La evolución científica necesita del conocimiento general. El progreso solo es posible cuando en una determinada ciencia, una persona decide plasmar con palabras su sabiduría, para que otros beban de su cultura y continúen el camino que ese experto dejó atrás.
Los avances de los que disponemos en la actualidad son fruto del aprendizaje. Una enseñanza que transita a lo largo del tiempo y que deja tras de sí un recorrido de descubrimientos materiales de los que puede deducirse algo mucho más abstracto: el ingenio. El filósofo Ortega y Gasset, en su ensayo “la barbarie del especialismo” pretende denunciar el nacimiento del hombre de ciencia -entiéndase la época del autor y su alusión a la palabra hombre-. Un término con el que se refiere a todas aquellas personas que se especializan en un determinado tema. Esto, de por sí, no supondría algo que criticar, de no ser porque el autor continúa su razonamiento aludiendo a que en la actualidad estos individuos conforman una masa predominante. Tal es el grado de especialización, que Ortega añade otro concepto más a la mezcla, refiriéndose más adelante a estos hombres como sabios-ignorantes. La nueva acepción es una consecuencia de la profundización de los hombres de ciencia, unos expertos que desconocen el resto de saberes. Un genio que descubre algo, pero que es incapaz de simplificar su razonamiento, no participa en el proceso de creación de conocimiento, al no disponer de herramientas comunicativas con las que difundir sus indagaciones.
El daño, producto de la deficiente visión integral de esos sabios-ignorantes afecta a la evolución del ser humano. El progreso, del que venimos disfrutando a lo largo de la historia, queda estancado. El hombre de ciencia moderno reproduce patrones de pensamiento equivalentes a tareas mecánicas sin más. El problema reside en que no aportan novedades relevantes en su campo, y de hacerlo, no son aptos para trasladarlo a un escenario que contribuya a una mejora de la calidad de vida de las personas en un sentido integral.
Es necesario, por tanto, que existan especialistas con un bagaje base sobre el resto de materias de las que no es experto, para poder encajar su conocimiento en otras ramas y contribuir al progreso de la humanidad. Todo es posible si en el momento de absorción de cultura nos enfocamos en el aspecto más elemental, que es la propia educación.
La suma de la historia pasada y presente, junto con los descubrimientos más significativos de investigadores de diversas áreas, y en especial, la importancia del desarrollo de un pensamiento crítico en los más pequeños serán las raíces necesarias que sustentarán el árbol del futuro de la civilización.
Razón: Los alumnos elaboran un artículo de opinión sobre el ensayo de Ortega y Gasset: La barbarie del especialismo.
Temática: Necesidad de replantearse el posible estancamiento de la ciencia.
Alumnos: Ángel Martínez Mínguez.
Curso: 2019-2020.
Asignatura: Periodismo especializado.