Tenía un dolor de cabeza terrible, mi boca estaba seca como un desierto, abrí los ojos, estaba tumbado boca abajo en el borde de mi cama con casi medio cuerpo fuera. Lo primero que vi fue una botella de whisky medio vacía y el cenicero plagado de colillas y ceniza, al mirar hacía el suelo vi una cajetilla de tabaco con una chusta de porro dentro, debió ser que mi yo pasado pensó en mi yo futuro por una vez en su vida. Me estiré para lograr alcanzarlo, lo cogí junto al mechero que estaba tirado junto a la cajeta, me incorporé, lo saqué, lo prendí y le di una fuerte calada. Al exhalar el humo me percaté de que había unas bragas, un sujetador y un vestido tirados de mala manera por el suelo, el vestido más bien parecía una manta, me pregunté qué coño hacía eso en mi habitación a la vez que un estruendo llegó a mis oídos. Era como si un horrible troll yaciera junto mí, me di la vuelta y la verdad es que tampoco me equivoqué demasiado, era una enorme mujer con denso vello por todo su cuerpo, roncaba estrepitosamente a la vez que una corriente de agua caía por su boca e inundaba la cama. Nunca había visto a nadie babear de aquella manera, me parecía repugnante a la vez que fascinante. Observando aquella mujer mientras me acababa mi pequeño porro y bebía un poco de aquel whisky me di cuenta de que yo estaba vestido por completo, no sé qué debió pasar, pero tampoco quise preguntármelo. Al acabar de fumar lo apagué en el cenicero di un último trago y me mentalicé para echar a aquella enorme marmota de mi casa.
Estaba recogiendo la ropa de mi desconocida amiga cuando de repente la puerta de mi habitación se abrió bruscamente. Era Belf un… amigo podríamos decir. Tenía mi edad, era guapete el chaval, y en resumidas cuentas era el típico grandullón temperamental con bastante mala ostia que no se andaba con rodeos y se desvivía por sus amigos. No sé qué cojones hacía en mi casa. Tal vez entró conmigo por la noche, pero no lo sabía, no me acordaba de nada, para variar. Me cogió la ropa sin decirme nada y enfurecido levantó de un plumazo a la mujer, ella tampoco se inmutó mucho ya que se levantó con más resaca que yo. Los ronquidos por fin cesaron – qué cojones haces- medio susurró con tono cansado nuestra amiga. Belf por otro lado la contestó textualmente: » Cállate la puta boca y vete a tomar por culo que tengo cosas que hacer». Así era él, pero la verdad es que era efectivo porque junto a esa solemne frase y, a la cara de psicópata que tenía, la chica se fue corriendo sin vestirse.
Se oyó cómo la puerta de la casa se abrió rápidamente y se cerraba de golpe. Al parecer la chica estaba asustada, tampoco me extrañó, no son los buenos días que uno más desea. Belf se giró y me miró para hablarme cuando Rolan de repente entró por la puerta. Había reunión de amigos, parecía ser. Rolan también tenía nuestra edad y al contrario que Belf era mucho más relajado, racional y comprensivo; básicamente era lo contrario a él, de complexión normal, y al igual que Belf era guapete o eso pensaba yo de ellos, ya que los dos ligaban mucho a pesar de sus diferencias de personalidad y físicas. Eso sí, se llevaban como el perro y el gato.
– Ocram ponte el traje, ¡joder! que vas a llegar tarde, no sé qué haces con tu vida…- me ordenó enfadado Rolan.
– Eh, tranquilo que ayer nos liamos porque necesitábamos beber algo- contestó Belf. Me fijé que los dos llevaban ya los trajes negros.
– Si a ti te parece normal que lleguemos tarde en una ocasión como esta y que el día antes os emborrachéis como putos bestias pues vale, pero a mí no me lo parece. Venga Ocram mueve el culo que voy arrancando el coche.
Sin decir nada más Rolan se fue y nos quedamos Belf y yo solos.
– Qué puto pesado que es el payaso- balbuceó Belf mirando a la puerta-. Bueno tú, ¿al final cómo vamos a hacerlo? ¿Has pensado en algo ya?
– ¿Pero cómo sigues pensando en eso después de todo lo que ha pasado? respondí cansado mientras me ponía la camisa.
– Con más razón para hacerlo. Qué pasa que no corre la ira por tus venas, ¿vas a dejar que ese hijo de puta se salga con la suya? ¡Tiene que pagar por lo que ha hecho!
– No lo sé coño, ¿¡qué quieres que te diga!? ¡estoy harto! Ya veré… De momento vamos al entierro que ya es suficiente como para estar dándole vueltas al temita.
Me terminé de vestir mientras Belf insistía e insistía sin descanso, yo no le contestaba. Con el traje puesto bajamos por las escaleras del portal, él seguía insistiendo, -¡Vamos joder, hay que vengarse de ese cabronazo! –decía-. Yo acongojado y con la sangre hirviendo, sentí la más profunda de las rabias e impotencias que había vivido jamás. Salimos del portal, Rolan ya estaba en el asiento del piloto del viejo Seat Ibiza listo para irnos. Belf mientras caminábamos hacia el coche seguía insistiendo – Venga sabes que quieres hacerlo, debes hacerlo- esta vez y por consuelo para mí, insistió en voz baja para que Rolan no se enterase. -Cállate ya que al final nos va a oír cojones, después lo hablamos – le contesté exasperado-. Sin mediar ni una palabra más, seguimos andando hasta llegar al coche.
Belf se acercó a la puerta del copiloto y le pidió a Rolan que le dejase conducir; este como ya sabe cómo se pone, bajó del coche sin decir ni una palabra, y con un gesto de enfado se montó en el asiento de atrás. Yo me senté en el del copiloto. Belf dio marcha atrás para sacar el coche del aparcamiento y se puso rumbo al cementerio.
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Razón: El alumno Diego Pérez Recio publica en Wattpad sus relatos y ha querido compartirlos con la comunidad UEMC mediante la sección denominada Ocram con la que pretende emocionar y conectar con el lector.
Temática: Ocram se halla en el borde de la desesperación. Cuando la deuda es alta y el enemigo es superior, solo cabe esperar un resultado.
Alumnos: Diego Pérez Recio.
Curso: 2020-2021.
Profesor responsable: Carolina Pascual Pérez (Dpto. Ciencias Sociales).