Hay un lugar en el que la tierra se resiste a vivir bajo los caprichos del ser humano, donde ella decide cómo moldear el terreno y cuándo hacerlo. Las personas somos simples invitados en su casa. Este lugar se llama Islandia, una tierra que ha sido, es y será esculpida a golpe de hielo y fuego.
Puede que muchos no sepan demasiado sobre este país o no hayan oído sobre él, salvo cuando su nombre sale en las noticias por un motivo u otro. A más de uno le sonará que hace unos 7 años, un volcán de nombre impronunciable, el Eyjafjallajökull, colapsó el tráfico aéreo de gran parte de Europa, afectando a los vuelos de millones de pasajeros. Pues bien, eso ocurrió en Islandia. También puede que a los más futboleros les suene este país porque su equipo nacional fue la revelación de la última Eurocopa del 2016, en la que pasó a cuartos de final tras vencer a Inglaterra. Un país con sólo 120 jugadores profesionales venció a un gigante del fútbol como Inglaterra. Otro hito sonado de la historia islandesa fue su crisis financiera de 2008-2009 que acabó con numerosos banqueros encarcelados.
Pero no estoy aquí para hablar de fútbol, economía o desastres naturales, sino de la abrumadora belleza natural de un país que me robó el corazón hace años. Una belleza que más de uno de los lectores de este artículo conocerá sin saberlo. Sí, así es. Si sois seguidores de la serie Juego de Tronos, conocéis parte de la geografía de este país, o como lo llaman en la serie, la zona “más allá del muro”. Pero tranquilo, si viajas a Islandia, no te encontrarás con ningún “caminante blanco”.
Islandia es una tierra agreste, caprichosa, cambiante, pero sobre todo espectacular y llena de auténticos tesoros de la naturaleza.
Una isla con un caparazón de hielo
Si se la conoce por la tierra de hielo y fuego es por algo. Islandia está cubierta, en más de un 11%, por glaciares. De hecho, el glaciar Vatnajökull, el más grande de Islandia, también lo es de toda Europa.
Muchos de estos glaciares se encuentran sobre volcanes activos. Estas situaciones pueden provocar lo que los islandeses conocen como “jökulhlaup”, una enorme avalancha de agua, hielo y otros sedimentos que arrasa con todo a su paso. De hecho, en la visita que hice al país vi cómo un puente había sido destruido hasta los cimientos por uno de estos fenómenos. Cabe recordar quién manda en estas tierras y no son, precisamente, los humanos. Pese a todo, los islandeses están acostumbrados a estas situaciones y en unos pocos días ya habían construido un puente alternativo a escasos metros del anterior.
Pero no sólo hay enormes y apabullantes masas de hielo sobre volcanes. En el sur del país se encuentra Jökulsárlón, un precioso lago glaciar lleno de icebergs. Estos enormes bloques de hielo proceden del desprendimiento de una de las lenguas del glaciar Vatnajökull (sí, el más grande de Europa).
Un país con un corazón ardiente
Si hablamos de hielo, estamos obligados a hablar de fuego. Islandia es un país con una actividad geotérmica tremenda. Y no por casualidad, ya que se encuentra encima de la dorsal Mesoatlántica, donde colisionan las placas Euroasiática y la Norteamericana. ¿Recuerdas cuando estudiabas la deriva continental en el instituto? Si quieres ver ese fenómeno con tus propios ojos, en Islandia puedes. En Thingvellir (Þingvellir) se encuentran numerosas grietas por las que puedes caminar, como la falla Almannagjá, en las que se sus lados se separan anualmente un centímetro de cada lado.
Esta actividad geotérmica tan intensa no sólo genera grandes movimientos de roca, sino que también las derrite. Sí, os hablo de los volcanes. En la isla existen muchos activos, pero también otros tantos ya sin vida que se pueden visitar sin temor a nada. Este es el caso de Hverfjall, un cono de tefra volcánica de 1 kilómetro de diámetro, o de Kerið, un cráter de roca volcánica roja cuyo interior está cubierto por una piscina natural de color azul aguamarina.
Con un interior tan ardiente, la isla aprovecha cualquier fuga de escape que encuentra para liberar su fuego interior. Uno de los fenómenos más curiosos que se pueden observar en Islandia son los geisers. De hecho, esta palabra es una palabra islandesa que se ha extendido del país nórdico al resto del mundo. Pero aquí está el padre de todo ellos, Geysir, un geiser que antaño lanzaba chorros de hasta 80 metros. Por desgracia, hoy apenas tiene actividad. Sin embargo, su vecino Strokkur, un geiser situado a tan solo unos metros, ha tomado el relevo erupcionando chorros de agua hirviendo cada 10 minutos, alcanzando alturas de entre 15 y 30 metros.
En otros muchos lugares, esta agua sale de forma más calmada, creando pozas y piscinas naturales de agua caliente que permiten darte un relajado baño mientras la temperatura en el exterior es de 0°C. Muchas piscinas naturales salpican todo el país, pero la fama se la llevan complejos creados por el ser humano como la Blue Lagoon en el sur de la isla o Jarðböðin við Mývatn en el norte.
Una tierra donde el agua salta
Gracias al clima, a su orografía y por supuesto al hielo y al fuego, la isla cuenta con innumerables cascadas de gran belleza. Algunas de las más conocidas son:
- Skógafoss, una de las más fotogénicas del país, que con una forma casi perfecta serviría para ilustrar la palabra cascada en cualquier diccionario.
- Háifoss, la segunda más alta de la isla con 122 metros, se encuentra en un entorno entorno privilegiado, el valle Fossardalur (Þjórsárdalur), que la convierte en una de las más espectaculares del país.
- Dettifoss es considerada la cascada más potente de toda Europa con unos caudales medio y máximo registrados de 200 y 500 m³ por segundo respectivamente. Pero son sólo números… Acercarse, sentir su fuerza y oír el estruendo del agua contra la roca, te hace sentir insignificante a su lado.
- Seljalandsfoss, sin ser de las más bonitas del país, tiene la peculiaridad de que se puede caminar tras el salto de agua. Y se convierte en una de las más especiales.
- Gullfoss, una enorme cascada ubicada en el Círculo Dorado islandés, que tras dos saltos de agua consecutivos parece desaparecer en un gran cañón de unos 30 metros de profundidad.
- Svartifoss, una cascada rodeada de columnas de basalto que, por la perfección de su estructura, parece haber sido diseñada por un arquitecto.
Un lugar lleno de magia y seres entrañables
Se dice que en Islandia viven elfos, o al menos muchos islandeses no descartan su existencia; llegando esta creencia a modificar, incluso, ciertas obras civiles. Mejor modificar el trazado de una carretera que destruir la casa de un elfo, ¿verdad?
Estas creencias tienen su base en la cultura nórdica (hay que recordar que los primeros colonos de estas tierras fueron escandinavos). Pero, ¿cómo no creer en los elfos cuando la negra noche se tiñe de un manto verde? Sí, estoy hablando de las auroras boreales, uno de los espectáculos más bellos que mis ojos hayan visto. En Islandia se puede observar este fenómeno. La mejor época para verlas es fuera de los meses de verano, aunque si las condiciones acompañan, se puede llegar a ver también a finales de agosto como sucedió en mi caso.
Además de los seres mitológicos que habitan estas tierras, hay otros que podréis ver con mayor facilidad. Un ejemplo es el frailecillo, una graciosa ave ártica que se ha convertido casi en un símbolo islandés. Su peculiar pico de colores y su mirada entrañable hace muy difícil no enamorase de ellos. Pero también destacan los gigantes del mar como la ballena jorobada, la ballena azul, las orcas o los delfines que pueden ser vistos con cierta facilidad en las costas del norte del país.
He aquí una pequeña muestra de lo que Islandia te puede ofrecer. La lista continuaría con extensos fiordos, acantilados que quitan el hipo, playas kilométricas, caminatas por paisajes de película, deportes de aventura, una gente increíblemente amable… ¿Aún sigues sin ganas de conocer Islandia?
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Razón: Alberto Hernáiz González publica en su blog Notas de un viajero, guías y crónicas de los viajes que realiza alrededor del mundo. En Vuélcate, publicará sobre los destinos más atractivos para inspirarte en tus futuros viajes.
Temática: Islandia y sus principales atractivos.
PAS: Alberto Hernáiz González. Administrador de la plataforma e-learning Open Campus UEMC.
Especialización: Cronista y fotógrafo de viajes.