Tengo una resaca del momento exacto, donde el abrazo eterno de la felicidad es la magia que me hace desear.
La tranquilidad del microsegundo cuando sabemos que ese instante es un escape de una realidad, en la que la lluvia de emociones sólo son un volcán, a punto de erupcionar.
Un grito silenciado en una garganta que tiene una bomba que explota por dentro. Cada grito es una detonación para cada concierto que la voz emite en directo, arrasando todo a su alrededor.
Me tomé mi tiempo para decidir qué es lo que quería. Le di la vuelta a la arena que cae y le pedí a ese ente que ralentizara su continuo correr. Porque esta vez, quiero asimilar que mi mente merece un abrazo con sabor a sal.
Dejé de sentir el peso sobre mis hombros, mi corazón tuvo un subidón que me lanzó a tres metros sobre el cielo, con la ventaja de que, aunque no tuviera paracaídas, tenía tus brazos que amortiguaban la caída.
Me recorre un escalofrío, pero no porque tenga frío, sino por esa aura que desprendes y me sumerge en una resaca de la que el alcohol sólo vi colgado en la pared.
Una calma que preocupa a la tranquilidad, esperando una tormenta que viene cargada de rayos gigantes, de truenos cargados de tambores que suenan con exceso.
Ella tiene una resaca emocional en la que en la lejanía se oyen los ecos de la tranquilidad.
Una falsa felicidad inducida por una resaca a la que llamamos emocional.
Razón: La alumna Lydia de Manuel de Cantos colabora en Vuélcate con sus aportaciones literarias en forma de relato corto y prosa poética y a modo de reflexión.
Temática: Sensación subjetiva de felicidad.
Alumnos: Lydia de Manuel de Cantos.
Especialización: Máster en Dirección y gestión de Marketing Digital y Social Media.
Profesor responsable: Carolina Pascual Pérez (Dpto. Ciencias Sociales).