El periodismo, en ocasiones, es un trabajo que se puede llegar a considerar un hobbie. Quien se dedica al periodismo tiene una verdadera vocación, disfruta de lo que hace, de su trabajo. Realmente ha nacido para ello. Esta idea se acentúa aún más si de lo que se trata es de periodismo de investigación. Quien opta por esta especialización tiene que estar realmente preparado y no sólo a nivel profesional.
Los reportajes de investigación suelen llamar la atención, despiertan interés, pero, ¿qué hay detrás de esos reportajes? Para llegar a grandes finales es necesario grandes sacrificios. La vida de estos periodistas es una constante angustia. Crear identidades, vidas paralelas que no existen pero que son necesarias en sus infiltraciones que le obligan a dejar al margen sus vidas personales por proteger a sus familias y amigos…
Los periodistas llegan a ser actores fuera de la ficción, tienen que mantener un rol constante y vivir con el miedo a que en cualquier momento se destape la verdad, a ser pillados y echar por la borda toda su investigación. Mantener una identidad falsa 24 horas al día tiene que ser algo agotador pero muy gratificante cuando se obtienen los resultados esperados. Pero no siempre se consiguen, claro está.
Es muy fácil ponerse delante de la televisión, o de un periódico y comentar para bien o para mal un reportaje de investigación, pero se debería pensar en todo lo que conlleva. ¿Cuántas personas estarían dispuestas a dejar a un lado su vida?
Razón: Artículo de opinión en el marco de la asignatura Periodismo de investigación y sobre el trabajo de infiltración del periodista Günter Wallraff en el periódico alemán Bild Zeitung.
Temática: Los riesgos desconocidos por la mayoría que asume el periodista de investigación.
Alumnos: Ana María Castaño Sánchez. Foto: Ana María Castaño Sánchez.
Curso: 2017-2018.
Asignatura: Periodismo de investigación.