Cuando uno piensa en viajar a Marruecos, seguramente lo primero que le venga a la mente sea Marrakech. Sus zocos, sus callejuelas, el olor de sus especias, sus palacios, sus mezquitas, sus madrasas, sus deliciosos tés a la menta y, por supuesto, la omnipresente plaza Jemaa el-Fna, que siempre está llena de vida, son un reclamo difícil de rechazar. Su fama y popularidad son justificadas, de eso no hay duda, pero Marruecos es mucho más que Marrakech y las otras grandes ciudades del país. Marruecos tiene grandes tesoros que esperan a todo viajero.
Hoy os voy a hablar de lo que se conoce como la ruta de las mil kasbahs, un precioso recorrido que puedes hacer en coche desde Marrakech hasta el mismísimo desierto del Sahara. Aunque antes de nada, sería necesario saber que son las kasbahs, ¿no? Pues bien, una kasbah es una fortaleza o edificio fortificado típico de Marruecos. También se podría traducir como alcazaba, ya que ambas tienen el mismo origen etimológico. Por otro lado, está la palabra ksar, que hace referencia a una ciudad fortificada y no solo a un edificio. Es un término más amplio. Bueno, pues con los conceptos ya claros, es hora de ponerse en macha y comenzar el camino.
Tras sobrevivir el caótico tráfico de Marrakech pondremos rumbo hacia las montañas más altas de Marruecos, la cordillera del Atlas. Allí, lo más probable, es que crucemos por el famoso puerto Tizi n’Tichka que, con sus 2.260 metros de altura, es el paso de carretera más alto del país.
A menos de 80 kilómetros de allí se encuentra el ksar más espectacular de todo Marruecos, el ksar de Aït Ben Haddou, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1987. Sin duda alguna, este sitio es una parada obligatoria para todo aquel que viaje por esta zona del país. Ubicado a la orilla del cauce del río Ounila y rodeado de palmerales, esta enorme ciudad fortificada se eleva en la ladera de una colina desde la que se tienen unas vistas preciosas de todo el valle.
No muy lejos de allí se encuentra Ouarzazate, una ciudad de más de 70.000 habitantes que además es la capital de la provincia del mismo nombre. Se la conoce como la puerta del desierto, pero sobre todo por ser la cuna de las producciones cinematográficas del país. Allí se encuentran los Studios Atlas, famosos por haber sido el plató de películas como «Gladiator», «Asterix y Obelix: misión Cleopatra», «Prince of Persia: Las arenas del tiempo» o escenas de la serie «Juego de Tronos». Pero no solo hay cine en la ciudad, también cuenta con una de las kasbahs mejor conservadas y más interesantes de la zona, la kasbah de Taourirt.
Seguimos la ruta por caminos cada vez más áridos, donde el ocre es el color predominante, tanto por las montañas como por las casas de los lugareños. Solo el verdor de los palmerales rompe esta armonía monocromática. Pero bueno, es comprensible, cada vez estamos más cerca de nuestra meta, el desierto del Sahara.
Las siguientes paradas serán dos gargantas tremendamente fotogénicas, la garganta del Dadès y la garganta del Todra. La primera hace que la carretera zigzaguee como una serpiente por las laderas de la montaña y la segunda, con sus enormes paredes de roca de más de 160 metros, te hace sentir diminuto cuando la recorres. Incluso, si te gusta el senderismo, te puedes animar a hacer alguna ruta por esta zona y tener otra perspectiva de este lugar.
Volvemos a la carretera y seguimos cruzando pueblos donde parece que el tiempo se detuvo hace tiempo, donde la gente se sienta para ver la vida pasar, donde el burro es un estupendo medio de transporte e incluso donde los niños juegan sin la preocupación constante de sus padres por lo que les pueda pasar. Aquí la vida se mueve a otro ritmo, lento, pausado, mucho más tranquilo.
Cada poco, casi en cada pequeña población, te encuentras con pequeñas kasbahs, algunas en mejor estado que otras, pero todas con su encanto. Al fin y al cabo ésta es la ruta de las mil kasbahs y estas edificaciones que servían de protección a la gente de poder se han construido aquí desde hace siglos.
Nuestra ruta termina cuando nos acercamos a Merzouga. Allí se encuentra Erg Chebbi, el erg más grande de todo Marruecos, que pertenece al desierto del Sáhara. Para los que os preguntéis que es un erg, no es ni más ni menos que una región arenosa de un desierto. Y es que un desierto no solo son dunas y arena, también hay grandes zonas pedregosas.
Pero el viaje no finaliza a las puertas del desierto, ni mucho menos. Es posible y altamente recomendable pasar la noche en una jaima en medio de las dunas, disfrutar de la famosa hospitalidad bereber, sentir el auténtico silencio que tan difícil es de conseguir en las ciudades, ver un cielo estrellado como pocas veces hayas visto y disfrutar a la mañana siguiente de uno de los amaneceres más increíbles que puedas ver.
Esto es solo un esbozo de lo que puedes conocer durante esta ruta y lo mejor es que todo lo puedes hacer por tu cuenta, alquilando un coche y lanzándote a la aventura. No es un destino peligroso, ni mucho menos, es mucho peor quedarse con la espina clavada de no haber vivido la experiencia por miedo.
Blog: Notas de un viajero
Facebook @Notasdeunviajero
Twitter @notasde1viajero
Instagram Notasdeunviajero
Razón: Alberto Hernáiz González publica en su blog Notas de un viajero, guías y crónicas de los viajes que realiza alrededor del mundo. En Vuélcate, publicará sobre los destinos más atractivos para inspirarte en tus futuros viajes.
Temática: La ruta de las mil kasbahs desde Marrakech a Erg Chebbi, en el Sáhara marroquí.
PAS: Alberto Hernáiz González. Administrador de la plataforma e-learning Open Campus UEMC.
Especialización: Cronista y fotógrafo de viajes.