Para comenzar un nuevo curso, creo que es conveniente que nos paremos a reflexionar sobre la sociedad en la que nos ha tocado vivir. No pretendo dar lecciones a nadie, simplemente hacer pensar, esa es mi meta con estos artículos y mi cometido. Por ello, me gustaría comenzar tratando un tema que me preocupa y me desalienta a partes iguales: la enfermedad.
Es ridículo mirar para otro lado cuando se trata de la enfermedad, sea de cualquier tipo, física o psicológica. Es una realidad con la que debemos aprender a convivir pero que nos aterra tanto que en este momento de infantilización de la sociedad preferimos ignorarla o, peor aún, buscarle culpables. Si hay algo peor que ignorar la realidad de la enfermedad, que nos concierne a todos, es culpar al enfermo de su enfermedad. Y aunque nos llevemos las manos a la cabeza es una base muy peligrosa en la que se establecen no pocas pseudoterapias.
En los siguientes artículos trataré algunas de las falsas terapias más importantes que culpan a los enfermos o a sus familias de sus dolencias, como la Nueva Medicina Germánica, sobre la que hablaré próximamente. Sin embargo, antes de proseguir con este tema es necesario exponer ciertas ideas claves que nos permitirán comprender mejor la gravedad de estas afirmaciones que promulgan los falsos terapeutas y los estafadores.
Si la enfermedad es tu culpa, es más fácil
Tal y como dije al principio, no pretendo sentar cátedra ni dar respuesta a grandes preguntas, sino postular ideas, abrir debate y poner sobre la mesa un hecho en el que, tal vez, no hemos reparado lo suficiente.
La enfermedad es una perturbación del organismo que lo daña y evita su funcionamiento normal. Hay enfermedades más graves que otras, pero de ninguna el enfermo es culpable. Es, por desgracia, habitual que se culpe a los enfermos psicológicos de sus dolencias como, por ejemplo, al afirmar que alguien tiene depresión porque no tiene cosas que hacer o porque le da demasiadas vueltas a todo. Esto no sólo hace daño a quien lo padece sino que convierte a quien lo piensa en un ser insensible y cobarde. Sobra explicar por qué considero a esas personas insensibles, pero voy a detenerme en hablar de esta cobardía.
Si se culpabiliza al enfermo, entonces todo se resuelve, ya tenemos un culpable, alguien a quien señalar, una forma de explicarlo: es que tiene depresión porque piensa demasiado las cosas. Sin embargo, si no se le carga con esa injusta culpa la incertidumbre nos acecha, porque si el enfermo no tiene la culpa, ¿quién la tiene? ¿podría pasarnos a nosotros? ¿y si no se puede evitar? Por eso la cobardía de culpar al enfermo, porque no se es capaz de comprender la enfermedad, porque se la teme y porque no se quiere aceptar que puede pasarle a cualquiera sin motivos, que da igual que se tenga trabajo, familia y amigos, porque puede tenerse depresión igualmente, y eso nos aterra.
La culpa, el sentido de la vida
Esta ansia por imponer la culpa nos hace sentirnos mejor, ¿por qué? Porque es una forma de alejarnos, de distanciarnos de esa enfermedad, de ese mal que no queremos padecer, de ese daño que deseamos tener fuera de nuestra vida.
Sin embargo, si en lugar de culpar, comprendiésemos, si no nos diese miedo el conocimiento, si realmente interiorizásemos que la enfermedad y la muerte forman parte de nuestra vida, entonces no habría necesidad de culpar a nadie ni a nada.
El destino no te trae una enfermedad porque no existe. No hay un plan elaborado en el universo por el cual alguien cuyos antepasados no quisieron tener hijos es ahora infértil -lo veremos en la Nueva Medicina Germánica-. La enfermedad llega a nuestra vida por diferentes motivos, por diferentes causas y tenemos que empezar a aceptarlo sin echar la culpa a nadie. Somos una sociedad enferma, en muchos sentidos, pero tenemos que vivir con ello sin ser unos cobardes que se ocultan de la enfermedad.
Twitter: @MariaEsp19
Instagram: mariaespinosa.19
Blog: Espantapájaros
Razón: La ex alumna de la UEMC María Espinosa escribe una columna sobre ciencia y divulgación llamada Un dragón en el garaje, haciendo alusión a la metáfora más famosa de Carl Sagan. En la columna se tratan temas científicos y divulgativos de una forma sencilla y amena.
Temática: La sociedad actual se preocupa más por buscar culpables a la enfermedad que por aceptar la realidad en la que vive. Esto es la base para múltiples terapias falsas que culpan al enfermo y a su familia de sus dolencias.
Antiguo alumno: María Espinosa Lorenzo.
Especialización: Grado en Periodismo en la UEMC. Trabajo Fin de Grado: Periodismo científico y homeopatía en la prensa digital generalista española. Especializada en Ciencia y divulgación.
Profesor responsable: Rosa María Arráez Betancort (Dpto. de Ciencias Sociales).