La Real Academia Española tiene catorce definiciones sobre lo que es el amor. La primera dice: “sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser”. Personalmente, no creo que las personas partamos de una insuficiencia y por ello nos lanzamos a buscarlo a cualquier sitio creyendo que el amor está a la vuelta de la esquina, como si nos estuviese esperando con un cartelito que ponga “hola, aquí está lo que te falta”. La segunda definición dice: “sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear”. Esta definición me gusta más, bueno, no es que me guste más, es que se asemeja más a lo que creo que es el amor y sobre todo a lo que estoy viviendo yo.
Siempre nos han vendido en las películas y en los libros que el amor entre dos personas es cuando él sale corriendo detrás de ella antes de que coja un taxi para irse y no volver, o cuando Richard Gere aparece en una limusina con un ramo de rosas en busca de Julia Roberts para tener un final feliz. Qué mal nos han vendido la idea del amor. Amor para mi es otra cosa, amor es cuando quedas con una persona y sabe como tomas el café (con leche y dos de azúcar), es saber que algo va mal, aunque sea por un mensaje de Whatsapp, es presentarse por sorpresa con unos bocadillos porque sabes que él lleva todo el día trabajando y no ha comido. Amor es sonreír cuando le ves por primera vez en un acuario viendo a los delfines, es despertarte una mañana de domingo con resaca y sentirte la persona más afortunada del mundo sólo por tenerlo a él durmiendo a tu lado.
Es gracioso, porque llegó cuando ni siquiera nos buscábamos y se quedó para demostrarme que el pasado a veces nos prepara a base de golpes para lo bueno que viene después. Para enseñarme que es lo que quiero y lo que no quiero en mi vida y traerme justamente lo contrario. Dicen que lo mejor se encuentra cuando no se busca, y sino que nos lo digan a nosotros. Nos encontramos cuando más nos intentábamos convencer de que no necesitábamos a nadie y ahora somos los mismos que no sabemos estar el uno sin el otro. El golpe de suerte del karma, su as mejor guardado bajo la manga para la última partida. All in y sin remordimientos. Lo elegí porque no me dio ninguna razón para que lo hiciera y aún así me hace sentir que no quería estar en otro lado que no fuera él. Lo elegí con la libertad de poder no hacerlo y, sin embargo, lo hice. Elecciones. Al fin y al cabo, en eso se basa la vida.
Podría darte mi propia definición de lo que es el amor, pero no me parece justo ya que cada persona tenemos la nuestra y así es como debe ser, pero si en algún momento tuviese que definirlo sería él. Él es amor, él hace que todo parezca más fácil y más llevadero, hace que la cosa más insignificante de la vida como saber que no me gusta el chocolate sea divertido por la cara de sorpresa al enterarse. Él es esa persona que siempre consigue sacarme una sonrisa por muy mal que están las cosas. Si que tengo claro que si nunca abrazaste a alguien mientras por dentro le pedías a la vida “por favor, que nunca me falte”, entonces no vengas a hablarme de amor.
La Real Academia Española tiene catorce definiciones sobre lo que es el amor, pero lo que no sabe es que la definición perfecta de amor es él y todo lo que me hace sentir estando a su lado.
Y si algún día lees esto que te he escrito, gracias por ser amor en todos los sentidos.
Razón: La alumna de Comunicación audiovisual, Silvia de Frutos Velasco, comparte un texto suyo con la comunidad UEMC y lo presenta al III Concurso vuelcatero 2021-2022.
Temática: Definiciones de amor.
Alumnos: Silvia de Frutos Velasco.
Curso: 2021-2022.