Ni la comida es veneno ni los productos ecológicos salvan el mundo

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“Comida que nos envenena” (Ana Muñoz, periodista)
“Así nos envenena la industria alimentaria” (Revista Año Cero)
“Confirmado: los alimentos ecológicos son más sanos que los otros” (Revista Muy Interesante)

No son pocos los titulares alarmistas y desinformadores que hablan de lo mala que es la comida actual, lo insegura, envenenada y perjudicial que resulta para nosotros. Hay quienes se atreven a afirmar e incluso creen que la comida que tomamos es tan perjudicial que es la responsable de los cánceres. ¿Y por qué tanta preocupación repentina por lo que comemos? ¿Son reales estas afirmaciones tremendistas? ¿Es la comida ecológica la solución a estos problemas?

“Nunca hemos comido tan seguro como ahora”

Así lo afirma el científico J.M Mulet, quien en su libro Comer sin miedo va destripando mitos y leyendas sobre la alimentación. Son muchas las personas que opinan que la alimentación actual es perjudicial para la salud e insegura, cuando en realidad es más segura ahora que hace cincuenta años. Ante el dicho “todo tiempo pasado fue mejor”, podemos afirmar que, en este caso, se equivocan rotundamente.

La comida que compramos en el supermercado ha pasado por una serie de pruebas que verifican su seguridad para el consumo. Esto quiere decir que no hay peligro, no nos va a pasar nada malo por comerla. Por supuesto, hay alimentos que, a pesar de ser seguros, no son saludables, por ejemplo, las patatas fritas son perfectamente seguras pero no se deben consumir habitualmente si queremos seguir una dieta saludable y equilibrada.
Si la seguridad nos preocupa y por eso optamos por otra alimentación como la ecológica, recientemente de moda, debemos saber algo más sobre ella.

La alimentación ecológica no es más sana

Lo primero que tener en cuenta sobre la alimentación ecológica es que adquiere este nombre solamente porque se ha producido ajustándose a las leyes de producción ecológica. Y nada más. Algunas de estas normas de producción ecológica son que sólo se puede utilizar un determinado número de productos fitofarmacéuticos y fertilizantes y de un tipo en concreto. Sin embargo, no quiere decir que el resto de producciones no ecológicas puedan utilizar lo que les dé la gana en sus cultivos. De hecho, las normativas cambian mucho dependiendo del país al que vayamos. Por ejemplo, en Estados Unidos se permite usar antibióticos mientras que en la Unión Europea y, por supuesto en España, no se permite utilizarlos -ya sea producción ecológica o no-.

Además de estas leyes que nos explican cómo debemos producir para que sea eco, podemos pensar que la gran diferencia con los productos convencionales será precisamente los nutrientes que tiene, es decir, los beneficios que nos aportará consumir este tipo de productos. Pero tampoco es el caso. Los estudios publicados no afirman que la alimentación ecológica sea más sana que la convencional, es más, como explica Mulet, no hay diferencia entre unos productos y otros a nivel nutricional.

Otro caballo de batalla de la alimentación eco es decir que sus productos no son OGM, es decir, Organismos Genéticamente Modificados, lo cual es falso. Muchos de los productos que consumimos actualmente, sean o no ecológicos, han sido modificados por nuestros antepasados. Los tomates como los conocemos hoy en día ni se parecen a sus predecesores, pero los humanos los modificamos. Bien sea mediante formas más rudimentarias o con tecnología, este proceso nada tiene que ver con las maldades que les atribuyen los defensores de esta agricultura eco. Pero, desde luego, el tema de los OGM da para otro artículo…

Los productos ecológicos no van a salvar la tierra

Si no son más saludables, al menos estos productos harán que sus consumidores se sientan mejor porque están ayudando al medio ambiente… Tampoco es cierto. Los productos ecológicos no salvarán el planeta, de hecho, si toda la población mundial consumiera eco tendríamos que deforestar bosques enteros para producir la cantidad necesaria de alimento y, con algunos de los productos que emplean para su crecimiento y sus derivados, se produciría una gran cantidad de CO2, un gas de efecto invernadero sumamente perjudicial para la capa de ozono. En este artículo se citan las declaraciones de Marco Antonio Oltra, profesor de Filología Vegetal en la Universidad de Alicante, quien afirma que cambiar la producción agrícola actual por la ecológica supondría que la mitad de la población se quedase sin comer. Esta forma de producción tan rudimentaria y sin tecnología sólo la emplean los países que no pueden acceder a una forma más eficiente de producción como África o India.

No sólo se tendrían que arrasar selvas y bosques para conseguir terrenos en los que producir alimentos ecológicos, sino que la huella ecológica sería mayor. La huella ecológica es un indicador del impacto ambiental que tienen las acciones humanas sobre los recursos existentes en la Tierra y la capacidad de ésta para regenerarlos. El catedrático y microbiólogo Emilio Montesinos afirma que la producción ecológica implica mayor emisión de dióxido de carbono que la convencional.

Hay muchos motivos para no consumir ni producir estos productos, sin embargo, en general el público se deja embaucar por lo bien que suena todo lo natural. Rara vez recordamos que no hay nada más natural que morirnos, pero nadie quiere eso. La naturaleza no es un ente benéfico que sólo quiera nuestro bien, no todo lo natural es bueno. De hecho, hace unos años se consumía mucho más natural y sin procesos de seguridad alimentaria y la población vivía mucho menos de media.

La moda de los productos ecológicos está teñida de una falacia que utiliza lo natural como saludable y como mejor para el medio ambiente, pero, si nos paramos a comprobar lo que dice la ciencia veremos que todo lo bueno conque nos pintan la alimentación eco no es real. Solo es necesario ser curiosos y críticos para que no nos vendan la moto y, sobre todo, en un tema tan importante como la alimentación.

Razón: La ex alumna de la UEMC María Espinosa escribe una columna sobre ciencia y divulgación llamada Un dragón en el garaje, haciendo alusión a la metáfora más famosa de Carl Sagan. En la columna se tratan temas científicos y divulgativos de una forma sencilla y amena.
Temática: Alimentación ecológica, los mitos y las realidades de esta forma de producir, así como la desmitificación de que la alimentación convencional es perjudicial para la salud.
Antiguo alumno: María Espinosa Lorenzo.
Especialización: Grado en Periodismo en la UEMC. Trabajo Fin de Grado: Periodismo científico y homeopatía en la prensa digital generalista española. Especializada en Ciencia y divulgación.
Profesor responsable: Rosa María Arráez Betancort (Dpto. de Ciencias Sociales).

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