Es un amor de aquella manera. Indestructible. Indescifrable e incomprensible. Un amor de los que unos comentan mientras que otros no median ni tan siquiera una sola palabra. Aparentar ante la sociedad una unión conyugal estable le costaba lo suyo. Indudablemente, este sentimiento estremecía los cimientos más sólidos de su educación tradicional y cristiana. Sencillamente… tía Margarita le quería. Le quería en silencio. Como él también la quería a ella. Un amor prohibido de pronunciar… de consentir y exquisito de transcribir y sentir a través de mis ojos durante mi niñez.
¿Sabes algo, mi niña?
“Cuando la pena o el desamor te invada, debes guardar en esta pequeña caja todo lo que te recuerde a la persona amada. Has de enterrar la caja junto al flamboyán más frondoso del jardín. Porque debes de aprender aún con tu corta edad sobre tu esencia de mujer. Comprenderás, entonces, las cousas da muller”.
Contaba con tan solo once años cuando mi dulce tía me preparaba para afrontar lo que un día no muy lejano podría ser mi realidad inmediata. Mi edad no era la apropiada para comprender los entresijos que nos deparaba la vida. Y mucho menos para preocuparme sobre los asuntos del amor. No obstante, no lograba asimilar cómo tía Margarita llevaba demasiados años junto a un hombre dado a la bebida y a los juegos del azar. Tío Augusto era un ser que saboreaba los placeres de la vida desenfrenadamente. Entre la pena y el deber, nuestra tía debatía su vida. Curiosamente, le conoció con escasos diecinueve años en la Facultad de Medicina, de la Habana. En aquel entonces, él era un joven político idealista y estudiante de farmacia.
Hoy él no era ni la sombra de lo que fue. Ella dedicó gran parte de su vida a la crianza de sus tres hijos varones. Enrique, José María e Ignacio. Entregó su vitalidad, pureza y juventud a un joven prometedor olvidando su vocación de periodista. Inesperadamente, la vida le mostró el lado amargo del amor. El joven farmacéutico no resultó tan exitoso como se esperaba. Por ello, día a día… segundo a segundo, su espíritu se marchitó.
Su día a día transcurría duramente. Entre sollozos y silencios, tía Margarita ocultaba un gran y secreto amor. Le escribía cartas de amor y las perfumaba al firmarlas. Un gran amor nunca ha de morir, – se repetía una y mil veces. Nadie podría imaginar la identidad de este hombre español misterioso que permaneció más de veinticinco años esperando que tía Margarita decidiera re-comenzar su vida nuevamente. Solo sabemos que aún en la distancia, las cartas siguieron llegando. Desde la parroquia de San Claudio, en Ortigueira, este caballero gallego deshojaba capullos de rosas e introducía sus pétalos dentro de las cartas que enviaba a tía Margarita a la Habana.
Los años no solo fueron testigos absolutos de este profundo amor, sino que nuestra tía fue ejemplo al romper con los patrones de enseñanza establecidos en nuestra familia. Solo sabemos que el amor que se profesaron fue verdadero e inefable. Y aún ni el tiempo ni el espacio lograron separarles. Tía Margarita envejeció con los años, pero con la llegada de cada carta recobraba la esperanza de ser realmente libre con el fin de huir junto a su caballero español.
Gracias a ella, aprendí a desprenderme emocionalmente de las penas de amor, juntando todas las pertenencias del ser amado y colocándolas dentro de una pequeña caja para así enterrarlas junto al árbol de flamboyán de mi jardín. Cada vez que sufriera un desengaño amoroso habría de llevar a cabo este ritual.
Un ritual que era simplemente una señal de duelo… por haber amado tanto.
ÁRBOL DE FLAMBOYÁN
Razón: Silueta con voz de mujer responde al nombre de la colaboración literaria mensual que la profesora del Grado en periodismo semipresencial, Ruth Amarilis Cotto Benítez, efectuará en Vuélcate. Se trata de una serie de relatos cortos que empoderen a las mujeres.
El logo de su colaboración ha sido cedido por el pintor Alejandro Conde. Se trata de su obra titulada Mujer con sombrero.
Temática: Resignación y amor en la distancia.
Profesor: Ruth Amarilis Cotto.
Especialización: Filología Inglesa. Dpto. Ciencias Sociales (UEMC).