Verán, cuando comenzamos con el diseño de un producto en la industria alimentaria valoramos muchos aspectos, materia prima (esto me da para algún post, pero esperaré a que se les pase el susto de la grasa de palma), coste, maquinaria, necesidades de producción… en fin, si hacerlo es viable. Porque así es ser malo, no nos ponemos a hacer el mal si no vamos a sacar algún beneficio.
En nuestro terrible odio a La Luz queremos un producto aceptado por la sociedad (vamos, que lo compren ustedes a manos llenas) y a un bajo coste (para nosotros, si puede ser) y así poder seguir fabricando nuevos productos y que ustedes se los coman en un ciclo sin fin.
Aquí es cuando llega mi frase favorita de los Jedi cuando luchan contra el lado oscuro: todo el Imperio les miente.
Óiganme, frases tan categóricas dañan el corazoncito de algunos soldados del Imperio, que es negro y pequeño, pero ahí está.
Si han leído más arriba cuál es el objetivo del Imperio, entenderán que estas frases tan abrumadoras no tienen sentido. Lo que queremos es que vengan ustedes al lado oscuro, si les engañamos y pierden su confianza en nosotros, dejarán de comprarnos y el lado oscuro se irá haciendo gris hasta que desaparezca. Y ya les confirmo por si no lo habían pensado aún: los soldados del Imperio no queremos eso.
Es cierto que se utiliza el Marketing para confundir (en casos concretos, deformar una realidad), siendo la víctima el consumidor. No pienso justificar a quien hace eso. Eso sí, debajo de ese Marketing estamos muchos soldados priorizando que el producto que sale al mercado sea sano (entendiendo que aporte nutrientes) y seguro (que no es lo mismo aunque le intenten decir que sí). Igual que en todas las profesiones podemos encontrar personas con y sin ética (luego les comento lo de vender homeopatía…, pero eso no significa que no pueda usted fiarse de todos los farmacéuticos, sino saber diferenciar). Con el Imperio también pasa.
Es responsabilidad del Imperio dar la información correcta y la mía decirle que el listado de ingredientes está más que legislado, así como contarle cómo leerlo para que se venga al lado oscuro y no nos tenga miedo.
En el Imperio tenemos unas estrictas Normas (de las que nos «aconsejan» certificarnos – en el Episodio 3 empezarán a ver por qué y por quién) que nos hacen demostrar lo veraces y seguras que hacemos las cosas. Es nuestro deber garantizar que cuando salimos a la batalla, TODO lo que decimos tiene una base en el momento en el que lo decimos. Como en todos los temas científicos (y la alimentación lo es), la actualización diaria hace que investigaciones que en otros momentos parecían correctas, con nuevos estudios y diferentes técnicas puedan ser revisadas y corregidas.
Estas Normas que les cuento, no sólo garantizan que el producto es seguro (a lo que se le da mucha importancia, es evidente, cuestión de prioridades…) sino que estamos cumpliendo la legislación en el etiquetado que declaramos.
Les aseguro que si un soldado miente conscientemente, tanto como para dañar a la sede del Imperio, se descubrirá en una de esas intensas auditorías y no se habrán puesto los soles de Tatooine antes de que esté entregando la placa y soltando el casco de Stormtrooper.
Vamos, que todo es cierto salvo algunas cosas. Pero en breve lo analizaremos…
Blog: Cartas desde el Imperio
Twitter: @farmagemma
Razón: La industria alimentaria nos engaña, pero ¿siempre? ¿Quién hay detrás del diseño y desarrollo de un producto? Los buenos.
Temática: Análisis de las diferencias entre el diseño y desarrollo de un producto, quién lo hace y con qué intención. ¿Todos somos de los malos? NO. Hay mucho trabajo detrás de un producto alimenticio.
Antiguo alumno: Gemma del Caño Jiménez.
Especialización: Máster en Biotecnología, Investigación y Seguridad Alimentaria de la UEMC. Especializada en I+D y calidad en Industria Alimentaria.
Profesor responsable: María Cruz Rey de las Moras (Dpto. de Ciencias Experimentales de la UEMC).