La bióloga expone la importancia y necesidad de los insectos para la preservación del medioambiente.
La conservación de la biodiversidad es el elemento que aporta equilibrio en el medioambiente. La doctora en Biología, Patricia Casanueva, explica que «cuando desaparece una especie se altera la armonía del ecosistema y, por lo tanto, afecta al ser humano».
Asimismo, Casanueva ha desempeñado líneas de investigación en parasitología animal, salud ambiental y calidad del agua. Una de las especies que advierten sobre esa calidad son las libélulas. Estos insectos habitan en lugares húmedos, por lo que se pueden encontrar en ríos, charcos, lagos o zonas pantanosas. «Aunque acudas a sitios donde existan espacios acuosos, si no están bien conservados y no es época de calor, no vas a encontrar libélulas», afirma Casanueva.
La bióloga cuenta con varias publicaciones relacionadas con este animal, como el libro Libélulas en el Sistema Central. Esta publicación surgió en colaboración con otros compañeros que operan en su mismo ámbito y está basado en su experiencia de trabajo en el campo. «Nos decantamos por investigar este insecto porque nos parece un magnífico indicador de calidad de agua, además de que es un animal fácil de estudiar», explica la investigadora.
Actualmente, hay alrededor de 6000 especies de libélulas a nivel mundial y todas ellas contribuyen en la cadena alimenticia debido a que se nutren de otros insectos como mosquitos, pero también tienen sus depredadores como los pájaros o los anfibios cuando son voladoras, y los peces cuando son larvas. «Cada libélula se alimenta en función de su tamaño, por lo que las más grandes comerán más mosquitos o de mayor tamaño, pero no se puede usar a este animal como controlador de plagas en poblaciones, debido a que estos insectos no viven en zonas habitadas por el hombre», destaca la científica.
A pesar de que las libélulas sean un grupo animal abundante, también existen especies que se encuentran en peligro de extinción, por lo que se hacen estudios de las más perjudicadas. «Para conocer la situación de cada especie se realizan inventarios para conocer si ha aumentado o disminuido su presencia en una zona y, si la cifra es inferior al estudio anterior, es lo que marca si se encuentra en la categoría de preocupación, si están amenazadas, son vulnerables, están en peligro, o se encuentran en peligro de extinción», apostilla Casanueva.
El problema actual es que se necesita más dinero y profesionales para poder llevar a cabo investigaciones en aquellos grupos de los que no se ha podido obtener información, y esto se debe a que «la conservación de la naturaleza no es la preferencia primordial de la gente».
A esto se suma el papel del ser humano ya que al usar fitosanitarios en sus labores agrícolas, principalmente, se contamina el agua y afecta a la libélula, lo que provoca que «en todas las zonas acuosas haya el mismo tipo de libélulas debido a las características que presenta el agua».
Además, la bióloga Patricia Casanueva explica que el ser humano también forma parte de la naturaleza por lo que debe ser crítico y respetar al resto de especies. «El ser humano piensa que es el centro del universo y eso es un error, porque al igual que las libélulas, es un eslabón más en la cadena y tiene que contribuir a conservar la biodiversidad».
Razón: Los alumnos elaboran entrevistas a científicos de la UEMC en los apartados de Periodismo científico y medioambiental correspondientes a la asignatura Periodismo especializado. En este caso, los alumnos aprovechan que la bióloga, Patricia Casanueva, ha publicado un libro durante el curso académico 2019-2020: Libélulas en el Sistema Central, junto con otros investigadores.
Temática: Libélulas y biodiversidad.
Alumnos: Nuria Sastre García e Íñigo Seoane Prieto. Fotografía: Patricia Casanueva.
Curso: 2019-2020.
Asignatura: Periodismo especializado.