“La belleza que ves en cada cosa, es
un reflejo de la belleza que hay en
ti». Proverbio árabe
La calle estaba abarrotada por un gran gentío, que servía de antesala a una nueva e incontrolable y muy bien planificada protesta juvenil. La atmósfera social estaba bastante caldeada. Era la gestación de una generación que estaba cansada de un régimen que ahogaba sus ansias de libertad de expresión. Hakim se había levantado a la salida del alba para recitar sus plegarias. Estaba arrodillado sobre una tersa y colorida alfombra cuando escuchó los murmullos de la multitud. Se levantó sobresaltado y por primera vez sintió temor por su mashghal´utur (taller de perfumes). Decidido a proteger el negocio familiar, apagó sutilmente los tres candelabros de plata que adornaban la entrada de su atelier. Su taller estaba especializado en fragancias orientales. Este era más que un simple espacio donde se creaban perfumes. Su familia era muy conocida porque guardaban secretos ancestrales aromáticos, y a menudo él creaba y fusionaba sus fórmulas bajo un enfoque en las tradiciones olfativas de Medio Oriente, caracterizadas por notas amaderadas, especiadas y orientales como el oud (madera), el ámbar y el almizcle.
Inexplicablemente, un silencio sepulcral invadió el estrecho callejón que abarcaba la zona oeste del casco turístico de su bella ciudad. Comprendió que la Sureté Nationale (agentes de la seguridad ciudadana) estaban próxima a su acogedor qasr (palacete). De repente, se escucharon enérgicos trotes de caballos de un lado al otro del callejón por escasos minutos. Respiró profundamente a medida que el silencio acaparó la atmósfera nuevamente. Hakim se asomó tímidamente tras el escaparate repleto de fragancias y logró distinguir la silueta de una persona caída sobre los adoquines próxima a la puerta del atelier. Sin pensarlo dos veces, decidió socorrer a esta persona. Cubriendo su rostro con su kufiya (pañuelo marroquí masculino) bicolor se aproximó a la entrada de su tienda de fragancias. Se sorprendió extraordinariamente al comprobar que era una mujer. Aunque sus ojos azules le deslumbraron, se percató de que tenía una herida sobre la ceja izquierda de su rostro. Era realmente hermosa y él no sólo la ayudó a levantarse del suelo, sino que optó por darle cobijo en su atelier.
Dos horas más tarde, se dispuso a prepararle una taza de té Atay (té marroquí con menta y mucho azúcar). No obstante, para su sorpresa, Hakim la buscó por todas partes de su taller y no la encontró.
Se entristeció y enmudeció. Estaba casi convencido de que la desvalida y hermosa mujer había sido producto de su imaginación. Sin embargo, al hallar un frasco de una fragancia derivada del almizcle por la mitad, comprendió que existió.
Uno, dos y tres fueron exactamente los días que transcurrieron desde este suceso. Inesperadamente, la misteriosa mujer no sólo decidió visitarle a su atelier como muestra de gratitud, sino que le imploró por otro frasco de aquella fragancia que había seducido sus sentidos. Ella fascinada por el aroma de la fragancia y él seducido por el color azul cielo de sus ojos fueron motivos suficientes para el comienzo de una sincera amistad.
*Hakim: nombre árabe masculino. Juez, sabio o gobernante.

Razón: Silueta con voz de mujer responde al nombre de la colaboración literaria mensual que la profesora del Grado en periodismo semipresencial, Ruth Amarilis Cotto Benítez, efectuará en Vuélcate. Se trata de una serie de relatos cortos que empoderen a las mujeres.
El logo de su colaboración ha sido cedido por el pintor Alejandro Conde. Se trata de su obra titulada Mujer con sombrero. Y este mismo pintor colabora con otras obras cedidas para ilustrar específicamente algunos relatos de la autora.
Temática: Amor.
Profesor: Ruth Amarilis Cotto.
Especialización: Filología Inglesa. Dpto. Ciencias Sociales (UEMC).










































