Memorias en mi corazón, otro relato corto

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Mi padre era un hombre muy ocupado que trabajaba horas, que a menudo trabajaba fines de semana. Un sábado desperté antes de tiempo y al escuchar que ya se iba bajé a preguntarle:

– ¿Por qué tienes que ir hoy a trabajar? Podríamos estar juntos…
Y contestó:
-No puedo, tengo asuntos más importantes que resolver.

Omití contestarle y me subí triste, sentí como si mi corazón se hubiera arrugado como papel de envolver usado.

Fueron pasando los años y nuestra comunicación iba empeorando, él parecía que ya no le importaba y yo trataba de evadir esos sentimientos de tristeza y decepción. Un día no pude más, ya no pude contener ese rencor y dolor que tenía dentro hacia mi padre, siempre traté de hacerme la fuerte, y ese día me derramé en lágrimas y me pregunté:

– ¿Cómo podría convivir con un padre ausente y todo el desamor que me ha dejado cada año de mi vida?

Quizá esperé la respuesta más positiva de mi parte pero no la hallé, cada decepción se me acumulaba y se proyectaba en cada aspecto de mi vida, a veces la trataba de disfrazar, pero siempre estaba ahí, intente comprender por qué era así, traté de hablar con él para tener una mejor comunicación, pero era como hablar con la pared, y, a pesar de todo, seguía siendo mi padre y le debía alguna clase de respeto, quise salvarlo de su ignorancia y tal vez liberarlo de su egocentrismo, pero de nada sirvió.

Tuve que aprender a convivir con su fantasma y que sus muestras de cariño sólo fueran con cosas materiales, con su manera tan errada de ver las cosas, con su interés repentino a cambio de algún favor, con sus ironías a destiempo y esas charlas sobre la mesa donde siempre tenía que tener la razón. Tuve que aprender a sobrellevarlo para aliviar tanto dolor o la depresión me sometería por siempre, tuve que hacerme fuerte de la nada para no derramar lágrimas en vano, tuve que lidiar con la soledad para no perder el amor propio, tuve que matar el impulso de gritarle todo lo que pensaba antes de que ese estallido interior me destruyera por completo.

Le debo todo a papá, por eso quiero darle las gracias y decirle que ha sido el primer hombre en romperme el corazón. Cada vez que me ignoraba lloraba a escondidas por un poco de su atención, a cada reunión de mi colegio que no fue, me sometía a otra desilusión, cada beso que no me dio de buenas noches me hizo menos independiente, cada mentira que pronunció me mostró a la persona en que no me quiero convertir jamás, cada novia que priorizó por encima de mí me hizo entender que siempre habrá alguien más importante que yo.

Le debo a él todo lo que soy y en lo que me he convertido, le debo mis logros, porque en su no presencia en cada uno de los momentos más importantes de mi vida me destrozó el corazón, y me enseñó a reconstruirlo con esmero y dedicación, le debo mi independencia emocional, porque, a falta de su apoyo moral, me impulso a buscar mis propios horizontes para salir adelante y siempre ver el lado positivo a las cosas por más que la situación esté mal, aprendí a encontrar fortaleza en la soledad y a disfrutar de mi propia compañía, descubrí la capacidad de sanar mis propias heridas emocionales y crecer a partir de ellas, desarrollé una mayor resiliencia emocional y mental para afrontar las dificultades y aprendí a manejar el rechazo y la decepción de manera constructiva, esto me ayudó a crecer y me enseñó lecciones valiosas que fueron mi oportunidad de crecimiento y autodescubrimiento, al no tener un modelo paterno, tuve la libertad de explorar y definir mi propia identidad.

Gracias a eso, pude descubrir mis valores, pasiones y sueños sin las limitaciones o expectativas de alguien más. Aprendí a escuchar mi voz interior y a confiar en mi intuición para tomar decisiones que resonaran con mi auténtico ser, tuve un empujón drástico de consciencia que me hizo ver que dependía de mí misma para alcanzar mis metas y convertirme en la persona que quería ser, me liberé del resentimiento y abrí la puerta a la sanación.

Y, finalmente, comprendí…
“No puedes cambiar a una persona, simplemente amarla”.

Razón: La alumna de Comunicación audiovisual, Edna Yutzil Zárate Yerena, comparte este relato suyo con la comunidad UEMC y lo presenta al V Concurso vuelcatero 2023-2024.
Temática: Falta de atención paterna.
Alumnos: Edna Yutzil Zárate Yerena (movilidad internacional: México).
Curso: 2023-2024.

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