Lolita

Mira dos veces para ver lo justo. No mires más que una vez para ver lo bello. (Henry F. Amiel)

0
Enigma de mujer por Alejandro Conde
Enigma de mujer por Alejandro Conde

Cansada. Desilusionada, pero jamás vencida, Lolita toma la decisión de retirar el pañuelo de seda color verde esmeralda que estaba colocado sobre el espejo ovalado de su habitación. Había llegado el momento de encontrarse con la imagen de su deterioro físico. Son las 2.15 de la madrugada. Ni un minuto más ni un minuto menos. Le abate un mar de dudas y siente la necesidad de aceptarse así misma o no. Parece mentira cómo el tiempo había hecho mella descaradamente en su rostro. Su piel lozana y tersa había desaparecido como por arte de magia.

– ¡Cómo pasan los años! – pensó.

Eran tiempos difíciles para ella. Ya no eran los años excitantes de juventud plena. Años que se distinguieron por sus constantes viajes de locura y desenfreno.

Forzosamente, había optado por refugiarse entre las cuatro paredes de su apartamento y rehuir mirarse más en el espejo. Dejar marchitar su vida en represalia por la pérdida de su gran amor… su gran ilusión: el baile. Y así, anclada al pasado, se dedicaba a observar durante largas horas las imágenes de fotos carcomidas por el recuerdo que tenía sobre sí misma colgadas estratégicamente sobre las paredes de su salón de estar.

– Ésta… y ésta son las mejores – se decía a sí misma.

Aquella madrugada se aferraba a su pasado artístico. Mordisqueó sus uñas con sus perlados dientes con el fin de inmortalizar su vida. Le parecía escuchar los innumerables aplausos que la motivaban a contonear sus caderas al compás de sus pasos sobre el inmenso escenario.

Y esa era la gracia innata que la hacía singular entre sus compañeras de la más famosa revista musical parisina. Aunque el tiempo había transformado ese rostro que ella se negaba a ver y a aceptar, conservaba una estilosa figura para su edad. Sus largas y sensuales piernas eran motivo de envidia entre las bailarinas del cabaret.

Sin pensarlo dos veces, enciende el interruptor de la luz de su habitación. Si habría de enfrentarse a la apariencia de su rostro, sería esa madrugada. Y en ese preciso momento siente un inexplicable interés. Taciturna. Recelosa y curiosa, Lolita extiende su mano derecha y agarra el escurridizo pañuelo de seda que cubría el espejo. Es inevitable el asombro. Los pliegues sobre la primera capa de epidermis son palpables y desafiantes. El tiempo había alterado cruelmente su belleza.

El encuentro cara a cara con la vejez se hace más que evidente esta madrugada. Repentinamente, una lágrima rebelde se desliza sobre su mejilla izquierda…y es cuando ella opta por observar detenidamente su rostro. No obstante, sonríe a pesar de todo.

Camina a paso lento, pero con un ritmo que aún conservaban sus caderas. Recorre su habitación hasta llegar al salón de estar. No lleva un corpiño ceñido adornado con lentejuelas o plumas ni tan siquiera un tutú. Su único tocado es su larga cabellera de tirabuzones de color grisáceos. Convencida de que el público la aguarda, muestra su mejor sonrisa pese a su envejecimiento y deterioro latente…

Y es así como esta inolvidable y bella vedette se recrea su mundo escénico con la única salvedad de que esta vez, Lolita baila sola ante el resplandor del espejo.

Razón: Silueta con voz de mujer responde al nombre de la colaboración literaria mensual que la profesora del Grado en periodismo semipresencial, Ruth Amarilis Cotto Benítez, efectuará en Vuélcate. Se trata de una serie de relatos cortos que empoderen a las mujeres.
El logo de su colaboración ha sido cedido por el pintor Alejandro Conde. Se trata de su obra titulada Mujer con sombrero. Y este mismo pintor colabora con otras obras cedidas para ilustrar específicamente algunos relatos de la autora.
Temática: Amor.
Profesor: Ruth Amarilis Cotto.
Especialización: Filología Inglesa. Dpto. Ciencias Sociales (UEMC).

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here