La románica iglesia de Santa María de Piasca (comarca de Liébana, Cantabria) es lo único que queda –a Dios, gracias– del originario monasterio de Santa María la Real de Piasca. Un animado, concurrido y voluble monasterio dúplice del que se tiene noticia allá por el 941.
La vida monástica en la Península Ibérica se desarrolló plenamente a partir de la conversión de los visigodos al catolicismo en el año 587, por obra y gracia del rey Recaredo. Quien yerra y se enmienda, a Dios se encomienda.
Monjes y monjas -que tanto monta- se juntaban en los monasterios. Cada uno en su casa, y Dios en la de todos. Pero también algunas monjas y monjes -que monta tanto- se juntaban en el mismo monasterio formando monasterios dúplices con miembros de ambos sexos, sometidos a una sola Regla, autoridad y presupuesto. Ante Dios todos somos iguales.
El II Concilio de Sevilla en 619 establece una normativa en torno a los monasterios femeninos, a los que pone bajo la protección y dirección de los monjes, pero rogando que se evite todo tipo de familiaridad de trato o amistad con las monjas. A Dios rogando y con el mazo dando.
Algunos años más tarde, mediado ya ese mismo siglo VII, surgieron algunas reglas como la Regula Communis que trataba de poner un poco de orden en el totum revolutum de monasterios mixtos, ya no solo los dúplices, sino algunas comunidades monásticas que se formaban de forma autónoma con familiares, vecinos, siervos… Quien a Dios tiene, ¿qué más compañía quiere?
El II Concilio de Nicea en el 787 condenó la creación de más monasterios dúplices por el peligro de que monjas y monjes pudieran pasar de juntarse a arrejuntarse. Santo Tomás, una y no más.
Pero en la península debimos hacer oído sordos y los monasterios dúplices continuaron hasta que en 1101 el Papa Pascual II le dijo al obispo Gelmírez que ya vale la tontería. Y es que Dios consiente, pero no para siempre.
Así que las monjas de nuestro monasterio lebaniego tuvieron que trasladarse a San Pedro de las Dueñas (Sahagún de Campos, León). Pero contra pronóstico, regresaron a Piasca para celebrar más Epifanías con los monjes; y así se repitió la ida y venida varias veces a lo largo de los siglos. Acá y allá, Dios dirá…
“…pero no estará permitido que el abad ni el que está al frente hablar a las vírgenes de Cristo, excepto a la que preside, de nada que se refiera a las instituciones de las costumbres; ni les conviene hablar frecuentemente con la que preside sola sino bajo el testimonio de dos o tres hermanas, de manera que sea rara la visita y la conversación absolutamente breve.” II Concilio de Sevilla (619).
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Razón: ‘Enfoque Tomix’ es una selección de imágenes comentadas con las que descubrir algo nuevo a través de la óptica particular de @DaniTomix (Instagram y Twitter).
Temática: Monasterios dúplices.
PAS: Daniel Tomillo Colomo. Departamento de Admisiones y Marketing UEMC.
Especialización: Observar, indagar para descubrir algo y aprender antes de dormir.