LATINA & BOUGIE, en Silueta con voz de mujer

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Altiva, sensual y mostrando una mirada con cierto aire de misterio entra en escena con una silueta impresionante por la ancha pasarela del andén. Indudablemente, esto fue lo que le cautivó el primer día que la vio.  Era martes y un día lluvioso del mes de diciembre. Apenas podía articular palabra alguna. Se sentía abrumada.  No era para menos. Acababa de llegar a la gran manzana: Nueva York. Su sueño se había convertido en casi realidad. Y digo, casi, porque de ahora en adelante tendrá que tratar de comunicarse como gato panza arriba en un idioma que consideraba frío y distante.  No obstante, debía hacer frente a este reto lingüístico; el idioma de mayor comunicación y divulgación cultural en la nación norteamericana. No lo puede negar. Sentía pavor de ser rechazada. Su aspecto físico podía considerase como el de una mujer hispana o latina en el territorio norteamericano. Se respiraba un aire distinto, ya que una oleada de nuevas restricciones había entrado en vigor en la política de inmigración.

¿Pero qué significaba ser hispana? ¿Por qué le podrían considerar latina en Norteamérica?  Dos preguntas sin respuestas ante la incertidumbre antes de pasar el Control de Aduanas. Habría que matizar que el término «hispano» comenzó a utilizarse ampliamente en la década de 1970 cuando una agencia del gobierno en Norteamérica, la Oficina de Censo, lo incorporó para denominar a los mexicano-estadounidenses, puertorriqueños y otras comunidades que tenían sus ancestros en los países donde se habla español.

No obstante, el término alternativo, latino, «se añadió al censo años después, cuando un grupo de personas objetaron que el término ‘hispano’ era ofensivo y destacaba la figura y trascendencia de los colonizadores (españoles)», según había escuchado en una entrevista radiofónica a Clara Rodríguez, profesora de sociología de la Universidad de Fordham (Nueva York) que investigaba desde hace años la representación de los latinos en los medios y las clasificaciones étnico-raciales. Tal parece que el término latino parecía ser más inclusivo. Eran tiempos modernos y ambos términos se usan indistintamente por instituciones de investigación y por medios de comunicación.

Ya fuese catalogada como hispana o latina, Yamilena estaba decidida a entrar con pie de plomo en la grandiosa y famosa urbe. ¿Se atrevería a mirar fijamente a los ojos del oficial de aduanas y pronunciar un Good morning con su tímido acento? Aunque el largo trayecto del viaje había sido extenuante, estaba convencida de que quería estar allí aquella mañana. Una mañana que cambiaría el resto de su vida. Fue en ese preciso instante cuando el oficial alzó sus ojos de color claro sobre el cristal de sus gafas bifocales. Incompresiblemente, se perdió en su mirada, es que el color de los ojos le encantaban, no eran ni verdes, ni azules como los suyos. Eran color café con leche, café que quita el sueño, café que produce mil desvelos y desata desafíos. No podía dejar de observar tanta belleza y picardía en un rostro. Le llamó la atención el mensaje que tenía impreso sobre su camiseta de color mostaza: Latina & Bougie. Fue amor a primera vista.  Y sin sospechar que sería correspondido, le preguntó la dirección donde se hospedaría en la ciudad. Era lo habitual. Su labor ante todo consistía en formular varias preguntas referentes al propósito de su viaje y estancia.

“Everything is correct”. “Welcome to the United States of America”, – le dijo James devolviéndole su pasaporte.

Le sudan las manos. Por ello, Yamilena siente la necesidad de caminar de prisa, porque se siente observada en todo momento por él. Aquel hombre tan serio le había impactado. Deseaba voltear su rostro y toparse con su mirada. Pero debía proseguir el trayecto hasta la salida donde recogería su equipaje con el fin de encontrarse con su tía, quien la esperaba a la salida de la Terminal A del Aeropuerto John F. Kennedy.

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Una semana más tarde…

Abducida por los escaparates de Delancey Street, Yamilena bajó las escaleras de la modesta vivienda donde se alojaba con su tía. Eran las 6:24 de la tarde. La hora propicia para descubrir por sí misma lo que sería por escasos meses su vecindario. Sin embargo, su tía se había empeñado en que esta vez su estancia junto a ella se prolongara hasta verla convertida en toda una profesional. Por ello, se empeñó en que su sobrina mejorase sus destrezas comunicativas en lengua inglesa y le pagó unas clases de Business English en The Wall Street English Center. Ya eran casi las 7:00 de la tarde y Yamilena debía asistir a sus clases de lengua inglesa. De repente, una inexplicable sensación de hormigueo le recorre todo el cuerpo. ¡Qué agradable sorpresa! James estaba junto a la puerta continua del centro de enseñanza. Fueron eternos segundos de asombro y silencio entre ambos, pero el sentimiento que comenzaba a crecer era certero. Dos mundos. Dos culturas casi irreconciliables destinadas a proseguir caminos que de una manera u otra se entrelazan.

-“Hey, you  Miss. Latina & Bougie”. “Would you like to have a coke with me after your class”- le preguntó mirándola fijamente.
– “Sure, Sir, but also I will teach you how to speak Spanish”– le respondió ella.

YAMILENA Bougie

Bougie: alguien que se considera de clase media, pero quiere ser de clase alta y está decidido a vivir un estilo de vida más rico, llamativo y lujoso.

Razón: Silueta con voz de mujer responde al nombre de la colaboración literaria mensual que la profesora del Grado en periodismo semipresencial, Ruth Amarilis Cotto Benítez, efectuará en Vuélcate. Se trata de una serie de relatos cortos que empoderen a las mujeres.
El logo de su colaboración ha sido cedido por el pintor Alejandro Conde. Se trata de su obra titulada Mujer con sombrero. Y este mismo pintor colabora con otras obras cedidas para ilustrar específicamente algunos relatos de la autora.
Temática: Amor.
Profesor: Ruth Amarilis Cotto.
Especialización: Filología Inglesa. Dpto. Ciencias Sociales (UEMC).

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