Ya había amanecido cuando salieron de la habitación. Parecía que había ido bien, salían bastante contentos, con una sonrisa dibujada en la cara. Salieron los cuatro juntos, bajaron a su habitación a coger la bolsa, se reencontraron en la puerta del hotel y subieron al coche.
La furgoneta salió primero, detrás el coche. Iban a toda mecha, a 180 km/h. Él con sus gafas de sol, ella con las suyas y con un pañuelo adornando su cuello y bailando con el aire. Parecía que todo el rollo de los mensajes había cesado de angustiarles. Después de horas de viaje, pararon en un merendero. Los cuatro se sentaron en una mesa y se quedaron en silencio durante media hora. Parecía una guerra de miradas, intentando saber lo que pensaba el uno del otro. Ya se sabe que los ojos son el reflejo del alma.
Después de esa media hora, al final de un gesto, la mujer fue al coche, cogió la bolsa y la puso encima de la mesa separando a las dos parejas. Sacó un papel y el otro señor un boli. Era un contrato de confidencialidad que implicaba la muerte en caso de incumplimiento. La pareja asintió y firmó, primero ella y luego él.
Recogieron el boli, enrollaron el papel y se lo guardó en el bolsillo interno de la chaqueta. Abrió la bolsa poco a poco. No pude ver lo que había, se pusieron los cuatro por encima de ella, pero en la pareja de la furgoneta se les dibujó una sonrisa enorme en la cara. A los pocos segundos cerró la bolsa. Mientras la mujer llevaba la bolsa al coche, él miró fijamente al otro hombre y se dieron un fuerte apretón de manos, cerrando el trato que habían hecho. Cogieron el coche y se fueron de aquel merendero. Esta vez salió primero el coche negro y luego la furgoneta. Salieron a la autopista, iban a toda velocidad dirección Francia. Pasaron siete horas, el sol ya empezaba a caerse, cuando pararon en una gasolinera de poca monta. No sé cómo es posible que en todo el viaje, desde que empezó toda esta locura, no hubiesen rellenado la gasolina hasta ahora, pero, bueno, rellenaron el depósito a tope y continuaron su viaje.
Esta vez conducía el hombre, la mujer dormía en el asiento del copiloto, la furgoneta siempre pegada al culo del coche mientras avanzaban a 200 km/h por la Ap-7. Llegaron a un peaje, mientras esperaban su momento de pagar, él la besó en la frente, se despertó y la volvió a besar esta vez en los labios. El coche avanzó, volvieron a parar y se miraron, ella parecía preocupada, él lo notó, le acarició el pelo mientras le decía que todo iba a salir bien.
Ella le besó y sin querer hizo que los coches se pusieran a pitar por no avanzar. Ya les tocó pagar, llegaron a la taquilla, se quitó las gafas de sol, pidió el dinero a la dama y pagó los trece euros de peaje.
Se abrió la barrera, se reunieron con la furgoneta que iba por otro carril y siguieron su camino hacia Francia.
Para una lectura más rápida o involucrarse más en la historia también estoy en mi blog: salvamedemimismo.wordpress.com o en Wattpad: Sálvame…de mi mismo @hija_de_osiris
Razón: Oculta bajo el seudónimo de Radio Rebelde -como en la película de Disney- está una persona ambiciosa y enamorada de una historia que es mucho más de lo que parece al ser leída. Es la única forma que tengo de expresarme luchando contra mi miedo de ser juzgada.
Temática: Historia de ficción, de luchas, amores rotos, otros correspondidos y reflexiones sobre todo pese a ser en contra de lo estándar.
Alumnos: Radio Rebelde.
Curso: 2018-2019.
Profesor responsable: Carolina Pascual Pérez (Dpto. Ciencias Sociales).