La Tierra está llena de lugares únicos, de rincones que poseen una belleza singular que les hace destacar por encima del resto. Las interminables llanuras del Masai Mara, las selvas de Borneo, las dunas del desierto del Sáhara, los géiseres islandeses, la biodiversidad de los bosques costaricenses, el misticismo de la bahía de Halong o la increíble ciudad de Petra que los nabateos tallaron en las rocas jordanas hace cientos de años, todos ellos son lugares únicos. De todos esos lugares os he hablado antes, pero depende de nosotros que sigan estando allí con el paso del tiempo, como os comenté el mes pasado.
Sin embargo, también hay lugares que representan todo lo contrario, escenarios que han sido testigos de las mayores barbaries realizadas por el ser humano, como el campo de concentración de Auschwitz, o marcos de los peores desastres ecológicos de la historia reciente, como el mar de Aral, del que os voy a hablar hoy. Para los curiosos que les gusta poner una etiqueta a todo, que sepan que a este tipo de turismo se le conoce como turismo negro u oscuro (dark tourism).
Dónde está el mar de Aral
Antes de empezar a hablar sobre la triste historia del mar de Aral, vamos a situarlo en el mapa. El mar de Aral es un lago endorréico situado en Asia Central, entre Kazajistán y Uzbekistán. ¿Lo localizas ahora? Quizás tampoco ubiques muy bien estas dos repúblicas ex-Soviéticas. Pues bien, se podría decir, a muy grandes rasgos, que el mar de Aral se encuentra a unos 600 kilómetros al sur de Rusia y a medio camino entre Turquía y China.
Este lago se formó gracias a la afluencia de las aguas de dos grandes ríos de Asia Central, el Amu Daria en el sur y el Sir Daria en el noreste. El Amu Daria recorre unos 2540 kilómetros desde las montañas de la cordillera del Pamir en Afganistán hasta el mar de Aral, pasando por Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán. Por su parte, el Sir Daria nace en el extremo este de Uzbekistán y, tras recorrer 2212 kilómetros por Uzbekistán, Tayikistán y Kazajistán, desemboca en el mar de Aral.
Ya sabemos dónde está y de qué ríos se nutre. Ahora es importante saber ubicar los países que he citado antes en su contexto histórico a mediados del siglo pasado. En aquella época, Uzbekistán, Kazajistán, Tayikistán y Turkmenistán formaban parte de la URSS y lo siguieron haciendo hasta su disolución en 1991. Más tarde veréis el motivo por el que conviene saber que este lago y la mayor parte del curso de los dos ríos que lo nutrían se ubicaba dentro de la URSS.
El mar de Aral, la historia de una muerte anunciada
En plena Guerra Fría, en 1959, la Unión Soviética decidió desviar parte de los grandes ríos que nutrían el mar de Aral, el Amu Daria y el Sir Daria, con el fin de irrigar zonas desérticas colindantes. Aunque cabe decir que ya habían empezado con la construcción de canales en la década de los 40. Con este plan faraónico querían potenciar la producción de ciertos productos como el arroz, cereales, melones y algodón. En especial querían potenciar el cultivo de esta última planta y convertirse en los líderes mundiales de exportación del algodón, cosa que consiguieron. De hecho, Uzbekistán se convirtió en el mayor exportador en 1988 y, aún a día de hoy, es una de las industrias más importantes del país.
Pero todo este plan tenía cabos sueltos. ¿Qué pasaría con el lago donde desembocaban estos dos ríos si dejaba de llegarles todo esa agua?
En su día el mar de Aral era el cuarto lago más grande del mundo, con una superficie de 68.000 km². Pero desde que se comenzó a desviar el agua del Amu Daria y Sir Daria, el nivel de sus aguas comenzó a descender. En la década de los 60 cada año bajaba unos 20 cm., en los 70, el descenso pasó a ser de entre 50 y 60 cm. al año y en los 80 el ritmo se incrementó con una disminución de 80 a 90 cm al año. Cada vez se destinaba más agua al regadío del preciado algodón, aumentando con esto su producción. Pero por contrapartida, se iba cavando la tumba del mar de Aral que llevaba allí, viendo pasar el tiempo, desde el Pleistoceno. En la siguiente animación podéis ver la evolución del lago a lo largo de los años.
El mar de Aral Norte
El increíble descenso de las aguas del lago provocó la separación del mar de Aral en dos, el mar de Aral Norte y el mar de Aral Sur. En el primero, gracias a ciertos planes aplicados por el gobierno de Kazajistán, se ha logrado revertir la situación y poco a poco se aprecia una subida del nivel del agua. Ni mucho menos se ha logrado llegar al estado original, pero con grandes inversiones y esfuerzos se están consiguiendo avances para su recuperación.
El mar de Aral Sur
Un destino muy diferente ha seguido la parte sur del mar de Aral. Abandonado a su suerte, el mar de Aral Sur es ahora una extensa llanura donde las pocas aguas que quedan están contaminadas. Tienen una salinidad mayor que la de los océanos y además están contaminadas por los fertilizantes y pesticidas usados en los cultivos.
Por supuesto, el ecosistema del mar de Aral ha sido destruido en su práctica totalidad. La tierra que rodea a lo que queda del lago está contaminada, y la sal y productos tóxicos que se posan sobre ella son arrastrados por el viento hasta cientos de kilómetros a la redonda, provocando la contaminación de otras tierras, cultivos y problemas de salud a sus habitantes. De hecho, la población cercana al mar de Aral presenta un número superior a la media de casos de cáncer y enfermedades pulmonares, entre otras patologías.
Pero el problema no «solo» se queda ahí. El antiguo puerto pesquero de Moynaq, en Uzbekistán, llegó a dar empleo a 60.000 personas en la industria pesquera. Hoy en día, esta localidad se encuentra a unos 100 kilómetros del margen del lago actual y nada queda ya de la pujante industria que en su día tuvo, salvo el recuerdo de lo que fue y un cementerio de buques pesqueros oxidados, que irónicamente se ha convertido en uno de los pocos atractivos turísticos de la zona.
A todo esto se suma un cambio en la climatología de la zona, en que los inviernos son ahora más fríos y los veranos más calurosos. Que un lago se seque va mucho más allá de que haya o no haya agua, las consecuencias pueden llegar a ser devastadoras para el entorno y sus habitantes.
Visita al mar de Aral, mi experiencia
En el viaje que hice a Uzbekistán hace unos meses, visité este lugar y pude ver en primera persona aquel desastre ecológico, considerado uno de los más grandes de la historia. Puedes haber leído artículos o haber visto documentales sobre ciertos eventos o desastres, pero cuando lo tienes delante de ti y los ves con tus propios ojos, tu perspectiva cambia. No es lo mismo que te lo cuenten, a que tú lo veas; el impacto es mucho mayor en este último caso. Los datos se transforman en dimensiones reales y los sentimientos afloran. Tocar lo que en su día fue el lecho de aquel lago y ver que está lleno de conchas, mirar a un lado y ver un faro abandonado, mirar a otro y ver un montón de buques oxidados, seguir buscando en todas direcciones y no ver el agua por ninguna parte es algo que marca, o al menos fue lo que me pasó a mí.
Viajando, visitando estos lugares, te haces preguntas, te cuestiones ideas, políticas… recapacitas sobre la capacidad que tiene el ser humano para conseguir grandes logros y también su potencial destructor. Quizás tengamos una mentalidad demasiado cortoplacista y no seamos capaces de ver más allá, hasta que ya es demasiado tarde. ¿Acaso no nos está pasando algo parecido con los combustibles fósiles o el uso excesivo del plástico?
Uzbekistán tiene muchísimo más que ofrecer que el mar de Aral. Quizás no haya otro país tan evocador de la Ruta de la Seda como éste, con ciudades tan increíblemente bellas como Samarcanda, Jiva o Bujará. Si queréis conocer la ruta completa que hice por aquel país, echad un vistazo a esta Guía de viaje: Uzbekistán en 12 días.
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Razón: Alberto Hernáiz González publica en su blog Notas de un viajero, guías y crónicas de los viajes que realiza alrededor del mundo. En Vuélcate, publicará sobre los destinos más atractivos para inspirarte en tus futuros viajes.
Temática: La catástrofe ecológica del mar de Aral en Uzbekistán.
PAS: Alberto Hernáiz González. Administrador de la plataforma e-learning Open Campus UEMC.
Especialización: Cronista y fotógrafo de viajes.