La globalización e internet se han unido a un tercero en discordia para crear una combinación letal para el periodista de investigación: el tiempo. En una sociedad donde las noticias se conocen al momento, aunque sucedan en la otra punta del planeta, lo pasado carece de interés y la información se convierte en una carrera de 100 metros lisos, en la que perder no es una opción, sea cual sea su coste.
Al igual que un atleta tiene una metodología, el periodista también debe tenerla. La diferencia es que el deportista sabe del tiempo de que dispone antes de una competición y la adapta a ese tiempo. En cambio, el informador no sabe cuándo va a saltar la noticia y, desde que sale a la luz hasta que se emite, cada vez hay un menor espacio de tiempo en el que es imposible llevar a cabo tareas tan banalizadas como el contraste de la noticia.
Nunca fue tan cierto que el tiempo es dinero. En el momento en el que la información deja de ser primicia, aunque sea la única contrastada y de calidad, también deja de ser rentable. Pero en toda esta jungla de tiempos, actualidad, globalización… hay un pequeño remanso de paz, aunque cada vez más rodeado de caos: el periodismo de investigación. Este superviviente carece de la presión de la actualidad ya que la genera él mismo con sus propios ritmos y para desarrollar su trabajo necesita de manera imprescindible de todas aquellas cuestiones consideradas banales por la inmediatez.
Un periodista de investigación recuerda a los detectives de las películas policiacas antiguas con un ritmo lento, cuidadoso, mimando los detalles porque en ellos está la clave y no declarando un culpable sin pruebas. Pero estas producciones hace tiempo que dejaron de ser rentables, y así mismo ocurre con los medios, demasiado impacientes, demasiado metidos en el frenesí de la carrera como para detenerse en un producto cuyos beneficios no son inmediatos.
La sociedad hace tiempo que baila al ritmo que este curioso trío ha formado, pero el periodismo de investigación, acostumbrado a otro compás, crea un conjunto disonante en el cual sus principios desafinan con la base actual, teniendo como resultado una melodía difícil y confusa de escuchar y, por tanto, en la que no se quiere invertir.
Razón: Artículo de opinión en el marco de la asignatura Periodismo de investigación tras reflexionar sobre las presiones sobre este tipo de periodismo.
Temática: Periodismo de investigación y periodismo de calidad demandan otros ritmos de trabajo.
Alumnos: Carmen Salamanqués Duque.
Curso: 2020-2021.
Asignatura: Periodismo de investigación || Concurso vuelcatero 2020-2021.