La deconstrucción de una idea: el terrorismo como paradoja suicida

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INTRODUCCIÓN

El final de la Guerra Fría tuvo como consecuencia un cambio notorio en el panorama internacional y, por tanto, en la agenda de seguridad mundial. El ámbito de los conflictos ha experimentado desde entonces diversas transformaciones.

Durante la Guerra Fría, la mayoría de los conflictos se producían entre Estados. Sin embargo, tras el cese de dicho enfrentamiento, surgió una nueva tendencia que ponía de manifiesto el crecimiento de conflictos internos, normalmente, de carácter civil o sociali. Asimismo, se observó un aumento en el número de actores que intervenían en los conflictos y, al mismo tiempo, se comenzó a hablar de los conflictos asimétricos, entendiendo éstos como los enfrentamientos en los que las partes no poseen la misma capacidad de respuesta o una igualdad en cuanto a recursos militaresii. Entre estos conflictos asimétricos se enmarca la conocida como «guerra contra el terror», que se inició por la Administración Bush tras los atentados, perpetrados por el grupo terrorista Al-Qaeda, que tuvieron lugar el once de septiembre de 2001 en el World Trade Center de Nueva York.

Pero ¿qué es realmente el terrorismo? ¿Qué efectos tuvieron los atentados del once de septiembre sobre el concepto de terrorismo a nivel internacional? ¿Se trata el terrorismo de una idea construida? y, si es así, ¿quién está detrás de esa construcción? En definitiva, ¿Cuáles son los verdaderos rostros del terrorismo?

SOBRE UNA ÉPOCA DE TERROR

El atentado de Al-Qaeda del once de septiembre de 2001 en Estados Unidos, se alzó como un auténtico hito en el contexto de la actividad terrorista yihadista a nivel internacional. Desde ese momento, el terrorismo pasó a ocupar una posición protagónica en diversas esferas de la sociedad a nivel mundial, llegándose a considerar en los últimos años como una de las mayores amenazas a nivel globaliii. Por ello, el concepto de «terrorismo» comenzó a atraer la atención de la opinión pública y a invadir, en gran medida, los discursos políticos, sobre todo, los de los líderes de países occidentales. Se trata de una tendencia que, después de más de una década, continúa vigente. Pero ¿qué es el terrorismo?

El terrorismo se presenta como un fenómeno difuso, por lo que no existe consenso en la comunidad internacional para desarrollar el conceptoiv. En el intento de superar este vacío conceptual, la ONU ha elaborado una definición para el acto terrorista, entendido como

cualquier acto destinado a causar la muerte o lesiones graves a un civil o a cualquier otra persona que no participe directamente en las hostilidades en una situación de conflicto armado, cuando el propósito de dicho acto, por su naturaleza o contexto sea intimidar a una población u obligar a un gobierno u organización internacional de realizar un acto o abstenerse.v

Sin embargo, teniendo en cuenta la definición expuesta, cabe preguntarse si el terrorismo pasa solamente por la muerte; ¿No se puede aterrorizar sin matar? ¿Y matar es necesariamente hacer morir? ¿No es también «dejar morir»?vi

En el ámbito de la filosofía, numerosos autores han intentado encontrar una definición para el fenómeno del terrorismo. En este campo se considera que “el terror global comporta las características de una revuelta impotente en la medida en que se dirige contra un enemigo que no puede ser derrotado.”vii

En este sentido, el único efecto que puede tener el terrorismo es el de infundir miedo a la población y al gobierno. El terrorismo desarrolla una auténtica estrategia del terror. Una interpretación moderna de ese terror, que se coloca como la base de la estrategia del terrorismo yihadista, apareció en los años setenta, en la obra del general pakistaní S. K. Malik, en la que profundiza en la naturaleza del terror, al que considera no como un instrumento para conseguir un fin, sino como un fin en sí mismo.viii Al mismo tiempo, “el terrorismo global ejerce al extremo la falta de metas realistas y la utilización cínica de la vulnerabilidad a la que están expuestos los sistemas complejos (nuestras sociedades).”ix

En referencia a la táctica desarrollada por el terrorismo, también se ha de tener en cuenta que la estrategia del terror se basa en una premisa fundamental: “el traumatismo es producido por el porvenir.”x Es decir, la auténtica amenaza no se encuentra en lo que sucedió o en lo que está sucediendo, sino en lo que está por venir.

Es en este punto, en el que se hace alusión a una guerra psicológica basada en la estrategia del terror como fundamento del terrorismo. Así, “de los tres elementos de la trinidadxi de Clausewitz, la emocionalidad del pueblo se convierte en el factor crítico. […] Su activación […] es la clave de la victoria, pues supone que terrorista y pueblo se confunden.”xii De este modo, la batalla del terrorismo adquiere una dimensión emocional y no racional. La verdad pasa a un segundo plano y la emoción se alza como el factor decisivo. “Los hechos son sólo importantes por su impacto en el plano psicológico.”xiii

La influencia del «cuarto poder»

Como se ha tratado con anterioridad, desde los atentados del once de septiembre de 2001 en Estados Unidos, el terrorismo ha captado gran parte de la atención de los medios de comunicación. Precisamente, los medios de comunicación desempeñaron un papel fundamental en la propagación de los efectos del terrorismo. Se encargaron de difundir en repetidas ocasiones las imágenes de los aviones impactando sobre las Torres Gemelas y las consecuencias de dicho atentado en los distintos ámbitos de los sistemas sociales a nivel mundial. En este punto, conviene hacer una breve referencia a la Teoría de la Agenda-Setting. Se trata de una teoría que se enmarca en el ámbito de la comunicación.

En los años veinte, Lippmanxiv fue el primero en esbozar las propuestas sobre esta teoría, mientras que, años más tarde, concretamente en los años setenta, McCombs y Shawn, en su artículo The agenda-setting function of mass-media, confirmarían de manera empírica las proposiciones de Lippman. La Teoría de la Agenda-Setting hace referencia a los poderosos efectos de carácter cognitivo que tienen los medios de comunicación. Presenta como premisa principal la gran influencia que ejercen estos medios sobre la sociedad para determinar el grado de interés y de importancia de un asunto concreto. En este sentido, “puede que la prensa no tenga mucho éxito en decir a la gente qué pensar, pero tiene mucho éxito en decir a la gente sobre qué pensar.”xv Por su parte, Chomsky sostiene que la Agenda-Setting se trata de

una alianza tácita que existe entre el gobierno de un país y los medios de comunicación para comunicar a los espectadores, oyentes o lectores de un determinado medio solo lo que interesa y ocultar al máximo lo que puede resultar peligroso o perjudicial para la estabilidad que ellos creen la correcta para su país.xvi

Si se tienen en cuenta las palabras de Chomsky, en este punto es posible plantear unas primeras cuestiones, ¿qué intereses se escondían tras del tratamiento informativo de los atentados del 11-S en Estados Unidos? Y, en definitiva, ¿Qué intereses se esconden tras el tratamiento informativo del terrorismo global?xvii

LA DECONSTRUCCIÓN DEL TERRORISMO

El terrorismo es una palabra ante la que conviene mostrar cierta prudencia, pues su utilización plantea algunas dudas. “Ante todo, ¿qué es el terror? ¿Qué lo distingue del miedo, de la angustia, del pánico?”xviii Asimismo,

¿en qué se diferencia el terror organizado, provocado, instrumentalizado, de ese miedo que toda una tradición de Hobbes a Schmitt, e incluso a Benjamin, considera como la condición de la autoridad de la ley y del ejercicio soberano del poder, como la condición de la política misma y del Estado?xix

Aunque algunos analistas apuntan a la clandestinidad como característica indispensable para diferenciar al terrorismo de otras formas de violencia , lo cierto es que, como se ha tratado con anterioridad, el «terrorismo» se presenta como un concepto dudoso, ni siquiera la comunidad internacional ha sido capaz de elaborar, de manera consensuada, una definición al respecto. Pero ¿por qué?, no es posible ofrecer una respuesta clara en este sentido. Sin embargo, lo que sí resulta claro es que “cuanto más confuso es un concepto, con mayor docilidad se presta para su apropiación oportunista.”xxi La consecuencia directa de este uso arbitrario del concepto de «terrorismo», deriva en el hecho de que los terroristas puedan ser admirados como combatientes por la libertad en un determinado contexto -por ejemplo, en la coyuntura de la ocupación soviética de Afganistán-, y tachados como terroristas en otros -el ejemplo claro es posible encontrarlo en la actualidad, que, aun tratándose de los mismos combatientes y del mismo discurso, se presenta a esos individuos como terroristas-.

Por otra parte, como ya se ha señalado, los atentados del once de septiembre de 2001 en Estados Unidos se alzaron como un acontecimiento clave en el contexto del terrorismo a nivel internacional. Sin embargo, al hablar de un suceso como el atentado de las Torres Gemelas, por tanto, de un acto terrorista en sí mismo, se ha de tener en cuenta que

el acontecimiento está hecho de la cosa y de la impresión que tal cosa nos da, nos deja o nos hace. La impresión está informada, en el doble sentido de la palabra: un sistema predominante le dio forma, y esta forma pasa por una maquinaria de información organizada.xxii

En este sentido, se hace referencia a la construcción, por parte del sistema, de una idea relacionada con un acontecimiento o una serie de acontecimientos concretos. Esta afirmación, en el contexto del terrorismo como fenómeno global emergente tras el acontecimiento del 11-S, se traduce en el posterior estallido de la guerra contra el terrorismo.

¿Guerra contra el terrorismo?

En las anteriores líneas se ha hecho referencia a una construcción del concepto de terrorismo, por ello, para estudiar sus raíces, se intentará realizar el proceso contrario. El intento de deconstruir el concepto de terrorismo parece desembocar de manera directa, en la deconstrucción de la propia idea de la guerra contra el terrorismo. “La expresión guerra contra el terrorismo es muy confusa, por lo que hay que analizar la confusión y los intereses a los que pretende servir este abuso retórico.”xxiii En este sentido,

la guerra contra el terrorismo es, tanto normativa como pragmáticamente, un grave error. Desde el punto de vista normativo, les otorga a esos criminales el valor de enemigos de guerra, y, desde la perspectiva pragmática, contra una red difícilmente apresable no se puede hacer la guerra.xxiv

Además, este razonamiento de Habermas se refuerza con la idea de que el terrorismo “sólo es viable cuando el grupo social en cuyo nombre actúa, el gobierno al que se enfrenta, o su sociedad, lo toman en consideración.”xxv

En esta línea, se suma el hecho de que la guerra contra el terrorismo se trata de una guerra que no presenta enemigo definido, pues Estados Unidos, en el contexto de su intervención en Afganistan, dejó claro en varias ocasiones que, tanto los civiles afganos como el propio Estado de Afganistán no eran sus enemigos. Entonces, si Bin Laden no era afgano -de hecho, se le consideraba apátrida, puesto que fue rechazado por Afganistán y por todos los Estados del mundo-, ¿qué sentido tenía esa intervención en Afganistán si “desde hace tiempo, ninguna geografía, ninguna asignación territorial es pertinente para localizar la sede de estas nuevas tecnologías de transmisión o de agresión”?xxvi

Entonces, la guerra contra el terror ¿no se trata pues, de “una ficción de guerra en la medida en que el terrorismo presupone una ficción de poder”?xxvii

DE LA DECONSTRUCCIÓN AL DESCUBRIMIENTO

El apartado anterior permite vislumbrar en algunos puntos quién se esconde detrás de la construcción del concepto de terrorismo y, en consecuencia, de la guerra contra el terrorismo. Aun así, en las siguientes líneas se procurará esclarecer esta cuestión.

Es en referencia a los verdaderos rostros de la violencia, y concretamente del terrorismo, que “no hay que olvidar que anteriormente los Estados Unidos habían preparado el terreno y consolidado las fuerzas del adversario al formar gente como Bin Laden.”xxviii Esto, precisamente es lo que Derrida denomina la paradoja suicida. Una paradoja, además, que se presenta como doblemente suicida y que se refleja en los atentados del 11-S, pues se atenta contra los dos núcleos principales: el World Trade Center, como representación del núcleo financiero por excelencia, y El Pentágono, símbolo absoluto de la cultura de defensa norteamerica -y occidental-.

Así, tras los atentados del 11-S, Estados Unidos se autoproclamó como actor supremo a nivel internacional en la lucha contra el terrorismo y se propuso llevar a cabo de manera firme la teoría anticipativa, que servía como base para justificar su intervención en Afganistán, alegando, destruir una amenaza potencial. “Los Estados Unidos tienen el poder de acreditar frente al mundo una autopresentación: representan la última presunta unidad de la fuerza y del derecho, de la mayor fuerza y del discurso del derecho.”xxix Unas palabras de Derrida que encajan, con la histórica Doctrina del Destino Manifiesto.xxx Esta Doctrina del Destino Manifiesto entra en juego en relación a esa respuesta llevada a cabo por Estados Unidos, tras los atentados del 11-S, y se plasma en la intervención en Afganistán y, posteriormente, en la misión llevada a cabo en Irak. Es así como la propia guerra contra el terrorismo y el supuesto choque de culturas xxxi, al que también se alude para justificar dichas intervenciones, “esconden intereses materiales” entre los que se encontraban el “petróleo y el aseguramiento del abastecimiento de energía.”xxxii

Por tanto, teniendo en cuenta lo expuesto hasta ahora, se puede decir que a

“los que llaman los terroristas, no son los otros, los otros absolutos, aquellos a quienes nosotros, occidentales, no podríamos comprender. No olvidemos que a menudo han sido formados, entrenados, hasta armados, desde hace tiempo, al estilo occidental, y de diversas formas, por un Occidente que fue quien inventó la palabra, la técnica y la política del terrorismo en el curso de su historia antigua y reciente.”xxxiii

En este sentido, y en referencia a los auténticos rostros del terrorismo, Chomsky, en su artículo EU, el Estado terrorista número uno, sostiene que

Washington también ha surgido como el campeón mundial en generar terror. El ex analista de la CIA Paul Pillar advierte sobre el “impacto generador de resentimiento de los ataques” de Estados Unidos en Siria, que podrían inducir aún más a las organizaciones yihadistas Jabhat al-Nusra y Estado Islámico […] “a hacer campaña conjunta contra la intervención estadounidense, presentándola como una guerra contra el Islam”. […] “Creo que Estados Unidos es uno de los creadores claves de esta organización”, asevera el ex analista de la CIA Graham Fuller, prominente comentarista sobre aquella región. “Estados Unidos no planeó la formación del ISIS, pero sus intervenciones destructivas en Medio Oriente y la guerra en Irak fueron las causas básicas del nacimiento del ISIS”, añade.xxxiv

CONCLUSIONES

En primer lugar, tras lo expuesto con anterioridad, es posible concluir que existe una construcción sistemática en cuanto a la existencia de una época de terror, dominada por el fenómeno del terrorismo, y cuya expansión e interiorización por parte de la sociedad ha sido posible gracias al profundo efecto de los medios de comunicación en el sistema social.

En segundo lugar, el terrorismo se presenta como un concepto que posee una definición poco clara y es, precisamente, esa falta de claridad, lo que produce que se presente como un término sumamente susceptible a la manipulación. Esa manipulación se materializa a través de la construcción y el uso arbitrario del concepto de terrorismo, que se utiliza por diversos Estados u organizaciones como instrumento para alcanzar sus propios intereses. Intereses, que se vislumbra, hasta hace unos años han encontrado su raíz en el ámbito energético. En este sentido, es curioso cómo los países que se supone que son la base, en la actualidad, de los grupos terroristas yihadistas son, al mismo tiempo, países que destacan por sus recursos energéticos.

Por último, derivado de lo anterior, se deduce que los verdaderos rostros del terrorismo se esconden tras algunos de los países occidentales -cuya máxima representación se encuentra en Estados Unidos-, países con altas necesidades de recursos energéticos, que perseguían construir toda una idea en torno al fenómeno del terrorismo para justificar sus respectivas intervenciones en países ricos en recursos energéticos y así, acabar controlando y asegurando el abastecimiento energético.

“Nadie puede aterrorizar a toda una nación, a menos que todos nosotros seamos sus cómplices”.
Edward R. Murrow.

i GRASA, R. (2010). Cincuenta años de evolución de la investigación para la paz. Tendencias para observar, investigar y actuar. Barcelona, Oficina de Promoció de la Pau i dels Drets Humans, pp. 64-65.
ii MIALL, H. (2004). Conflict Transformation: a multi-dimensional task. In: Austin, Alex and Fischer, Martina and Ropers, Norbert, eds. Transforming Ethnopolitical Conflict: the Berghof Handbook. VS Verlag für Sozialwissenschaften, Berlin, Germany, p. 69.
iii AVILÉS FARRÉ, J. (2017). Historia del terrorismo yihadista: de Al Qaeda al Daesh. Madrid: Editorial Síntesis, p. 11.
iv Ibid., p. 16.
v Resolución 1269 de 19 de octubre de 1999 del Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas [ONU], ápud. Aznar, F. 2015, p. 2.
vi BORRADORI, G.; DERRIDA, J. y HABERMAS, J. (2004). La filosofía en una época de terror: diálogos con Jürgen Habermas y Jacques Derrida. Trad. Juan J. Botero y Luis E. Hoyos. 1ª ed. Buenos Aires, Taurus, p. 159.
vii Ibid., p. 64.
viii CALVO, J. L. (2016). Respuesta militar. Instituto Español de Estudios Estratégicos. Cuadernos de estrategia 180. Estrategias para derrotar al Dáesh y la reestabilización regional. Madrid, Ministerio de Defensa, p. 67.
ix BORRADORI, G.; DERRIDA, J. y HABERMAS, J., op. cit., p. 65.
x Ibid., p. 146.
xi “Esta trinidad está integrada tanto por el odio, la enemistad y la violencia primigenia de su esencia, elementos que deben ser considerados como un ciego impulso natural, como por el juego del azar y de las probabilidades, que hacen de ella una actividad desprovista de emociones, y por el carácter subordinado de instrumento político, que la inducen a pertenecer al ámbito del mero entendimiento”. En VILLAMARÍN, L. (2016). Genios de la Estrategia Militar (I): Sun Tzu, Clausewitz, Masushi. Nueva York, Luis Alberto Villamarín Pulido, p. 69.
xii AZNAR, F. (2015). Aproximación al fenómeno del terrorismo. Documento de análisis del Instituto Español de Estudios Estratégicos. Madrid, Ministerio de Defensa, p. 6.
xiii Ibid., p. 7.
xiv “Lo que entendemos por conocimiento de las realidades sociales del mundo, es muy poco lo que hemos adquirido de manera directa. Debemos la mayoría de las imágenes o conceptos que están en nuestra mente a los medios de comunicación […] Los medios no sólo nos aportan información: guían nuestras propias experiencias. Nuestras normas de creencia, nuestras normas de realidad […].” En LIPPMANN, W. (1922). Public opinion. New York, Free Press.
xv COHEN, B. (1963). The press and foreign policy. New York, Harcourt.
xvi CHOMSKY, N. (2014, 1 de noviembre). EU, el Estado terrorista número uno. JORNADA.unam.mx, p. 13, http://www.jornada.unam.mx/2014/11/01/index.php?section=opinion&article=022a1mun y MARQUÉS, J. (2016). Política y propaganda: Medios de comunicación y opinión pública. Barcelona, UOC.
xvii En el presente texto se entenderá el término «terrorismo global» como un análogo del terrorismo yihadista.
xviii BORRADORI, G.; DERRIDA, J. y HABERMAS, J., op. cit., p. 152.
xix Ibidem.
xx AVILÉS FARRÉ, J., op. cit., p. 16.
xxi BORRADORI, G.; DERRIDA, J. y HABERMAS, J., op. cit., p. 154.
xxii Ibid., p. 135.
xxiii Ibid., p. 150.
xxiv Ibid., p. 66.
xxv AZNAR, F., op. cit., p. 4.
xxvi BORRADORI, G.; DERRIDA, J. y HABERMAS, J., op. cit., p. 151.
xxvii AZNAR, F., op. cit., p. 5.
xxviii BORRADORI, G.; DERRIDA, J. y HABERMAS, J., op. cit., p. 144.
xxix Ibid., p. 143.
xxx El destino manifiesto “es una expresión que se acuña por primera vez en 1845 por el periodista John O´Sullivan, en un artículo publicado en la revista Democratic Review de Nueva York. Describe la misión divina de Estados Unidos de promover su sistema y pensamiento al resto del mundo y expandir su territorio.” PFAFF, W. (2007). El destino manifiesto de EEUU: ideología y política exterior. Política Exterior, vol. 21, 117, pp. 57-76. Dialnet https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2290852
xxxi El «choque de culturas» o «choque de civilizaciones» sostiene que la “fuente principal de conflicto en este mundo […] no va a ser primariamente ideológica ni económica. Las grandes divisiones del género humano y la fuente predominante de conflicto van a estar fundamentadas en la diversidad de culturas.” En HUNTINGTON, S. P. (2001). ¿Choque de civilizaciones? Teorema: Revista internacional de filosofía, Vol. 20, núm. 1-2, p. 125.
xxxii BORRADORI, G.; DERRIDA, J. y HABERMAS, J., op. cit., p. 68.
xxxiii Ibid., p.169.
xxxiv Chomsky, N. (2014, 1 de noviembre). EU, el Estado terrorista número uno. JORNADA.unam.mx., http://www.jornada.unam.mx/2014/11/01/index.php?section=opinion&article=022a1mun

Razón: La ex alumna de la UEMC Andrea Arrieta escribe una columna sobre relaciones internacionales llamada “El atlas cifrado”. En la columna se analizan temas relativos a la interacción entre diversos elementos del sistema internacional y los juegos de poder a nivel mundial.
Temática: Terrorismo y política internacional
Antiguo alumno: Andrea Arrieta Ruiz.
Especialización: Grado en Periodismo en la UEMC. Máster en Paz, Seguridad y Defensa en el Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado (IUGM). Línea de investigación: Estrategia, geoestrategia y geopolítica.
Profesor responsable: Rosa María Arráez Betancort (Dpto. de Ciencias Sociales).

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