Entraron y subieron las escaleras hasta el cuarto. Allí Antonio se tumbó en la cama y la pareja se sentó al lado.
– Hermano, para decir que no has mejorado, has aguantado más de lo yo lo habría hecho.
Antonio tenía la mano, justo cerca de la zona del corazón, habló susurrando y entrecortado, suspiraba a cada palabra.
– No digas gilipolleces. Tú habrías aguantado.
– ¿Estás bien?
– Mareado.
– ¿Desde cuándo?
– Desde antes de que vinierais.
– Haberlo dicho, joder, te habría ayudado.
– El orgullo me lo impedía un poco.
– Pues ahora mismo duerme hasta que venga tu primo.
Antonio cerró los ojos. A los cinco minutos, ya estaba roncando.
– Vale, enana, ya duerme, déjame ver los brazos y las piernas.
– ¿Para?
– Me apuesto lo que quieras que te habrás hecho alguna herida con lo del árbol.
– Sí que tengo, pero son raspones. Crystal, ¿qué te pasa?
– Nada. ¿Por?
– Estás muy raro; con todo.
– Soy raro.
– Estás más raro de lo que ya eres de por sí. ¿Qué te pasa, en serio, Crystal?
– Nada, amor. Duerme un poco hasta que venga Flow; si quieres.
Ángela no estaba muy convencida, sospechaba algo.
– Vale…, pero podrías traerme alguna infusión; me apetece menta poleo.
Crystal asintió y se fue. Cuando iba a seguirle, Ángela me llamó.
– Jade, a Crystal le pasa algo, me voy a hacer la dormida; pregúntale tú a ver si a ti te lo cuenta, por favor.
Se tumbó al lado de Antonio. Yo asentí. Al poco, entró con la menta poleo en mano, vio que estaba dormida, dejó la taza en la mesilla, le besó la frente y se sentó en el suelo enfrente de la cama apoyándose contra la pared. Tenía los codos sobre las rodillas, las manos en las sienes y la cabeza agachada. Decidí acercarme.
– Crystal, ¿qué te pasa?
– Nada, Jade. ¿Por qué todos lo preguntáis?
– A lo mejor porque estás así tirado en el suelo.
– Se me nota demasiado que estoy mal ¿no?
– Bastante. Si no quieres contárselo a ella, desahógate conmigo.
– Te lo ha pedido ella, por eso me ha hecho ir a por la infusión ¿no?
Me quedé mudo.
– Quien calla otorga. Dile, aunque me estará oyendo, que me voy un momento al coche; ahora vengo. No me sigas.
Se levantó y salió del cuarto. En cuanto se oyó la puerta de la entrada, Ángela se levantó y cogió la taza que le había dejado.
– Gracias por intentarlo. Le pasa algo grave; si no, no estaría así. Tengo que ir a verle.
– Tal vez deberías dejarle solo, está como gato panza arriba.
Era Antonio quien hablaba.
– No puedo, ahora es cuando más me necesita. Me da igual lo demás.
– Pues entonces ve con él. Me quedo aquí.
– No puedo dejarte solo.
– Sí puedes, vete ya.
Le abrazó, dio un sorbo a la infusión y dejándola en la mesilla, abrió la puerta.
– Muchas gracias, ni te muevas de aquí.
Para una lectura más rápida o involucrarse más en la historia también estoy en mi blog: salvamedemimismo.wordpress.com o en Wattpad: Sálvame…de mi mismo @hija_de_osiris
Razón: Oculta bajo el seudónimo de Radio Rebelde -como en la película de Disney- está una persona ambiciosa y enamorada de una historia que es mucho más de lo que parece al ser leída. Es la única forma que tengo de expresarme luchando contra mi miedo de ser juzgada.
Temática: Historia de ficción, de luchas, amores rotos, otros correspondidos y reflexiones sobre todo pese a ser en contra de lo estándar.
Alumnos: Radio Rebelde.
Curso: 2021-2022.
Profesor responsable: Carolina Pascual Pérez (Dpto. Ciencias Sociales).