Una vacuna contra la sinrazón. Un dragón en el garaje

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La caída de las tasas de vacunación provoca un brote de sarampión en Europa (El Mundo).
Muere el niño de 6 años en Olot infectado de difteria (El Periódico).
Paperas y tosferina: otras enfermedades “antiguas” que vuelven (El País).

Las noticias se hacen eco de un fenómeno actual del que todos somos testigos y algunos son cómplices: el movimiento antivacunas. No necesitan demasiada presentación, son personas que creen que las vacunas son malas, perjudiciales o innecesarias y, en el mejor de los casos, no se vacunan y en el peor de ellos no vacunan a sus hijos, exponiéndolos a numerosas y mortales enfermedades, muchas de ellas ausentes en sociedades avanzadas. ¿Son necesarias las vacunas? ¿De dónde surge este movimiento? ¿Es posible convencerles de que las vacunas son efectivas y necesarias?

Qué son las vacunas

Una vacuna es un preparado biológico que proporciona inmunidad adquirida ante cierta enfermedad. Este resultado se consigue mediante la administración de microorganismos muertos (inactivados), atenuados o partes de ellos. De esta manera, las vacunas recrean la enfermedad sin producirla y estimulan nuestro sistema inmunitario para que actúe contra ese microorganismo, creando así una defensa que nos protegerá de la enfermedad.

Pero no solo nos protegemos a nosotros mismos al vacunarnos, sino que protegemos a todos los que están a nuestro alrededor. Pongamos el ejemplo con niños, si la mayoría de niños están vacunados contra la difteria, estarán protegidos, tanto los vacunados como los que no, que en este caso serían una minoría. Esto sucede por la protección que otorga el llamado “efecto rebaño”, es decir, la inmunidad que han adquirido el resto de niños les protegerá a ellos ya que la enfermedad está controlada y no se extiende.

Si, por el contrario, la mitad de los niños están vacunados y la otra mitad no, es mucho más sencillo que la difteria se extienda e infecte a otros niños de esa misma edad que no han sido vacunados y, además, a niños más pequeños que aún no hayan tenido la oportunidad de ser inmunizados. La inmunidad de grupo salva vidas, es un hecho, y si se rompe esta inmunidad se pone en peligro, no solo a los niños cuyos padres no han querido vacunar, sino a muchos otros.

Si nadie está inmunizado (vacunado) la enfermedad se extiende a la población
Si una minoría está inmunizada (vacunada) la enfermedad se extiende a parte de la población
Si la mayoría está inmunizada (vacunada) la enfermedad se contiene

Fuente: National Institutes of Health (NIH) – Community Immunity («Herd» Immunity)

El origen de los antivacunas

Para conocer el origen de este movimiento debemos mirar hacia Reino Unido en 1998, cuando Adrew Wakefield y otros investigadores publicaron un artículo en The Lancet afirmando la existencia de una conexión entre la vacuna triple vírica (SPR, sarampión, paperas y rubeola) y el autismo. Este estudio, a pesar de estar basado sólo en 12 casos infantiles, tuvo un gran impacto en Reino Unido y provocó que en los siguientes diez años el índice de vacunación bajase del 92% al 85% disparando casos de sarampión de 58 a 1348. En 2004, los coautores del estudio retiraron su firma y The Lancet publicó una rectificación y acabó retirando el artículo.

Nunca se ha probado esta relación entre la vacuna y el autismo. Actualmente sabemos que la supuesta relación que Wakefield afirmaba no se basó en un error de investigación sino en un fraude perpetrado por el mismo Wakefield y otros compañeros suyos. A raíz de esta falsa revelación, multitud de famosos se subieron al carro del autismo provocado por la triple vírica.

Los antivacunas nacieron de un fraude perpetrado en 1998 por un médico sin escrúpulos ni ética, pero, cuando este fraude se reconoce como tal, ¿qué les queda a los antivacunas?

Sus argumentos más comunes, no por ello más lógicos, son los siguientes:

  • Son enfermedades antiguas y no presentan riesgo actual.
  • Es mejor que pase la enfermedad para que adquiera inmunidad.
  • Hay que dejar que la naturaleza actúe.

Para empezar, las enfermedades antiguas como las paperas o la polio están ausentes actualmente gracias a las vacunas, pero si la vacunación se detiene resurgen las enfermedades. Pasar por una enfermedad que puede ser mortal no es aconsejable, si un niño coge sarampión en una fiesta infantil que precisamente se celebra con ese fin, puede pasar la enfermedad y sobrevivir, pero también es posible que no lo consiga. Por último, la naturaleza no es un ente bondadoso y atento que nos protege de los males, si la naturaleza sigue su curso y un niño se contagia de difteria, ese niño morirá, así actúa la naturaleza.

Convencer con argumentos ya no sirve

Un reciente experimento probado en padres antivacunas ha sacado a relucir unos datos más que interesantes para combatir ideas preconcebidas erróneas que no se basan en argumentos lógicos. Cabría esperar que debemos combatir estas ideas con argumentos lógicos y de peso pero este estudio nos propone otra vía. Generalmente, cuando intentamos convencer a alguien (como los antivacunas) de que su idea es errónea con argumentos lógicos y con razón lo rechazan de plano y jamás atenderán a razones.

El pediatra Roi Piñeiro atendió en su consulta a 20 familias antivacunas, utilizando ciertos trucos eficaces en otros experimentos psicológicos, como dejar que se expliquen, ponerse de su parte y, sobre todo, conectar emocionalmente con ellos. Consiguió que el 90% les pusieran alguna vacuna a sus hijos y el 45% todas. En el artículo nos describe también el concepto de la persuasión jiu jitsu, acuñado por la Universidad de Queensland (Australia) que se basa en emplear las propias fuerzas del contrario en tu beneficio, es decir, conseguir que los antivacunas se den cuenta de las incoherencias de su mentalidad por ellos mismos.

El movimiento antivacunas no es mayoritario actualmente, pero aun así ya está causando graves estragos y muertes de inocentes. Cualquier estrategia es buena para combatir la ignorancia que hay detrás de movimientos como los antivacunas, los negacionistas del cambio climático o los creacionistas. Si en lugar de recurrir a la razón debemos hacer hincapié en las emociones, que así sea.

Razón: La ex alumna de la UEMC María Espinosa escribe una columna sobre ciencia y divulgación llamada Un dragón en el garaje, haciendo alusión a la metáfora más famosa de Carl Sagan. En la columna se tratan temas científicos y divulgativos de una forma sencilla y amena.
Temática: El auge del movimiento antivacunas, su origen y la forma de combatirlo.
Antiguo alumno: María Espinosa Lorenzo.
Especialización: Grado en Periodismo en la UEMC. Trabajo Fin de Grado: Periodismo científico y homeopatía en la prensa digital generalista española. Especializada en Ciencia y divulgación.
Profesor responsable: Rosa María Arráez Betancort (Dpto. de Ciencias Sociales).

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