Auguste Comte, filósofo y matemático francés, fue el primero en utilizar el término positivismo. Dos siglos más tarde, el filósofo español Jesús Zamora, hace uso de él para defenderlo como un humanismo.
A lo largo de nuestra vida pasamos gran parte del tiempo razonando, discutiendo o negociando, según nuestro propio criterio. Un criterio que hemos ido adoptando según nuestras experiencias, las que nos definen como personas.
Luchamos por nuestros pensamientos a capa y espada y, en realidad y como defiende Zamora, estamos en nuestro derecho de hacerlo porque, si hay algo que nos define, es que somos libres para pensar lo que queramos. Pero Jesús Zamora reconoce que las múltiples experiencias con que disfrutamos deberían incluir una etiqueta especificando que, a pesar de aportar felicidad, no siempre están sujetas a un conocimiento veraz.
Por este motivo, el autor promueve el positivismo, un positivismo reflexivo para huir de aquellos pensamientos erróneos ajenos a demostraciones empíricas y poder también disfrutar de esa libertad de la que disponemos, tanto para pensar lo que se quiera, como para tener la posibilidad de elegir si guiarnos por nuestros ideales o por un conocimiento científico en el que no quepa el error, asumiendo en ambos casos sus consecuencias.
Razón: Artículo de opinión en el marco del periodismo científico sobre el “El positivismo es un humanismo”, capítulo del libro de Jesús Zamora (2005) Ciencia pública-ciencia privada: reflexiones sobre la producción del saber científico. México. Fondo de Cultura Económica.
Temática: Importancia de la libertad para pensar lo que uno quiera y de lo que se crea sea cierto.
Alumnos: Carla García.
Curso: 2016-2017
Asignatura: Periodismo especializado.