quién era debido a su lejanía, solo lograba ver una gran barba, pero al poco tiempo caí, era Balbás.

Ni él ni la nueva voz dijeron nada, cuando de repente la televisión se volvió a encender y unas nuevas imágenes de mis recuerdos empezaron a verse.

Era mi salón, pequeño y desordenado, había dos sofás que conformaban una «L», con una minúscula mesa de cristal en medio repleta de botellines y colillas en el cenicero, enfrente había un gran televisor de cincuenta y dos pulgadas donde echaba las tardes jugando a la «Play».

Sentados en los sofás, Ícaro, Belf y yo, estábamos discutiendo cómo íbamos a vender la cocaína. Ícaro iba al cincuenta por ciento conmigo, era mi socio. Belf se limitaba a aconsejar y a ayudar. Decidimos que íbamos a hacer una fiesta en mi casa para que la gente probase la nueva mercancía y se hiciera conocida por el barrio. Ícaro no estaba muy de acuerdo, pero al final accedió. Esa misma noche organizamos la fiesta, invitamos a un gran número de personas. Gente del barrio que sabíamos que eran consumidores; otros, camellos pequeños para ver si podíamos tirar grandes cantidades de una sola vez y cumplir con la fecha límite; gente de otros barrios para darnos a conocer y, finalmente, nuestros amigos.

Eran las nueve y media de la noche y casi todo el mundo había llegado a mi casa para celebrar la fiesta. Había música, alcohol y otras drogas. Belf y yo estábamos sentados en el sofá dando a probar nuestra nueva mercancía a la gente, mientras que Ícaro se limitaba a beber y a supervisar lo que hacía. Triz una chica la cual no había invitado entraba por la puerta, cuando la vi, no sabía quién era, supuse que la había invitado otra gente. Era una mujer con cara demacrada, pelo rubio, pero a pesar de su estado físico bastante deteriorado, tenía su puntillo. Por aquel entonces como ya he mencionado anteriormente. no sabía quién era. Según entró a la fiesta fue directa a la mesa para probar la coca.

– ¿Quién eres? – preguntó Belf.
-Triz. Me han invitado unos amigos espero que no te importe- contestó casi susurrando.
– ¿Y a qué vienes a esta mesa, Triz…?
-Me han dicho que tenías buena mercancía, quería probarla Ocram- dijo mientras se sentaba a mi lado.
– Qué quieres, ¿probar o comprar? – le contesté mientras me miraba fijamente.
– Probar…- respondió mientras cruzaba una pierna por encima de las mías, susurrándome al oído. El corazón me empezó a latir más fuerte, eché un vistazo al salón y vi que Bernadette, mi novia, aún no había llegado. Sin pensármelo dos veces, cogí con el DNI un pico del pollo que tenía en la mesa y ella se lo metió.

Estuvimos hablando banalidades un rato, tonteando, hasta que pasó un tiempo y le dije que mi novia estaba a punto de llegar, y no quería que nos viese sentados así de juntos.

-Entonces…. llévame a otro sitio más privado- dijo mordiéndome la oreja. Excitado, la cogí de la mano y me la llevé a mi habitación.

Fue el mejor polvo que eché en mi vida. Ella al entrar me tiró a la cama de un empujón, y me fue besando desde el cuello hasta abajo, mientras me desnudaba. Una vez que me corrí en su boca volvió a subir, le quité la ropa… Todo fue muy lento, pero con una sensualidad que no dejaba que pensase en Bernadette. Estuvimos una hora ahí dentro, sudando, follando… Ícaro mientras tanto, sabiendo lo que estaba pasando, se encargó de la coca. Casi al acabar, Triz me preguntó si me quedaba algo, yo cogí la mochila que me dio Jaime del armario, saqué de ella el fardo ya empezado, y me puse una en su culo, ella se puso otra. De repente Ícaro interrumpió en la habitación.

– ¡Corre vístete, ha llegado Bernadette! – advirtió mientras se iba a cuidar la mercancía. Yo sin pensarlo dos veces salté de la cama, y me empecé a vestir rápidamente mientras le dije que hiciese lo mismo.

Al entrar de nuevo al salón, vi que Bernardette estaba buscándome con la mirada. Triz se camufló entre la multitud y yo fui a saludar.

– ¿Qué tal amor?- le dije al besarla.
– Bien, he venido con unas amigas… espero que no te importe.
– Ya sabes que no- le respondí. Y saludé a sus amigas.

Bernadette era muy buena chica, la amaba con toda mi alma, la verdad es que me sentí mal al haber hecho lo que hice, pero entre el alcohol, la coca y demás… no pude contenerme, ya sé que no es excusa, pero que queréis que os diga, no me pude resistir.

Según transcurrió la siguiente media hora, vi entrar a Balbás en el salón. Belf le fue a saludar y a invitarlos a una ronda, a él y a sus amigos que venían a su lado. Le noté algo distante pero no supe si era porque yo iba muy ciego, o él muy sereno, pero no le di importancia. Estaba poniendo a un amigo de Balbás una línea, cuando vi a Bernadette acercándose a Triz para hablar con ella, «que puta casualidad» pensé «espero que no le diga nada sobre lo que acaba de pasar», las estuve observando desde el sofá. Reían, hablaban, Bernadette la presentó ante su grupo de amigas y, al cabo de unos veinte minutos vinieron todas tímidamente hacia mí, o más bien hacia lo que tenía encima de la mesa. En aquel momento estaba hablando con un camello de poca monta que estaba interesado en comprarme cincuenta gramos, aunque parecía que estaba aún más interesado en fanfarronear de cómo iba a presumir delante de sus amigos con su nueva coca. El grupito de amigas de Bernadette, lideradas por esta y por Triz llegaron al sofá. La verdad es que sentí un alivio, por fin se iba a callar el fanfarrón de una vez por todas.

– Baby- me dijo con una sonrisa- ¿puedes dar a probar a mis amigas un poco?, es que han oído que es de las mejores que circula por el barrio y querían probarla. -Si todavía ni está circulando por él… ¿Qué cojones van a oír? – pensé en voz baja. -Esta es Triz, nos acabamos de conocer, estaba sola y la he dicho que se uniese a nosotras- me levanté. -Triz este es Ocram, mi novio- fingimos que no nos conocíamos y la saludé con dos besos.
– Encantado- le dije.
– Igualmente- dijo sonriendo, guiñándome un ojo de manera picaresca. Claro que Bernadette no lo vio.

Les pusé un tiro a todas ellas menos a Bernadette ya que ella no era consumidora, solo lo hacía de vez en cuando. Lo probó la primera vez conmigo, la verdad que antes de conocerme casi ni bebía. Ella al ver que faltaba una, me miró como sólo me miraba ella, diciéndome «A mí también», yo lo hice sin rechistar, tampoco quería discutir aquella noche.

Todo transcurrió con normalidad, todos íbamos ya subido de tono. Triz no paraba de lanzarme miradas desde la lejanía. Yo las evitaba, no quería que se enterase Bernadette bajo ningún concepto, aunque a la vez no podía evitar mirarla, era una de esas personas que por algún extraño motivo te subía la libido hasta unos niveles insospechados. Aprovechando que Bernadette se fue al baño, Triz me volvió a mirar y con un gesto me indicó que la siguiese. Ella abandonó el salón, cautelosamente la seguí dejando al cargo nuevamente a Ícaro, que empezó a molestarse, ya que no le gustaba inmiscuirse demasiado en estos asuntos. Fuimos nuevamente a mi habitación, nos empezamos a besar furtivamente, ella me mordía el cuello, cuando de repente – ¿Ocram estás ahí? – dijo una voz femenina aproximándose. Era Bernadette volviendo del baño que se encontraba una habitación más allá de la mía.

– Mierda… ¡joder! -dije en voz baja. -Escóndete debajo de la cama, ¡rápido!
– Qué pena que nos haya interrumpido…- me contestó Triz mordiéndose el labio inferior.
– ¡Sí, estoy aquí! -grité para que me oyese.
– ¿Qué haces? – ¿no me jodas que se ha enterado? -pensé.
– Cogiendo algo más de farlopa, que se nos está acabando la que hemos sacado. Ahora mismo voy al salón. Bernadette irrumpió en la habitación, parecía algo excitada. Sin decir nada, dio un sorbo a su cubata, lo dejó en mi mesilla, cogió ella el fardo del armario dejándolo en la mesilla también, colocó dos puntas de coca en su mano, me la acercó para que me metiese una y, seguidamente ella la otra, me quedé absorto. – ¿Qué coño le pasa? -pensé en voz baja, ella no solía comportarse así, creo que iba muy ciega.
– He visto cómo la mirabas ¿sabes? –a un palmo de mi rostro y el mío del suyo. – ¿Tengo que ponerme celosa? – me dio un morreo, mientras empezó a desabrocharme el cinturón, y a meterme la mano por dentro del pantalón, me agarró la polla. Estaba muy excitado, y aún más sabiendo que Triz aún seguía debajo de la cama. Empezó a masturbarme, bajando mientras me besaba el torso, y me la empezó a chupar. Me tiró a la cama y yo empecé a besarla poco a poco, bajando al igual que ella, y empecé a comerla el coño. Luego se puso arriba y empezamos a follar. Ella estaba más desatada de lo normal, cogió nuevamente la coca y se puso de nuevo. -Vaya una noche -pensé.

Al acabar, nos vestimos, yo estaba rezando para que Bernadette no mirase debajo de la cama por algún casual. Por suerte para mí y para Triz no lo hizo. Salimos de la habitación.

Eran las seis de la mañana, y la gente ya se estaba yendo, solo quedaban unos pocos, cuando Belf vino furioso, empujando a la gente. – ¡ALGUIEN SE HA LLEVADO LA COCA! -nos dijo a Ícaro y a mí. Yo, al igual que Ícaro, me quedé de piedra sin saber qué hacer. Rápidamente pensé en Triz, que estaba aún con mi novia y sus amigas. Belf al ver que miraba a Triz sabiendo que ella había estado en mi habitación sola durante un tiempo, se abalanzó sobre ella cogiéndola por ambos brazos. – ¿DONDE COÑO ESTÁ? -gritó Belf zarandeándola hacia adelante y hacia atrás con tal fuerza que Triz mostraba un gesto de dolor. – ¡SE QUE HAS SIDO TÚ, PUTA ZORRA DE MIERDA, MÁS TE VALE QUE ME LA DES AHORA MISMO O TE JURO QUE TE ROMPO LAS PIERNAS-

– Yo no he cogido nada, lo juro -dijo entre lágrimas.
– ¿Qué coño pasa Ocram? -me dijo Bernadette – ¿Por qué la culpáis a ella si ha estado con nosotras todo el tiempo? – como comprenderéis no quise contestar a eso.
– Revísale el bolso -ordenó Ícaro a Belf. Este lo hizo y al ver que no llevaba nada la soltó aún muy alterado. No sabíamos quién había sido.

Sin nada, y con una deuda de 20.000 euros que teníamos que pagar en tres semanas a un puto lunático, dimos finalizada la fiesta.

wattpad@DiegoPerezRH
Instagram: diego_perezrh

Razón: El alumno Diego Pérez Recio publica en Wattpad sus relatos y ha querido compartirlos con la comunidad UEMC mediante la sección denominada Ocram con la que pretende emocionar y conectar con el lector.
Temática: Ocram se halla en el borde de la desesperación. Cuando la deuda es alta y el enemigo es superior, solo cabe esperar un resultado.
Alumnos: Diego Pérez Recio.
Curso: 2020-2021.
Profesor responsable: Carolina Pascual Pérez (Dpto. Ciencias Sociales).

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