Las primeras crisis de nuestro fútbol (I). Tres largos campeonatos

En los comienzos de los años 30 del siglo pasado se cuestionaba la cantidad de partidos y competiciones, el profesionalismo, el sistema de designación de los árbitros, el Montepío de los futbolistas y hasta la capacidad del equipo nacional en su primera cita Mundial en Italia.

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Si la primera liga española de Primera división data de 1928-29, no mucho tiempo hubo de pasar para que el fútbol encontrara sus primeros obstáculos y zancadillas. Era algo lógico. Sólo que si ahora estas dificultades son propiciadas por las deudas económicas, la violencia ultra, el poder de la televisión o la huida de los aficionados de los campos, antes eran otras las preocupaciones del fútbol patrio. En esta publicación desglosaremos los lejanos años treinta del siglo pasado, los de la consolidación del fútbol español hasta llegar a lo que fue la primera participación española en un Mundial, el de Roma de 1934, con la figura de Mussolini siempre presente.

Sin el amparo de la Federación, en el año 1928 se disputaron dos campeonatos paralelos. Uno fijado por los que apoyaban la línea minimalista, formado por los equipos campeones de España (Copa del Rey), y otro imbuido por los maximalistas, en el que aparecían muchos más conjuntos. Sin embargo, ninguna de las dos competiciones llegó a concluir con lo que en febrero de 1929 se intentaba y se conseguía poner en marcha un campeonato de Primera división entre los diez clubes más destacados que concluiría en junio con victoria del FC Barcelona. De forma paralela, surgía otra categoría por debajo, la Segunda división. Se daba inicio así a las primeras ligas oficiales de fútbol.

Tres campos en Valladolid

En Valladolid, el incipiente fútbol local ya regurgitaba en los comienzos de los años veinte con tres campos de fútbol; el de la Plaza de Toros, la Ferro o la Victoria y con los equipos: Los Luises, Ferroviaria y Español. Todo avanzaba hacia 1928 año en donde de la fusión del Real Unión y el Español nacía el Real Valladolid cuyo primer partido oficial del Campeonato regional fue ante la UD Burgos el 7 de octubre con un marcador de 12-0 para los blanquivioleta, amén del disputado de inauguración del campo contra el CD Alavés.

Con la llegada de la II República, los clubes y la propia Federación perdieron el título de Real y en el año 31-32 y siguientes se diputaba un formato bastante curioso. Nacieron los campeonatos regionales o mancomunados que se iniciaron con éxito para dar más participación a escuadras, equipos y provincias diferentes, pero que tras un par de años en 1934 condujeron a una falta de interés notable y antes de la guerra del 1936 casi se paralizaron.

De esta forma, en ese comienzo de los años treinta, el fútbol se estructuraba en tres ‘episodios’: regional, liga y copa. Por un lado, los equipos disputaban primero el campeonato regional mancomunado. Así, el Real Valladolid, integrado en el grupo Castilla-Sur se veía las caras con Sevilla, Betis, Athletic madrileño, CD Nacional y Madrid (sin Real por la prohibición del régimen). La clasificación en esta competición ordenaba a los clubes para participar según su ubicación en la Liga de Primera división, en la Segunda o Tercera, lugar donde se postularon los blanquivioleta compartiendo categoría con Nacional, Castilla, Ferroviaria…Era el Valladolid primero de los hermanos Charcartegui, del portero Irigoyen, del centrocampista Gabilondo (del que se elogiaba su calidad), del ‘internacional’ Pablito López, de Antón Achandalabaso “El anchoas” o del goleador Sañudo que luego sería traspasado al Madrid en 1934. Por lo demás, en nuestro fútbol modesto se fusionaba la federación centro con la castellano y leonesa, con un total de 70 clubes repartidos en las diferentes categorías.

El 12 de diciembre de 1932, la revista ‘Campeón’ que recopilaba artículos de diferentes deportes y no solo fútbol, decía “el Valladolid, tipo de club modesto que sabe hacer compatible el decoro que le exige su posición deportiva con el incipiente batallar para escalar a las alturas, sabe preocuparse del equipo tanto como de los aficionados y para que estos puedan cómodamente presenciar los grandes partidos futuros, va a levantar una magnífica tribuna de cubierta volada de cemento armado, capaz para albergar a 800 espectadores. Esto por ahora. ¿Qué hará cuando sean campeones?”.

Algunos números más tarde se decía que la misma tribuna se haría con las aportaciones de los socios y que también se levantaría una piscina. Estamos hablando del campo municipal aledaño a la Plaza de Toros, que por lo que se sabe no llegó a albergar dicha piscina nunca.

Eran épocas en las que el fútbol también escribía sus primeros renglones y anécdotas. Un jugador internacional del mítico equipo del Arenas de Guecho conocido por Pedro Vallona (luego fue entrenador e incluso árbitro) se anotaba contra Inglaterra en la VIII Olimpiada de París un gol en propia puerta frente a Italia, así que este tipo de acciones en las que un futbolista sin querer metía un autogol en su propio marco comenzó a denominarse “el gol de Vallona”. No sólo eso, a España, se decía, le llamaban en Centro Europa y América “el país del penalty”, como que esta suerte se daba mucho en estas tierras; que los defensas eran muy duros o los delanteros muy pícaros. Tal vez las dos cosas. Los ingleses, recuerden inventores del fútbol, abogaban en ese momento por modificar el reglamento en el sentido de que el portero debía quedarse parado con los pies sobre la línea de meta hasta que el futbolista disparase la pena máxima. En tierras íberas, esto se veía como un auténtico “fusilamiento”. Una modificación cruel y antideportiva. “Sólo falta que además se le ate al poste y se le ponga una venda en los ojos”, se comentaba, aludiendo al portero. En una crónica de Pedro Escartín, éste reflexionaba que las reglas de juego debían de ser “un compendio de humanidad” y en este caso este derecho fundamental se saltaba a la torera.

Una vez concluido el campeonato regional respectivo (dividido en hasta 13 grupos) y la liga, comenzaba de forma irremisible el Campeonato de España (Copa del Rey después) en el que se veían las caras equipos de diferentes divisiones, aunque no había lugar a muchas sorpresas. Por lo tanto, la competición regional, la liga y el campeonato de España llevaba inexorablemente a una competición muy larga, con bastantes partidos, innumerables viajes largos en tediosos autobuses y tres competiciones que condujeron a muchas personalidades a alzar la voz en su contra ya que todo esto chocaba de frente con la preparación de una cita que ya veía en el horizonte: El Mundial de Italia de 1934.

Razón: Santiago Hidalgo Chacel publica periódicamente en el diario El Norte de Castilla un artículo de opinión de temática deportiva. Algunos de esos artículos junto con otros inéditos serán publicados mensualmente en Vuélcate en su columna Sin perder el norte.
Temática: El primer campeonato federado en forma de liga se disputó en España en 1928-29. El autor ha investigado cómo era el fútbol en esos años 30, las primeras zancadillas, los primeros problemas y soluciones… en una serie que se desarrolla en tres entregas.
PAS: Santiago Hidalgo Chacel. Gerente de la Fundación UEMC.
Especialización: Periodismo deportivo.

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